Bolívar: Del patio de granados al Monte Sacro
Enviado por Yelitza Corao • 8 de Noviembre de 2022 • Informe • 3.374 Palabras (14 Páginas) • 836 Visitas
Pensamiento Bolivariano
Bolívar: Del patio de granados al Monte Sacro
Simón Bolívar nace en una familia adinerada de la provincia de Caracas, cuya infancia se desarrolla en un escenario de riqueza, abundancia plena y presencia de lujo excesivo presentada por la familia más adinerada de la Capitanía General de Venezuela; por lo cual cuenta con un estatus de vida alto, por su abundancia de recursos económicos y gran número propiedades. La opulencia se debe a que su padre heredó una considerable fortuna, la cual logró incrementar, entre sus propiedades figuran dos haciendas de cacao, una en los Valles del Tuy, y otra en Morón, cerca de Puerto Cabello; inmuebles en Caracas y La Guaira, así como un almacén donde se vendían telas finas; propiedades menores en Zuata, Caicara, y los valles de Aragua; un ingenio azucarero en San Mateo y el Hato de Totumo, en Tiznados, el padre del niño Simón llegó a convertirse en uno de los hombres más ricos de las colonias del Imperio Español para ese entonces. Todo lo anterior se torna adverso cuando su padre: Coronel Juan Vicente de Bolívar y Ponte Andrade, cuya profesión fue: Marqués de San Luis, comerciante y militar en el Batallón de Milicias Regladas de los Valles de Aragua, falleció el 19 de enero de 1786, cuando el niño Simón Bolívar solo tenía la edad de dos años y casi los 6 meses, a quien quedó toda la fortuna de su padre.
Los efectos que posiblemente consternaron al niño Bolívar ante tal hecho, aunque estaba muy joven de edad, con seguridad irán más allá del tiempo inmediato en que pudo ocurrir este hecho, la mala noticia tras la pérdida de un padre pudo conllevar a sentir un gran dolor y angustia, además de confusión, en su joven edad, cuando Bolívar solo era un niño, pudo ser más difícil de entender plenamente la muerte y, existe la posibilidad de que más adelante en el tiempo pudo reflejar que se sentía confundido acerca de lo que ésto significaba para él y su futuro. De tal manera es muy probable que hubo un gran número de interrogantes en la mente del niño Simón y, con certeza, inmediatamente pasará a sentir apego hacia alguna otra persona que, más adelante veremos quién o quiénes fueron los responsables al respecto; es importante destacar, que en éste caso fue un fallecimiento repentino e inesperado, por lo cual estos síntomas se multiplicaron e hicieron notorios.
Mientras el proceso de duelo fue dándose de manera natural e intuitiva, porque solo era un niño en el que su edad avanzaba luego de los 2 años de vida, respecto a la muerte de su padre, a fin de evitar un estancamiento en el niño Simón que vivió ese momento, seguramente con un cierto grado, quizás mínimo, de depresión infantil y reflejando su tristeza, melancolía y ciertos momentos de alejamiento ocasional en el entorno familiar y social; En este transitar de confusión, mezclado de toda la forma de poder comprender con resignación lo ocurrido y tratando de recuperarse de todo el acontecimiento de la muerte de su padre, muere su madre, de tuberculosis, el 6 de julio de 1792: María de la Concepción Palacios de Aguirre Ariztía-Sojo y Blanco; seis años después de haber fallecido su esposo.
El niño Simón quedó bajo la tutela de su abuelo: Feliciano Palacios de Aguirre y Ariztía-Sojo, quien murió un año más tarde y poco después, cuando Simón Bolívar tenía casi diez años de edad, quedó bajo la tutela de su tío Carlos Palacios y Blanco de oficio: militar en el Batallón de Milicias Regladas de Blancos de Caracas. Los tribunales lo designa como tutor del niño Simón y administrador de sus bienes, pero sus múltiples ocupaciones como administrador de las haciendas de la familia lo alejaban con frecuencia y el niño “se quedaba solo”, a cargo de la servidumbre de la casa. Esto ocasionó que el niño Simón se fugara en varias ocasiones, siendo la más notable la que protagonizó el 23 de julio de 1975 en la víspera de cumplir doce años de edad, para refugiarse en casa de su hermana María Antonia Bolívar Palacios. Por orden del tribunal fue sacado a la fuerza de esa casa y entregado a su tío y tutor.
En vista que se quedaba con frecuencia bajo en cargo de la servidumbre de la casa, el niño Simón se relaciona con Eusebio, quien fue hijo de Matea Bolívar: esclava de la casa que fue muy bien recibida por el padre y la madre de Simón Bolívar, desenvolviéndose en el arte culinario y sus postres, cosiendo, bordando y planchando, convirtiéndose en la esclava favorita de la madre del niño Simón. Eusebio y Simón van a establecer una suerte de relación muy amistosa, muy dinámica, afectiva y lúdica, en donde además el jóven Eusebio lo lleva a entender y a comprender cómo y de qué manera vive la servidumbre o la negritud en la casa de los Bolívar. De esta manera la amistad con Eusebio va despertando esa inquietud y necesidad de comenzar a entender el porque esa otra perspectiva que responde varios de los por qué de las cosas. Todo esto unido al duelo de haber perdido a su padre y su madre y con la circunstancia de su tío como tutor, lo llevan a refugiarse no solamente ya en Eusebio si no en Matea y posteriormente en Hipólita.
La colonización inició la utilización de los esclavos negros en las diferentes áreas de la economía y, principalmente, en la servidumbre de las familias de los blancos criollos, como es el caso de los Bolívar. Estas mujeres estaban encargadas de la cocina, limpieza de las residencias, de la crianza y primera educación de los niños que iban a constituir la clase dirigente. Los negros esclavos recibían el apellido de los amos para identificarlos y de mostrar su capacidad económica, dada por la cantidad de esclavos que tenían a su nombre. De la servidumbre de la familia Bolívar Palacios, dos de ellas, Matea e Hipólita de ascendencia africana, dejaron honda huella en la familia. Hipólita: nacida en San Mateo en 1763, por su contextura costó 300 pesos, casada con Mateo también de la servidumbre de la familia de la Hacienda de Santo Domingo de Macaire en Caucagua; una vez que dió a luz en San Mateo a Dionisio, fue llevada a Caracas para completar la lactancia del niño Simón y encargarse de sus primero pasos, por lo cual el niño la consideraba su segunda madre y padre.
Entonces ante el desamor por la pérdida de sus progenitores, el niño Simón tuvo que lidiar con la pérdida de uno tras el otro de los seres más amados por un niño, es una situación que a simple vista es difícil de soportar, aún en los casos en que la relación con nuestros padres haya sido menos intensa o fuertemente intensa. El duelo, dolor causado por la pérdida de uno y la otra, nos lleva a experimentar un enfrentamiento a la ausencia de ambos. Expresar estos sentimientos de dolor nos ayuda a
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