El Orden Conservador Por Botana
Enviado por marcelahistoria • 29 de Octubre de 2013 • 4.224 Palabras (17 Páginas) • 541 Visitas
Natalio Botana (1977)INTRODUCCIÓN
Hacia 1880 se resolvió un viejo conflicto: Buenos Aires, federalizada, fue Capital de la República. Poco tiempo después, Julio A.Roca ascendía a la presidencia. Treinta años más tarde, Roque Sáenz Peña ponía en marcha una reforma política que culminaría en 1916. El propósito del texto es interpretar rasgos significativos, para los actores de aquel entonces, de la práctica política e institucional
. La hipótesis que se defiende presenta la formación definitiva del Estado Nacional y del régimen político que lo hizo manifiesto, como un fenómeno tardío, que sucedió a la guerra civil de la década del cincuenta y a las presidencias fundadoras de Mitre, Sarmiento y Avellaneda. Fenómeno que tuvo dos rasgos distintivos: la constitución de un orden nacional, en primer lugar, al cual quedaron subordinados los arrestos de autonomía que, sobre todo, sobrevivían en la provincia de Buenos Aires, y la fórmula política, en segundo término, que otorgó sentido a la relación de mando y obediencia privilegiando algunos valores en detrimento de otros. La “fórmula alberdiana” tradujo en 1880 una concepción del orden político que latía en germen desde los albores de la organización nacional junto con los valores liberales del progreso, la exitosa experiencia de la “república portaliana” en Chile y, en general, los argumentos que recomendaban un cuidadoso examen de la resistencia que ante la innovación ofrecía el poder tradicional en las sociedades criollas. No fue tan sólo una abstracta concepción del orden. El régimen del 80 asumió esta dimensión que apuntaba hacia lo deseable, pero se encarnó a través de hechos y prácticas. Quien procura establecer un vínculo significativo entre una teoría del régimen deseable y la práctica política, debe tomar distancia frente a ciertos riesgos, fuentes de inconsistencias o de unilaterales interpretaciones. La cuestión exige un modo de comprensión que incorpore al campo de la historia las experiencias vividas o las significaciones suscitadas por esas experiencias que trascienden las conciencias individuales. Esa experiencia incompleta y fragmentaria, ha sugerido al autor una asociación significativa de la fórmula que prescribió y describió Alberdi con la acción política que transcurre entre 1880 y 1910. Un modo de aproximación semejante parece adecuado al entendimiento político
del régimen del 80 y no pretende penetrar en otros territorios librados al análisis de la historia económica o social. Los conflictos políticos atravesaron momentos de sobresalto, violencia y negociación que no afectaron, pese a la intensidad y extensión de muchas oposiciones, la perdurabilidad, durante décadas, de ciertos rasgos institucionales propios de un régimen hecho de comportamientos recurrentes. Esta imagen del régimen político semeja un tipo ideal capaz de imponer coherencia conceptual, generalizando, a un conjunto de acciones singulares. Se verá entonces la importancia otorgada al control de la sucesión política que impusieron los cargos ejecutivos más altos sobre el resto de la clase política que emprendía una actividad opositora. El desgaste del régimen obedeció a la acción de fuerzas sociales y movimientos ideológicos que se localizaron en diferentes puntos del espacio político. Por su parte, las facciones que actuaban dentro de las fronteras del régimen se dividieron y enfrentaron en sucesivas querellas. Estos conflictos acunaron el desarrollo de la oposición interior, convergencia de políticos y publicistas que plantaron en medio de las disputas la palabra síntesis del mal que aquejaba la política argentina. El régimen fue, desde entonces, oligárquico. Había pasado el momento alberdiano cristalizado en la autoridad de Julio A. Roca. Ahora ocupaban el primer plano de la escena los reformadores: Roque Sáenz Peña, Indalecio Gómez, Joaquín V. González y el mismo Pellegrini. La reforma que se perseguía tenía límites: el más importante, sin duda, lo imponía la necesidad de conservar el poder. Los reformadores condensaron sus expectativas de cambio en una decisión legislativa, en una ley electoral. En los debates públicos, previos a la sanción de la ley, las predicciones optimistas obraron el milagro de la unanimidad. Nadie sucumbió ante la robusta confianza de los vaticinios. Si en aquella circunstancia agonizaba la esperanza de controlar un cambio pacífico bajo el amparo del poder y la ilustración de los reformadores, triunfaban, en cambio, los valores últimos que ellos compartían. En poco más de medio siglo la Argentina transitó aceleradamente sobre las fases de la ciudadanía civil, política y social. La ley Sáenz Peña fue la última respuesta a esa pasión tenaz por el progreso
• Capítulo I: Los orígenes del régimen del ochenta:
Siete décadas no habían bastado para constituir una unidad política, ni para legitimar un centro de poder que controle a lo largo del territorio nacional. Esto es lo que se planteaba en 1880. La solución a tal problema se alcanzo por medio de la fuerza. Se llevaba adelante un enfrentamiento entre dos regiones que reivindicaban intereses contrapuestos: Buenos Aires y el interior. Se trataba de una ciudad puerto abierta al exterior, asiento histórico del Virreinato ; el interior en cambio cubría una realidad geográfica mucho mas extensa donde había poderes embrionarios constituidos sobre la autoridad tradicional de caudillos que se desplazaban desde el Litoral hasta los llanos de La Rioja.
La constitución de una unidad política: El significado del conflicto entre Bs As y el interior residía en su falta de solución, pues ambas partes se enfrentaban sin que ninguna lograra imponerse a la otra. El monopolio de la violencia es la característica de una Unidad Política. De un modo u otro, por la vía de la coacción o por el camino del acuerdo, un determinado sector de poder adquiere control imperativo sobre el resto. Este sector es supremo, constituye el centro con respecto al cual se subordina el resto de los sectores y recibe el nombre de poder político o poder central.
En la Argentina del siglo pasado cuando Urquiza derrotó a Rosas en la batalla de Caseros, vio su fin una forma de gobierno caracterizada por una descentralización autonomista según la cual las provincias ( que en aquel entonces se llamaban Confederación Argentina) se reservaban la capacidad de decisión. El sistema benefició a las provincias mas fuertes, ese era el objetivo de Urquiza. Los gobernadores se reunieron en la capilla de San Nicolás de los Arroyos y celebraron un pacto que los comprometía a celebrar un Congreso Contituyente para organizar políticamente a las 14 provincias. El camino elegido fue el acuerdo: los gobernadores elaboraron uun consenso por el que cedían una parte del poder de decisión, con tal objeto establecieron
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