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Wittgenstein: del Tractatus a las Investigaciones Filosóficas


Enviado por   •  1 de Julio de 2021  •  Monografía  •  2.078 Palabras (9 Páginas)  •  106 Visitas

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UNSE

Facultad de Humanidades, Ciencias Sociales y de la Salud

Licenciatura en Filosofía

Filosofía del Lenguaje

Albor, Fernando Daniel

MONOGRAFÍA  

Wittgenstein: del Tractatus a las Investigaciones Filosóficas

Introducción

  En las siguientes páginas mi esfuerzo estará dado en dilucidar y aclarar algunas pautas acerca del lenguaje presentadas en el trabajo de Wittgenstein. Recorreré en este camino sus principales escritos y desarrollaré de manera sintética sus ideas más importantes.

Sin dudas el siglo XX ha sido muy importante para la filosofía del lenguaje. Si nos remitimos a lo histórico, su tratamiento ha tenido diversos acercamientos. Desde verlo como algo sin importancia y ajeno a la filosofía, hasta considerarlo una característica fundamental que nos hace ser humanos. Actualmente sabemos que el habla habría evolucionado a medida que el cerebro aumentaba sus conexiones en la región que controla el aparato vocal. Punto que nos remitirá a la naturaleza de la mente pero también al pensamiento filosófico aportado por este autor tan singular.

  Sin importar de donde venga el foco, lo controvertido del lenguaje atraviesa los ámbitos sociales y privados, tanto cuando nos queremos comunicar como cuando pensamos. Algunos filósofos se han preguntado si el lenguaje es “un instrumento, una construcción artificial o más bien un mecanismo natural”[1] y evidentemente biológico. Las respuestas a estas cuestiones son sumamente variadas y dependen de nuestro acercamiento, siempre en relación con diferentes campos del conocimiento. En este trabajo le daré principal protagonismo al llamado “segundo Wittgenstein” y su posición filosófica. Sus obras manifiestan una oposición “hacia lo mental y una lucha contra la tendencia intelectualista de la filosofía tradicional a explicar nuestras experiencias, a pensarlas desde categorías o conceptos preconcebidos tales como conciencia, yo, representación, conocimiento o comprensión”. Sobre la “experiencia de comprender” encontraremos una postura, por parte del autor, mesurada hacia ciertas acciones automáticas de la conducta expresado en el trato lingüístico que tenemos con las cosas.

  De una forma u otra Wittgenstein apelará a una vivencia “no sensible y no empírica” siempre en un entorno de intersubjetividad, entrelazado a los “juegos de lenguaje”[2].

  Desarrollo

  En la introducción me referí al segundo Wittgenstein, por consiguiente ¿qué hay del primero y cuáles son las posturas que el autor recorre a través de toda su obra? A continuación me abocaré a un breve desarrollo de estas preguntas.

  Podemos detallar estos dos modelos refiriendo a la “teoría lógica del lenguaje” o sea la teoría pictórica presente en el Tractatus Logico-Philosophicus y por otra parte a su segunda concepción del lenguaje en términos de “juegos de lenguaje y formas de vida”, presente en las Investigaciones Filosóficas.

  La primera concepción señala al lenguaje como un instrumento, capaz de describir al mundo y asimismo proyectar todo lo que hay en él. De la misma forma el describir por lo tanto, nos remitirá a verdad y falsedad, de representación, de conocimiento, de proposiciones, en suma, de pensamiento y de lógica. La concepción descriptivista y realista del lenguaje alcanza su máxima expresión en el Tractatus. Sería también la concepción “tradicional” con sus “casos particulares”[3].

  Por otra parte, una segunda concepción rigurosamente contraria a la recién mencionada, aboga por la “utilidad que prestan las palabras, de su empleo o uso”. Dejando de lado las “categorías abstractas” lo que se examina son las aplicaciones determinadas por contextos particulares y específicos. Aquí se da cita la dimensión práctica, con sus juegos de lenguaje y formas de vida[4]. Hete aquí el segundo Wittgenstein y su enfoque original.

  Surgen de estos planteos las siguientes preeminencias: “la representación mental” autogenerada o las definiciones construidas por un “sistema regulado de signos compartidos”. En definitiva, la pregunta concluyente separará el lenguaje natural, algo ingénito y el lenguaje del pensamiento, una creación basada en la interacción social.

  Después de esta brevísima distinción pasemos a un análisis en profundidad de ambos abordajes wittgensteinianos.

  Comienzo exponiendo la concepción del lenguaje en cuanto se refiere al enfoque “tradicional”, el compartido por la inmensa mayoría de los filósofos. Un lenguaje que es esencialmente individual y posibilita un soliloquio interno no efectuado en ningún lenguaje natural. De esta manera, permite al individuo desarrollar una especie de monólogo consigo mismo, cuyos resultados se pueden hacer públicos. Concebido como innato, este es el lenguaje del pensamiento. Al poseerlo biológicamente “podemos incorporar e interiorizar después cualquiera de los lenguajes naturales en circulación”. Lo que pondría al lenguaje natural como algo secundario y un subproducto de este lenguaje mental. Relaciones entre estos lenguajes podemos encontrar en las hipótesis de la filosofía agustiniana, en Descartes y más recientemente en las reglas de la gramática universal de N. Chomsky. El lenguaje visto desde esta perspectiva permitiría perfectamente “pensar y formarse una idea del mundo sin un lenguaje natural”. Una concepción como esta es la expuesta en el Tractatus y deriva en la idea de que la función del lenguaje consiste en nombrar objetos y formular hechos, indicando que la utilidad que el lenguaje apareja es: “que se geste la verdad”. Esto deriva además en la comprensión de los significados, de sintaxis lógica/perfecta y finalmente en la tesis que “el mundo tiene una estructura que coincide esencialmente con la del lenguaje”. Parafraseando a Tomasini sobre el lenguaje :”Es indispensable para comunicar lo que uno piensa y fundamental para comprender lo que pensamos”. La teoría “tradicional” reduce de esta manera la importancia del lenguaje pasando a verlo como un instrumento “de lo realmente importante”: el pensar, la proposición y la realidad. En su Estudio Introductorio[5], Regera aclara por qué Wittgenstein abandona los logros del Tractatus diciendo: “La respuesta parece sencilla, simplemente porque dichos logros no son tales, pues el lenguaje -perfecto- termina por no decir nada de lo que importa”.  

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