HISTORIAS AMERICANAS MEDIANTE LAS OBRAS: CARTA DE JAMAICA Y EL MATADERO
Enviado por amoryfuego • 16 de Junio de 2014 • 2.481 Palabras (10 Páginas) • 451 Visitas
HISTORIAS AMERICANAS MEDIANTE LAS OBRAS: CARTA DE JAMAICA Y EL MATADERO
Se dice que la literatura ha estado presente en toda época humana, cada una con su respectiva complejidad; en américa durante la época de la conquista, se escribió bastante, aunque no en un sentido estrictamente literario, las cartas y crónicas buscaban dar testimonio de lo acontecido durante la conquista española, es así como nos enteramos de la historia, de las ficciones de los navegantes colonos y las crueles realidades que aquí se evidenciaban. Después una epístola muy peculiar se conoce en 1815, donde nos exhibe un panorama general de la época, casi un manifiesto donde Simón Bolívar nos muestra gran cantidad de sus expectativas con estas tierras, la carta de Jamaica, que junto al matadero de Esteban Echeverría, nos enunciarán unas épocas (independencia y república) marcadas por la violencia, el fanatismo religioso - político, y un atraso cultural, que aún hoy sufrimos. Son de estos dos textos (carta de Jamaica y el matadero) de donde tomaremos las principales ideas para situarnos en esas épocas ya mencionas.
Este continente, autobautizado por los nativos antes de la llegada de los europeos como Abya Yala, ha sufrido grandes cambios políticos, económicos, sociales y culturales, que representarían un avance o un atraso en la calidad de vida de los habitantes de este espacio del mundo. Por medio de la carta de Jamaica o “contestación de un americano meridional a un caballero de esta isla” observamos la complejidad para dar razón sobre el continente, debido a su extensión y diversidad, proclamándose impedido a contestar lo que su destinatario (Henry Cullen) le urgía saber; “Así, me encuentro en un conflicto, entre el deseo de corresponder a la confianza con que usted me favorece, y el impedimento de satisfacerle, tanto por la falta de documentos y de libros, cuanto por los limitados conocimientos que poseo de un país tan inmenso, variado y desconocido como el Nuevo Mundo. En mi opinión es imposible responder a las preguntas con que usted me ha honrado. El mismo barón de Humboldt, con su universalidad de conocimientos teóricos y prácticos, apenas lo haría con exactitud, porque aunque una parte de la estadística y revolución de América es conocida, me atrevo a asegurar que la mayor está cubierta de tinieblas y, por consecuencia, sólo se pueden ofrecer conjeturas más o menos aproximadas, sobre todo en lo relativo a la suerte futura, y a los verdaderos proyectos de los americanos; pues cuantas combinaciones suministra la historia de las naciones, de otras tantas es susceptible la nuestra por sus posiciones físicas, por las vicisitudes de la guerra, y por los cálculos de la política.” (Bolívar, 1815:1)
América vivía en ese entonces un proceso de reconquista española encabezado por el general pablo Morillo quien a sangre y fuego intenta restablecer el virreinato de Nueva Granada, este periodo histórico que comienza con la toma de Cartagena y concluye con las condenas a miembros de la insurrección de Nueva Granada, se denomina "Régimen del Terror". Por toda américa se difunde la voz de hacerle resistencia a Morillo, la gente ve oportuno separarse de España para rehacer en américa una gran nación. “Dos millones y medio de habitantes están esparcidos en aquel territorio (...Quito) que actualmente defienden contra el ejército español bajo el general Morillo, que es verosímil sucumba delante de la inexpugnable plaza de Cartagena. Mas si la tomare será a costa de grandes pérdidas, y desde luego carecerá de fuerzas bastantes para subyugar a los morigeros y bravos moradores del interior.” (Bolívar, 1815:3)
Bolívar escribe respecto de la reconquista española teniendo en cuenta de que España venía de pasar cinco años de guerra “¡Qué demencia la de nuestra enemiga, pretender reconquistar América, sin marina, sin tesoros y casi sin soldados! Pues los que tiene, apenas son bastantes para retener a su propio pueblo en una violenta obediencia, y defenderse de sus vecinos. Por otra parte, ¿podrá esta nación hacer el comercio exclusivo de la mitad del mundo sin manufacturas, sin producciones territoriales, sin artes, sin ciencias, sin política?” (Bolívar, 1815:4)
El libertador señala como aspectos negativos la conducta de los españoles con la población americana, desde las atrocidades perpetradas contra los indígenas a partir del descubrimiento, hasta las crueldades que han puesto en práctica durante la guerra de independencia. Con respecto a lo que Bolívar observaba en los pobladores y unos de los males que imposibilitaban el avance de un continente donde se respirara libertad, era el hilo que nos unía con España, pues el rompimiento de este, mostraría que esta hija adoptada ya podría caminar sola y forjar su camino; “El hábito a la obediencia; un comercio de intereses, de luces, de religión; una recíproca benevolencia; una tierna solicitud por la cuna y la gloria de nuestros padres; en fin, todo lo que formaba nuestra esperanza nos venía de España. De aquí nacía un principio de adhesión que parecía eterno; no obstante que la inconducta de nuestros dominadores relajaba esta simpatía; o, por mejor decir, este apego forzado por el imperio de la dominación. Al presente sucede lo contrario; la muerte, el deshonor, cuanto es nocivo, nos amenaza y tememos: todo lo sufrimos de esa desnaturalizada madrastra. El velo se ha rasgado y hemos visto la luz y se nos quiere volver a las tinieblas: se han roto las cadenas; ya hemos sido libres, y nuestros enemigos pretenden de nuevo esclavizarnos. Por lo tanto, América combate con despecho; y rara vez la desesperación no ha arrastrado tras sí la victoria.” (Bolívar, 1815:2)
La propuesta de Bolívar era ambiciosa, pues pretendía integral a toda américa en una sola nación, que se rigiera por un solo gobierno, decía que no pretendía una república, pues consideraba a este continente muy joven para tal labor, pero tampoco una monarquía pues es inútil y los problemas más necesarios no se solucionarían; “Yo deseo más que otro alguno ver formar en América la más grande nación del mundo, menos por su extensión y riquezas que por su libertad y gloria. Aunque aspiro a la perfección del gobierno de mi patria, no puedo persuadirme que el Nuevo Mundo sea por el momento regido por una gran república; como es imposible, no me atrevo a desearlo; y menos deseo aún una monarquía universal de América, porque este proyecto sin ser útil, es también imposible. Los abusos que actualmente existen no se reformarían, y nuestra regeneración sería infructuosa. Los Estados americanos han menester de los cuidados de gobiernos paternales que curen las llagas y las heridas del despotismo y la guerra”. (Bolívar, 1815:10)
Parafraseando a William Ospina,
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