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Una Historia De Amor, Dolor Y Una Canción


Enviado por   •  16 de Junio de 2014  •  1.376 Palabras (6 Páginas)  •  282 Visitas

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Una historia de amor, dolor y una canción

La tremenda Lulú Albertita

Ya hace tiempo en México ocurrió un suceso que lo marco por siempre. Dos jóvenes enamorados Vivian en medio de una guerra cruel luchando por la libertad. Hace ya 200 años atrás, suena mucho quizás pero es una historia que no debemos olvidar.

En tiempos de guerra fue lógico que requirieran muchos hombres para poder llevarla a cabo, Francisco, un joven muy valiente fue uno de esos hombres que como muchos, se tuvo que separar de su gran amor, Guadalupe.

-No quisiera separarme de ti pero tú sabes que es lo correcto, todo para poder ser libres al fin y así dejar de soportar tantas injusticias –dijo el Francisco, en su voz se escuchaba tristeza pero a la misma vez esperanza, pobre muchacho, no se imaginaba realmente lo cruel que es la guerra –Me mata la idea de creer que quizá no regreses con vida y no nos podásemos casar. Tu sabes que te amo y que si pudiera, iría contigo, pero aquí tengo un gran deber, el de ayudarle a mis tías y a mi mamá para poder mantener en pie la familia –dijo Guadalupe con gran angustia -Me voy pero te prometo que volveré, porque yo te tengo a ti y por ti me mantendré con vida, te amo –prometió el joven valiente.

Pasaron meses y Guadalupe no podía soportar el estar lejos de su amado, esa gran tristeza y vacio en su corazón poco a poco le fueron quitando la alegría que tanto la distinguía y la impotencia de solo tener comunicación con él por cartas era atroz.

-Madre ya no soporto más este dolor y he decidido que iré a la guerra con Francisco, me llevaré la mula que tenemos, yo sé que será un largo viaje pero este sufrimiento me está matando. Yo no la voy a desamparar, he conseguido juntar un dinerito que seguramente le caerá muy bien –dijo la muchacha, en su voz se escuchaba aquella gran decisión, una que nadie le podría cambiar –Ay mija pero si que te has vuelto loca, la vida no es tan sencilla, no puedes estar diciendo tremendas locuras, que no te das cuenta de lo que te puede pasar allá. –dijo la madre con gran preocupación. -Madre ya la decisión está tomada –contesto con firmeza Guadalupe aunque en el fondo le dolía dejar a su madre y estaba a punto de salirle una lagrima. –No estoy de acuerdo –respondió la madre y se fue. Pasaron horas, mientras Guadalupe preparaba todo para aquel largo viaje. Ya se estaba marchando cuando su madre llegó, le dio la bendición y le dijo –Yo no quiero que vallas, pero a tal terquedad no le puedo hacer nada y nunca olvides que siempre vas a ser mi hija. Que Dios te acompañe, espero puedas ver a Francisco.

Guadalupe emprendió su viaje, fueron días muy cansados pero aquel amor lo podía soportar todo. Por fin después de muchos obstáculos que tuvo que pasar durante el trayecto logro llegar.

-¡Oh Guadalupe, mi amada, ¿pero que es lo que haces aquí?! –dijo Francisco sorprendido al ver llagar a Guadalupe. –Vine hasta aquí pues ya no soportaba aquel castigo sin poder verte ni tenerte a mi lado –respondió Guadalupe con una inmensa felicidad.

Paso el tiempo y Guadalupe se convirtió en la cocinera y enfermera de aquellos luchadores hombres que día a día salían a luchar por libertad, soportando aquellas situaciones tan inhumanas y desgarradoras, sangrientas condiciones en las que regresaban muchas veces esos guerreros.

Cierto día ella se marcha para ir a ver a su madre, pasan semanas sin que Guadalupe y Francisco se vean y cuando regresa, ellos están durante una batalla en la que comienza a ayudar, mucha sangre, muchas muertes, aquellas imágenes, ver parientes muriendo, todo era tan horroroso.

-¡Escóndete Guadalupe! ¡Vete de aquí! –Le gritaban -¿Dónde está Francisco? –Preguntaba preocupada –No importa ¡Vete! –le contestaban una y otra vez. Se oigan gritos de dolor y el ruido de machetes, cuchillos, armas de todo tipo. De pronto comenzaron a escucharse balazos, aquello era el infierno, sangre, cuerpos tirados, demasiado movimiento, ruido, pero Guadalupe no paraba de buscar a su amado –¡Vete! –Le seguían gritando, era

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