Visión De Paralaje (2006)
Enviado por valledeoz • 2 de Enero de 2014 • 18.811 Palabras (76 Páginas) • 293 Visitas
ERASMO, SANCHO PANZA Y SU AMIGO DON QUIJOTE
ANTONIO VILANOVA
EN EL POSTRER capítulo de su obra monumental Erasmo y España (1937), en el que aborda en términos extremadamente cautelosos y escépticos el controvertido problema erasmismo cervantino, el maestro Marcel Bataillon, pese a considerar altamente improbable la lectura directa de Erasmo por parte del autor del Quijote, reconoce, sin embargo, “que las tendencias literarias de Cervantes son las de un ingenio formado por el humanismo erasmizante.” En apoyo y confirmación de su tesis, según la cual Cervantes, estimado por algunos como un genuino representante de la Contrarreforma, “puede ser considerado, con el mismo derecho, el último heredero del espíritu erasmiano en la literatura española, pese a la profunda diferencia de tono que separa su obra de la de Erasmo” (XIV, IV, 798), el insigne hispanista escribe lo siguiente:
Un testimonio tan precioso como inesperado viene a traernos la certeza de que semejante conclusión no tiene nada de arbitrario. Un humanista español del Siglo XVII, que poseía en su biblioteca la Cosmografía de Münster [Basilea, 1550], se detuvo un buen día a considerar en ella un retrato de Erasmo salvajemente desfigurado por la censura inquisitorial, y escribió a un lado del rostro: “y su amigo Don Quijote,” y del otro: “Sancho Panza.” Desde luego nos es imposible reconstruir las reflexiones que guiaban su pluma cuando trazó estas enigmáticas palabras. ¿Sería un ortodoxo que entregaba mentalmente a las severidades de la censura los coloquios de Sancho Panza y de su amigo Don Quijote? ¿No sería más bien un espíritu libre que gozaba de sus sabrosas charlas como de un desquite por la prohibición de los Coloquios de Erasmo? Es imposible saberlo, y esto nos importa bien poco. La asociación de ideas que hizo surgir el recuerdo del Quijote en presencia de Erasmo mutilado basta, por sí sola, para probarnos que ese desconocido percibía entre Cervantes y Erasmo el secreto parentesco espiritual que aquí afirmamos (XIV, IV, 798-99).
El legítimo deseo de desentrañar en qué consiste la estrecha relación de semejanza entrevista por el humanista anónimo, que apunta claramente y sin ambages la inequívoca filiación erasmista de los dos personajes cervantinos, ha sido el motivo determinante del estudio emprendido en las siguientes páginas, cuyos positivos resultados, basados en la evidencia irrefutable de los hechos, hoy me honro en someter a la consideración de todos ustedes. Iniciado hace muchos años, con el deliberado propósito de verificar con argumentos válidos y pruebas fehacientes una hipótesis de trabajo fundada y verosímil, aunque de muy difícil comprobación, y a juicio de muchos todavía no demostrada de modo irrefutable, es éste un trabajo destinado a dar una respuesta convincente a las reservas formuladas por Marcel Bataillon sobre el origen directo de este posible influjo erasmiano. Y satisfacer, al propio tiempo, los exigentes requerimientos del ilustre maestro, a juicio del cual, para admitir la hipótesis de que Cervantes conocía directamente los libros de Erasmo y había leído secretamente las viejas traducciones castellanas de su obra, prohibidas en 1559 por el Indice del Inquisidor Valdés, “serían necesarios muchos estudios comparativos que tomaran en cuenta no sólo las ideas, sino también la expresión, y que tuvieran por objeto ideas típicamente erasmianas” (XIV, IV, 799).
Un estudio comparativo de este tipo, basado en la aplicación estricta de los planteamientos que acabo de mencionar, es el que les ofrezco a continuación, y que bajo el título de “Erasmo, Sancho Panza y su amigo Don Quijote,” claramente inspirado en las enigmáticas palabras del anotador anónimo, se propone un objetivo muy concreto: Subrayar, con todas las cautelas, salvedades y reservas que el caso requiere, las principales coincidencias de temas e ideas capaces de justificar el secreto parentesco espiritual que el desconocido humanista del Siglo XVII creyó percibir entre la obra de Erasmo y los dos protagonistas de la novela cervantina.
A tal efecto, y tomando como punto de partida las ideas expuestas en mi opúsculo juvenil Erasmo y Cervantes, en el que me aventuré a señalar por vez primera las claras raíces erasmianas de la locura quijotesca, quisiera aducir hoy, como meras notas ilustrativas en apoyo de mi tesis, algunas de las razones suplementarias en que se basaba mi argumentación y que por razones de espacio no pude incluir en aquella conferencia cervantina. Razones que, junto a los ejemplos probatorios aducidos en aquel trabajo, me llevaron a afirmar con notoria temeridad, pero también con explicable entusiasmo, que Cervantes, no sólo había encontrado en la lectura delMoriae Encomium de Erasmo una de sus principales fuentes de inspiración, sino el estímulo decisivo que le había llevado a “encarnar en las figuras de Sancho Panza y Don Quijote, los dos extremos contrapuestos de la necedad y la locura.”
Estas razones suplementarias, que un respeto tal vez excesivo a la opinión entonces adversa del maestro Marcel Bataillon me impidió publicar en su día, aunque años más tarde, con gran sorpresa por mi parte, no vaciló en asumir y hacer suya la tesis sustentada por mí, proceden de un minucioso cotejo de textos entre la novela cervantina y la sátira erasmiana. Cotejo que fundamentalmente pretende poner de relieve los principales aspectos coincidentes de una y otra obra, cuyos fecundos resultados, llenos de sorprendentes hallazgos que hasta ahora han permanecido totalmente inéditos, sólo en una mínima parte han llegado a ver la luz en letra impresa. Concretamente en un breve artículo sobre “La Moria de Erasmo y el prólogo del Quijote,” aparecido en una miscelánea de homenaje al inolvidable maestro don Américo Castro, publicada en Oxford en 1965, en ocasión de su ochenta aniversario.
Salvo esta confrontación de textos, basada en la homología funcional y en la coincidencia temática de un breve repertorio de ideas, agrupadas significativamente en torno al tema típicamente erasmiano de la sátira antipedantesca contra los vanos alardes de cultura y de indigesta erudición —tan genialmente recreado por Cervantes en el prólogo del Quijote—, la mayor parte de las semejanzas y correspondencias entre la historia del hidalgo manchego y la Stultitiae Laus de Erasmo, vienen a confirmar la existencia de una estrecha relación de parentesco entre ambas obras. En rigor estricto, cabe afirmar que la práctica totalidad de los ecos y reminiscencias de la Moria erasmiana que aparecen en el Quijote de Cervantes, tienden a poner de relieve las curiosas analogías y las sorprendentes coincidencias existentes entre la caracterización psicológica y moral de los dos personajes cervantinos, Don Quijote y Sancho Panza, y los principales
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