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¿que Son Los Valores?


Enviado por   •  17 de Septiembre de 2012  •  2.118 Palabras (9 Páginas)  •  508 Visitas

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El filósofo argentino y ex decano de la Universidad de Buenos Aires, Risieri Frondizi, publicó en 1958 un libro acerca de los valores (ref. 1), que tuvo un éxito notable. En esta nota se discuten algunos ejemplos, se puntualiza la influencia del entorno en los comportamientos éticos, y se sugiere un mecanismo «darwiniano», siguiendo a Hayek, para explicar la permanencia de los valores –al menos en el campo de la ética– que favorecen la cohesión social.

Wittgenstein. Schlick, Carnap, Ogden, Ayer, Stevenson y Russell) y las objetivas, centrándose en Max Scheler.

El ex decano de la Universidad de Buenos Aires escribió esta introducción a la axiología, publicada en 1958 y de su tercera edición se hicieron 19 reimpresiones hasta 2005. Semejante éxito parece indicar también que no hay novedades fundamentales en ese campo. Critica las teorías subjetivistas, fundamentalmente la de Perry (pero también las de Menong, Ehrenfels, Wittgenstein, Schlick, Carnap, Ogden, Ayer, Stevenson y Russell) y las objetivistas, centrándose en Max Scheler.

Cada enfoque responde a necesidades, pero ambos son incompletos. El autor los enriquece con la concepción estructural, muy de moda en su época, pero sin duda adecuado a las sociedades complejas y sus valores emergentes.

La escala de valores no es idéntica para todas las personas, pueblos y épocas, pero, en forma aproximada es así: Gustos, Emoción artística, Valores morales, Valores religiosos.

Los sabores de una buena comida implican valores, pero de una categoría inferior. Los valores morales son muy elevados, y los religiosos son los superiores para los religiosos. No lo son para los no religiosos, pero toda persona civilizada respeta a las religiones y a sus creyentes.

Valores: económicos y axiológicos

Algunos párrafos suscitan dudas. Así, dice en pág. 30, acerca de los sellos de correo: «Nuestro deseo de coleccionarlos es lo que les ha concedido valor.» Como sucede siempre, la demanda otorga valor a cualquier cosa o servicio. Pero aunque se use la misma palabra, en este caso se trata de valor económico, no axiológico. Parece confirmarlo en pág. 49: «(…) habrá que reconocer que los economistas, y en particular Adam Smith (1723-1790), fueron los primeros en interesarse en los valores». Y lo repite en pág. 134: «La magnitud del valor se mide por la magnitud del depositario: un trozo de tela o de pan vale aproximadamente el doble que la mitad del trozo.»

Ciertamente los valores residen en depositarios materiales, pero no son ese material. Escucho de un disco sinfonías de Beethoven, y me parecen sublimes. Pero lo sublime no es el disco, sino la música. Si el valor de la tela o el pan dependen de su tamaño o peso, es porque hablamos de valor económico, no axiológico.

Dice Frondizi en pág. 29: «La opinión de la gente de mal gusto en nada perjudica la belleza de una obra de arte». Y en pág. 120, comentando a Scheler: «La traición de mi amigo, por ejemplo, no altera el valor, en sí, de la amistad. La independencia de los valores implica su inmutabilidad: los valores no cambian. Por otra parte son absolutos: no están condicionados por ningún hecho, cualquiera sea su naturaleza, histórica, social, biológica, o puramente individual. Sólo nuestro conocimiento de los valores es relativo; no los valores mismos».

Pero ¿cómo se sabe cuál es el buen gusto? ¿El de la mayoría? ¿El de una minoría culta? Pues, Scheler aparte, dice en pág. 131: «El criterio empírico queda excluido pues sólo podría decirnos cuál es la tabla jerárquica de una persona, un pueblo o una época, mas no cuál debe ser dicha tabla».

Efectivamente,

La ética no describe lo que se hace, sino lo que se debería hacer. El profesor Neira dijo que, como cristiano, debía perdonar a su agresor, no que él quisiera hacerlo. En ética tiene razón Carnap, para quien «los juicios de valor son formas disfrazadas de normas o imperativos».

En pág. 102 cita a Russell: «El deseo de ser «bueno» generalmente se resuelve en el deseo de ser aprobado o, alternativamente, de actuar de manera de producir ciertas consecuencias generales que deseamos. (…) y si se trata de una sociedad corrompida, ¿nuestros deseos serán buenos cuando merezcan la aprobación de la inmoralidad?». («Religión y Ciencia», 1935).

Influencia del entorno

Efectivamente, una de las principales razones para ser «bueno» es el deseo de ser aprobado (pero un exceso de «bondad» es simplemente blandura o buenismo, que pueden tener consecuencias trágicas.

Cuando Russell escribiría «Religión y Ciencia», ya se estaba perfilando la «sociedad corrompida». El antisemitismo que impregnaba a la sociedad alemana, se alió con la sed de venganza (por haber perdido la Primera Guerra Mundial y por la crisis de 1930) he hizo que parte de la población exacerbara su antisemitismo hasta volverlo exterminador.

La mayor parte de la población no protestó públicamente porque la opinión favorecía al antise- mitismo, y también por miedo. Pero en 1941 la población alemana se enteró de las matanzas de judíos en Polonia y Rusia, por los soldados que volvían horrorizados del frente. La razón por la que introdujeron las cámaras de gas, fue que los soldados que fusilaban a civiles inocentes, quedaban destrozados.

Un mandamiento moral es «no robarás». Pero cuando en un país se despilfarra el dinero que todos pagan con sus impuestos, empieza la corrupción de Concejales para arriba. Si se despilfarra tanto, ¿a quién perjudicará que yo me quede con algo (al principio; luego, cada vez más)?. Y una vez que se percibe la corrupción de tantas personalidades, ¿es de extrañar que muchos ciudadanos corrientes traten de quedarse con lo que puedan (que al fin y al cabo les había sido sustraído primero)? Cuando las autoridades tienen una conducta moral, es posible encauzar a los ciudadanos combinando la educación con el estricto cumplimiento de la ley. Muy pocos tienen convicciones morales tan firmes que los hace casi independientes del entorno a este respecto.

Ordre du coeur

Nos dice Frondizi el pág. 127: «Se opta por la razón porque se rechaza la sensibilidad; no se advierte que hay una tercera esfera, de dignidad semejante a la razón, aunque independiente de ella tanto como de la sensibilidad. Es el ordre du coeur de que hablaba Pascal. Un orden que no es caótico ni caprichoso, pero que la razón intelectual no logra comprender: «el corazón tiene razones que la razón no comprende». La luz de la emoción se apaga cuando se intenta llevarla al intelecto. (…)».

Sospecho que muchas «razones del corazón» tienen poco que ver con la emoción. Pero veamos primero lo que dice en pág. 133: «Es «de esencia» de valor de lo

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