¿Y tú qué sabes?

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¿Y tú qué sabes?

Manuel Jurado Ramos1.

Universidad del Atlántico

Puerto Colombia, Colombia.

Se nos plantea la pregunta del qué es la realidad, ¿es lo que vemos con los ojos o lo que vemos con el cerebro? Esto puesto que el cerebro no reconoce diferencia entre lo que ve y lo que recuerda, basado en estudios tomográficos nos muestran que se activan las mismas redes neuronales, recordemos que la retención de información es cerca del 1% y es sobre todo el tiempo, el cuerpo y el entorno, en base a este porcentaje se podría decir que los recuerdos son sobre todo creación del cerebro. Tomando la materia entonces como si fuese un bit de información, por ende, es una construcción del cerebro como una idea concebida al observar, pero ¿quién es el que observa? Está labor corresponde al alma.

Con el pensamiento e intenciones podemos modificar nuestra realidad dado que está es fruto de nuestro pensamiento, entonces podríamos modificarla a nuestro parecer con la forma en que pensamos, bastaría con pensar positivamente, podemos construir el mundo exterior basado en los recuerdos y pensamientos que tenemos puesto que cualquier información que tomamos está empañada por las experiencias previas de nuestra conciencia.

Conciencia es el punto de vista de un observador, mientras que nosotros somos emociones y las emociones son nosotros, las emisiones no son positivas ni negativas, solo son señales en nuestro cerebro, son vida que aportan color a la riqueza de nuestra experiencia. La única verdad claramente expuesta es que la persona no nace si no que se hace, toda verdad es conocimiento hasta que se mira con un prisma y todo dependerá de donde se coloca cada quien. Durante décadas, los poderes de la mente han sido cuestiones asociadas al mundo "esotérico", cosas de locos. La mayor parte de la gente desconoce que la mecánica cuántica, es decir, el modelo teórico y práctico dominante hoy día en el ámbito de la ciencia, ha demostrado la interrelación entre el pensamiento y la realidad. Que cuando creemos que podemos, en realidad, podemos. Sorprendentes experimentos en los laboratorios más adelantados del mundo corroboran esta creencia.

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