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Zooteca Ácrata. Gatos


Enviado por   •  2 de Octubre de 2022  •  Ensayo  •  465 Palabras (2 Páginas)  •  101 Visitas

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Nada conviene más a la naturaleza del anarquista que la presencia semiinmaterial de un Gato. El felino, nunca enteramente domesticado, es el arquetipo original de la individualidad rebelde y representante actual del ideal de independencia humana. Al igual que el cóndor, el rinoceronte y algunos otros miembros del reino —único reino auténtico— animal, el Gato es la muestra viviente de que la exigencia de autonomía ha estado en la zooteca terrícola desde siempre. Libre, nocturno y clandestino, ilumina el destino del clan humano: un ideal quimérico, apetecible entonces, de libertad.

Dotado de una prodigiosa fuerza de rechazo al Super-yo (de la que carece el perro por completo), a la Ley, a la Culpa, el Gato es puro Yo: conciencia-para-sí, ideal de unicidad, ser que se da a sí mismo las leyes. ¿Cuál es el misterio que ha movido a los humanos a depositar simbólicamente en tan misterioso ser tal alta dosis de libertad? Nuestras especulaciones felinas dicen más acerca de nuestra sed de absoluto que de la verdadera esencia del cattus, aunque todo en sus actitudes nos demuestre que él hace lo que quiere. ¿Quizás rememoramos, al medirnos con el baremo de su libertario deambular, la época infantil en que aún “gateábamos”, época en la que sólo queríamos lo que queríamos, es decir, deseábamos nuestro deseo, en vez de desear el deseo del otro, del Amo, del Estado?

Y, no obstante, este gatuzno ser, pura individualidad, es también el arquetipo de la fraternidad químicamente pura. Pues sólo ofrece su amistad en forma desinteresada. De ahí el temor y la extrañeza que el felino suscita en el corazón humano: la íntima esclavitud huele un aroma de utopía en el comportamiento del Gato, se atisba la posibilidad de la conducta libre. Pero, habitualmente, su antigregarismo esencial es percibido como una amenaza a la propia necesidad de socorro estatal o comunitario, en vez de ser tomado como ejemplo imitable. Ese desplante antigregario, natural en el Gato, es asimismo la dosis necesaria de libertad que forja la personalidad y tarea del librepensador, del solitario, del artista, del místico, del poeta y, last but not least, del anarquista. Ser libre, a la manera gatuna, es, en suma, precisar menos socorro culposo de los demás que el que los demás solicitan o exigen de uno. Por ello mismo el Gato o el hombre libre ofrecen su compañía amistosa y leal cuando nada los ata a la Ley o a obligaciones impuestas, pues es entonces cuando pueden elegir libremente, desde sí mismos, soslayando la prescriptiva y etiqueta babosas que toda sociedad segrega. ¿Explicará esta reflexión parte, al menos, de la persecución que durante siglos sufrió el pequeño felino —personificación de Mefistófeles o instrumento de la magia negra— en Occidente, tan equivalente a la cacería que la condición ácrata ha debido sobrellevar en la modernidad?

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