¿Cómo consolidar la democracia en América Latina bajo el régimen presidencialista?
Enviado por Roxana Etcheverry • 2 de Septiembre de 2017 • Ensayo • 3.027 Palabras (13 Páginas) • 329 Visitas
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¿Cómo consolidar la democracia en América Latina bajo el régimen presidencialista?
Introducción
Largos años e innumerables páginas han sido dedicadas a evaluar los regímenes presidencialistas en consonancia con la realidad que presenta América Latina. La pregunta en torno a la posibilidad de torcer el rumbo del presidencialismo volcándolo a un “parlamentarismo” adecuado a este presente, capaz de ofrecer soluciones a los reiterados fracasos del presidencialismo en estos países, no tolera el más mínimo análisis. Entonces, ¿Cómo es posible consolidar la democracia bajo este régimen que no termina de construirse a sí mismo y carece de poder para sostenerse en el tiempo?
La experiencia de países que han vivido décadas bajo el régimen parlamentario y han podido consagrarse política y administrativamente dentro de éste, no resultan de ejemplos válidos a seguir por países subdesarrollados donde la madurez de gobierno no ha alcanzado su cúspide, y en la mayoría de los casos, está aún en pañales.
Bajo esta realidad, el desafío será encontrar la respuesta dentro del presidencialismo, encomendándonos al trabajo de buscar las aristas que deben limarse y las adecuaciones al que debería someterse este régimen para empezar a caminar rumbo a la instauración de solidas democracias en América Latina.
Planteamiento
Frente a la problemática del régimen que conviene adoptar para los países de América Latina, como medio para llevar adelante a los pueblos con el objetivo de promover y desarrollar sus democracias, es adecuado analizar primero las experiencias que desde Europa llevaron a consagrar el parlamentarismo en contraposición al presidencialismo.
Antes que nada, esbozar que entendemos por cada uno de esos conceptos nos servirá para sentar las bases de este ensayo. Uno de los autores que con mayor precisión describe ambos regímenes es Guivanni Sartori, quizás porque estos fueron para el escritor, entre otros, cuestiones de profundo análisis.
Siguiendo su esquema, el primer elemento que describe a un régimen presidencialista es el hecho de someterse a elecciones populares directas o casi directas del jefe de estado por un tiempo determinado. Pero además a esto hay que agregar que el presidente electo no puede ser desbancado por el parlamento mientras dure su mandato y encabeza el gobierno sin intermediarios. Lo que se entiende como un presidencialismo puro.
En cambio, los régimen parlamentarios no eligen de manera directa al ejecutivo y este puede ser removido por el parlamento en caso de ser necesario. Por lo que es indispensable mantener una conducta disciplinada por parte de los partidos políticos que la componen y una facilidad de cohesión y flexibilidad para coordinar acciones a seguir y avanzar en el desarrollo de una democracia.
Ante todo, es indispensable tener en cuenta la base histórica y social que dieron origen a regímenes parlamentarios que fortalecieron las democracias de países con alto índice de desarrollo, cuestión ésta, no menor a la hora de entrar en terrenos comparativos.
Los países Europeos que desarrollaron el parlamentarismo se vieron envueltos en determinado contexto cultural, histórico e ideológico que sirvió de cultivo para llevar adelante este tipo de gobiernos y que de alguna manera consolidó las bases para instaurar un fuerte predominio del régimen en cuestión.
América Latina no compartió los mismos orígenes y por el contrario se vio privada de muchas de las ventajas que iluminaron a esos países que encuadraron sus políticas dentro de un sistema marcadamente aceitado con administraciones eficientes y sobrado ejercicio de la política gubernamental estatal.
Aquí entran a jugar un rol muy importante las “reglas no escritas” compuestas por una cadena de tradición, lo que podríamos llamar, “costumbres invisibles”. Estos hechos moldean la vida institucional de los Estados y los preparan para la adopción de uno u otro tipo de gobierno, de acuerdo a las necesidades y posibilidades políticas de cada uno.
Pero más allá del aparente triunfo de los parlamentarismos en muchos países del mundo, habría que preguntarse si éstos constituyen un remedio que derive en el florecimiento de la tan ansiada democracia. Y sobre este tema se refiere Giovanni Sartori (2003: 100), cuando señala que así y todo, “para que la democracia parlamentaria pueda funcionar es necesario que existan partidos adaptados al régimen, socializados para ser organizamos cohesivos y disciplinados”, carencias observadas en América Latina, siendo ésta, otra de las cuestiones organizativas de las que careció desde el inicio, América Latina, y que se yergue como base en este tipo de regímenes.
Aunque esto resulta cierto, no se trata solamente de la observancia de Europa y América Latina como “territorios” distintos, sino también de épocas que ya no son las mismas. Y en esto rescato es importante destacar la influencia de la “globalización”, las reformas y reestructuración que configuran un estado y mercado diferente a otras época. Esto mismo lleva al parlamentarismo a cerrar una etapa en su expansión para dar paso al presidencialismo de nuestro tiempo, aunque con marcadas diferencias entre países desarrollados y subdesarrollados.
Como lo expresara Gianfranco Pasquino, (entrevista televisiva) “el presidencialismo presenta problemas en diferentes lugares del mundo, pero en América Latina se observa la ausencia de innovación”, es decir que, no hay cambios, necesarios éstos en un mundo de constantes demandas en materia de políticas certeras.
Para ello es conveniente crear reglas, producir y fortalecer instituciones, y erradicar uno de los mayores males que debilita a las democracias de esta región: la corrupción política, enquistada en los gobiernos democráticos de hoy día. En América Latina el presidencialismo no ha seguido el curso deseado en tanto los resultados obtenidos no fueron los esperados y las democracias de los países que la componen adolecieron de una estructura firme que las contenga y continúan aún en este estado.
¿Cuáles son los mecanismos que fallan a la hora de avanzar sobre este régimen adoptado ampliamente por estos países? Y aquí el tema se bifurca y las opiniones encontradas en contra y a favor del presidencialismo esgrimen cada uno sus motivos.
En defensa del presidencialismo se encuentran quienes sostienen que en cierta medida muchos han llegado a los límites de “satanizar” a este régimen con el objeto de ensalzar al parlamentarismo como la solución a los problemas que enfrenta la consolidación de la democracia.
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