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Enviado por gabriel90z • 7 de Octubre de 2014 • 2.545 Palabras (11 Páginas) • 371 Visitas
La importancia del lenguaje oral en educación infantil
Montserrat Bigas Salvador
Introducción
El desarrollo del lenguaje oral en la etapa de educación infantil tiene máxima importancia, puesto que es el instrumento que permitirá a niños y niñas realizar un aprendizaje escolar satisfactorio, sobre el que se fundamentarán todos los conocimientos posteriores. En el marco de la reforma, la administración educativa le otorga esta importancia al considerarlo un contenido de enseñanza y determinar unos objetivos de aprendizaje.
Sin embargo, no siempre el lenguaje oral ha gozado de esta consideración: durante muchos años, el lenguaje escrito ha sido el centro de atención y de preocupación máxima entre los enseñantes; el lenguaje oral no era considerado objeto de enseñanza estructurada. Se exigía a los alumnos su competencia, sin más, como si a ésta se llegara de forma natural, por el simple hecho de hablar.
Por diversas causas, esta perspectiva ha ido cambiando con el paso de los años, desembocando en una revisión del estado y la función del lenguaje oral en la enseñanza.
Una de estas causas está relacionada con el ámbito de la lingüística y, concretamente, con el estructuralismo. Desde la publicación de la obra de Saussure, el lenguaje oral empieza a ser considerado objeto de estudio en sí mismo; se defiende su primacía sobre el lenguaje escrito, que es visto únicamente como la representación del oral. Estos trabajos preparan el camino hacia estudios posteriores sobre la función y las características del lenguaje oral, su relación con el escrito y el lugar que debe ocupar en el currículum como contenido de aprendizaje.
Otra de las causas que ha influido en el cambio de perspectiva es la democratización creciente de la acción educativa, que ha supuesto una participación más alta del alumnado en las tareas escolares, en la medida en que se ha valorado, cada vez más, la necesidad de incorporar al sujeto que aprende en su propio proceso de aprendizaje; y esta participación pasa por la intervención oral de los alumnos en la actividad escolar y por la interacción entre todos los miembros como forma cooperativa de trabajo.
Finalmente, el interés de la psicología por la influencia del lenguaje infantil en el desarrollo cognitivo del niño ha contribuido a realzar la importancia del lenguaje oral en los primeros años. Los trabajos de Vigotsky (1988) ponen de relieve esta importancia, sobre todo en lo concerniente al lenguaje como instrumento para organizar el pensamiento, para reflexionar.
Éstos y otros factores han motivado una reflexión profunda sobre la importancia del lenguaje oral en la etapa inicial de la escolarización, que ha culminado en los planteamientos actuales.
En las siguientes páginas reflexionaremos sobre lo que el niño debe aprender y las capacidades que debe desarrollar en relación al lenguaje oral. Para ello, será necesario hablar, previamente, de las dos funciones básicas del lenguaje: la comunicación y la representación. Asimismo, hablaremos del nivel de desarrollo lingüístico que presentan los niños cuando ingresan en el parvulario.
Las funciones del lenguaje oral
Desde un punto de vista social, el lenguaje permite la comunicación entre las personas de forma que se convierte en instrumento útil de socialización, a la vez que sirve para satisfacer las necesidades básicas, para expresar sentimientos, para regular el comportamiento de los demás, etc. Ésta es, quizá, la función más evidente y la que, por lo tanto, guía la mayoría de actividades que se preparan en la escuela. Liberar la expresión; aumentar la competencia gramatical referida a los sistemas fonológico, morfosintáctico, léxico y semántico; enseñar a los niños los aspectos pragmáticos del discurso: las peticiones de turno, la formulación de preguntas, la intervención en los debates, etc., son objetivos presentes en las programaciones escolares.
Pero no podemos olvidar que, desde un punto de vista individual, el lenguaje oral es un instrumento de codificación del pensamiento. Permite organizarlo y ayuda a la reflexión y a la conceptualización. El ejercicio de esta función tiene enormes repercusiones en el desarrollo cognitivo del individuo, puesto que hace progresar las capacidades mentales superiores involucradas en los procesos de aprendizaje, como son la abstracción, la capacidad de análisis y síntesis, la capacidad de representar a personas, objetos y situaciones más allá del "aquí y ahora". En palabras de Luria (1980)
"El lenguaje tiene la finalidad de dar forma final al pensamiento; de prepararlo para la actividad intelectual, a la vez que indica la naturaleza social de la actividad intelectual del hombre, hecho que le distingue radicalmente del animal."
Paradójicamente, esta función, relacionada con la capacidad de simbolizar, aunque tiene una importancia relevante, es la que recibe menos atención y la que pasa más inadvertida en la escuela.
La llegada del niño a la escuela
Al entrar en el parvulario, la competencia comunicativa de los niños está suficientemente desarrollada para permitirles utilizar el lenguaje para la mayoría de funciones que requiere su relación con el entorno. El nivel de desarrollo no es, con todo, homogéneo, sino que existen diferencias observables entre los niños. Estas diferencias pueden tener causas diversas. Quizá la más destacable, excluyendo las dificultades individuales relacionadas con algún trastorno físico, psíquico o afectivo, provenga de las experiencias lingüísticas que hayan tenido los niños en la familia o con el entorno en el que hayan crecido.
La importancia de la experiencia familiar fue puesta de manifiesto por Bernstein (1985), a pesar de que sus tesis suscitaron muchas críticas. Según sus estudios, la clase de familia y su organización generan un tipo de relaciones entre sus miembros que condiciona el desarrollo lingüístico de los niños y las niñas; por ejemplo, la posibilidad de usar un lenguaje descontextualizado, independiente de la situación de producción, sólo se produce en familias que mantienen conversaciones sobre temas no vinculados a cuestiones estrictamente domésticas. Estas situaciones favorecerían el uso de un lenguaje más abstracto y preciso; el tipo de lenguaje propio del ámbito escolar. Estas familias manifiestan, también, una tendencia hacia un reparto de roles más democrático, que concedería al niño más posibilidades de participación, de intervención y de uso del lenguaje para funciones diferentes de las estrictamente relacionadas con las necesidades inmediatas: pedir, ordenar, controlar, expresar necesidades básicas, etc.
Sucede, pues, que, al entrar en el colegio, el bagaje en el desarrollo lingüístico
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