El Camino Hacia El Sufragio Femenino
Enviado por maarilii • 6 de Agosto de 2014 • 5.164 Palabras (21 Páginas) • 311 Visitas
Desde comienzos del siglo XX en Argentina, los derechos políticos de la mujer habían sido reivindicados por un amplio espectro de organizaciones de todas las tónicas ideológicas- partidarias. Como señala Martínez (2012), durante la década del veinte se multiplicaron las organizaciones que abrazaban la causa por los derechos políticos de las mujeres, llegando a consolidar, hacia la década del treinta, su perspectiva entre más sectores sociales. Eran miembros de estas organizaciones casi exclusivamente “mujeres de clase media y alta, universitarias o de activa participación en la vida intelectual, despojadas del obrerismo que otrora incluían las socialistas. Es decir que, paralelamente a las restricciones en las reivindicaciones, las organizaciones se elitizaban” (Bianchi, 1986: 257). El sufragio que reivindicaban, coincidente con las ideas nacionalistas de los años 30, era solamente para mujeres argentinas nativas conscientes, alfabetizadas y con mayoría de edad.
En esta historia que brega por el sufragio femenino, desde la primer presentación en 1911 del proyecto de ley, de la mano del diputado socialista Alfredo Palacios hubo un total de 15 presentaciones de proyectos de ley que fueron reiteradamente archivados hasta la sanción de la ley 13.010 en 1947, que consolidó los derechos políticos para las mujeres nativas y extranjeras. Como señala Martínez (2012), en los primeros proyectos de ley se hizo referencia al sufragio femenino como un instrumento destinado a desarrollar la conciencia cívica, antes que fortalecer los derechos individuales de la mujer. “Las reivindicaciones sobre el rol femenino en la vida pública se sostuvieron como una cuestión social” (2012: 29).
En octubre de 1944, desde la Secretaria de Trabajo y Previsión, Perón creó la Dirección de Trabajo y Asistencia de la Mujer, medida que fue seguida por la puesta en marcha, en el año 1945, de una Comisión Pro Sufragio Femenino, desde la que se daría pie al supuesto decreto que habilitaría los derechos políticos femeninos. En línea con la interpretación de Martínez y Bianchi, estas acciones llevadas adelante por Perón podrían ser interpretadas como un primer compromiso estatal para con las reivindicaciones femeninas; aunque fueron vistas por las organizaciones sufragistas femeninas como una amenaza para la efectividad de la ciudadanía, llevando adelante una campaña contra el sufragio femenino, las mismas que otrora bregaban por los derechos políticos de las mujeres. Como señala Groppo (2009), “la intervención de Perón cambió la naturaleza de la discusión política y creó las condiciones para la estabilización de identidades políticas contra-hegemónicas” (2009: 147). El principal efecto de las primeras medidas peronistas, entendidas a partir de la justicia social, como el estatuto del peón rural y el decreto que estableció el aguinaldo, aumentaron el nivel de antagonismos en el campo argentino: se lograron articular las fuerzas políticas preexistentes, en lo que conoceríamos más adelante bajo el nombre de Unión Democrática, a partir de la exclusión del peronismo identificado como el enemigo común. “Sin el apoyo de las feministas en las propuestas dirigidas hacia las mujeres, la política peronista resignó por completo su reconocimiento en las luchas por sus derechos y avanzo sin dificultades en lo que luego sería conocido como la evitización de la política femenina” (Martínez, 2012: 36). Evita no insertará su campaña pro-sufragio en continuación con el activismo de las organizaciones feministas.
La campaña de Eva. La hora de la mujer es la hora de la virtud pública para el país.
“Aspiro a ser la primera mujer argentina que esté a la cabeza de sus compañeras para señalarles el camino de sus reivindicaciones”.
Eva Perón (26/02/1947)
En 1947, Eva Duarte de Perón, la esposa del Presidente, encabeza la campaña por el sufragio femenino desde la presidencia de la Comisión Pro Sufragio Femenino. El 27 de enero de ese año, Eva transmite por radio el discurso que inaugura la campaña, dejando ver la imposibilidad de ser la primera dama como tradicionalmente se entendía dado que ese mismo parentesco con Perón, la transformaba en una defensora más de los descamisados:
“No se podía ser la mujer del presidente de los argentinos, dejando de ser la mujer del primer trabajador argentino (…) el defensor de los descamisados” (27/01/1947).
De esta manera Evita, como señala que las distinguen sus camaradas, que comparten su lucha, que es la lucha de Perón por remediar las injusticias en todos los rincones de la Patria, ubica su campaña por el sufragio femenino como la reivindicación que lleva adelante en representación de millones de mujeres, “para lograr por fin una de las mínimas retribuciones a que mi sexo tiene derecho”:
“La mujer del presidente de la República, que os habla, no es- en este sentido- más que una argentina más, la compañera Evita, que está luchando por la reivindicación de millones de mujeres, injustamente pospuestas, en aquello de mayor valor en toda conciencia: la voluntad de elegir…”(27/01/1947)
“Os he hablado de la compañera Evita, y me he puesto, espontáneamente al frente de esta campaña, tan perentoria como realista y moderna” (12/02/1947)
“Identificando mi acción con la de miles de mujeres” (19/03/1947).
Evita se encuentra habilitada para peticionar, apelando al sentido común y compartiendo un lenguaje común con las mujeres argentinas, su atención, su adhesión, su apoyo, su fe en la campaña por la confirmación legislativa de un derecho natural, como es lo es la posibilidad de optar, de influenciar de manera viva y decisiva en la esfera pública, porque ella viene del pueblo:
“Repetiré no acostumbro a mirar por mí, amigas mías; como yo os digo vengo del pueblo anónimo, donde toda excelencia nace y muere en el individuo (…) Como mujer, siento en mi alma la cálida ternura del pueblo de donde vine, y para quien me debo” (12/02/47).
Evita es de ese pueblo identificado con los descamisados, con los trabajadores, que se volcaron en la Plaza de Mayo el 17 de Octubre para pedir por Perón. Ella misma se presenta como una mujer sencilla, modesta, con vocación de servicio y de entrega, que habla con “palabras llanas y llenas de amistad” que le permiten dialogar con su pueblo:
“…Me siento más orgullosa con ser una descamisada más que con ser la primera dama del país. Quiero ser la compañera Evita, porque estoy de todo corazón con ustedes” (09/04/1947).
Sus reiterativas menciones a su proveniencia abonan la hipótesis de Feinmann respecto a la bastardía de Eva Duarte: “esa bastardía la arroja al mundo en la modalidad de lo inauténtico. No había nada más inauténtico, en la Argentina
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