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Informe Literatura Hispanoamericana


Enviado por   •  8 de Abril de 2016  •  Ensayo  •  1.862 Palabras (8 Páginas)  •  356 Visitas

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El texto, Relación Acerca de las Antigüedades de los Indios, escrito por Fray Ramón Pané, luego de su llegada a la isla La Española cuando embarcó en el segundo viaje de Colón al nuevo mundo. Ramón Pané, un fraile de la Orden de San Jerónimo, fue llevado por Colón en este viaje para que estudiara y aprendiera sobre las creencias e idolatrías de los indígenas del nuevo mundo, pero en específico, los de La Española. Sobre las de los indios, el fraile descubre que tienen sus propias ideas en torno a su religiosidad, su origen como personas, la muerte, remedios para curar enfermedades, entre muchas otras cosas. Con respecto a su origen, el fraile escribe que los indios piensan que son oriundos de dos cuevas llamadas Cacibajagua y Amayaúna que se encuentran en una montaña llamada Cauta de la provincia Caonao de la misma isla, y que la mayoría de la gente que pobló la isla salió de la primera mencionada. Según ellos, antes de salir de aquella cueva, ponían a uno de los indios a hacer guardia de noche y se le encargaba la tarea a uno llamado Mácocael; el cual por tardarse en volver a la cueva, según el texto, lo arrebató el sol de allí y lo transformó en piedra, parecidamente, un día que otros fueron a pescar, fueron cogidos también por el sol y transformados en árboles llamados jobos y mirabálanos. La razón por la cual Mácocael hacía guardia era “para ver hacia que parte mandaría o repartiría la gente.” Más adelante, dos de los indios que quedaron en la cueva, Guahayona y Yahubaba, decidieron marcharse ya que vieron que los otros que fueron en busca de las hierbas para lavarse no y convencieron a las mujeres a que se fueran con ellos y dejaran a sus maridos e hijos, solo para dejarlas luego en un lugar llamado Matitinó. Al quedarse sin mujeres, se relata en la crónica que los hombres que quedaron solos en la isla, mientras se lavaban “vieron caer de algunos árboles, bajándose entre las ramas, una cierta forma de persona, que no eran hombres ni mujeres, ni tenían sexo de varón ni de hembra, las cuales fueron a coger; pero huyeron como si fuesen anguilas.” Al no poder atraparlas, buscaron a hombres que fueran caracaracoles (que tuvieran una condición parecida a la sarna que hace la piel áspera) y al no tener sexo definido, tomaron un pájaro que agujerea árboles, llamado inriri y se lo ataron al cuerpo de cada persona; según lo escrito por el fraile “de este modo dicen los indios que tuvieron mujeres, según cuentan los más viejos.” Por otra parte, Ramón Pané relata según lo que le dijeron los indios acerca del origen del mar. En el noveno capítulo se explica como un hombre llamado Yaya desterró a su hijo, llamado Yayael (significa hijo de Yaya), por cuatro meses, porque este segundo lo quería matar. A pesar de esto, Yaya terminó matando a su hijo y colocó sus restos dentro de una calabaza y la colgó en su casa. Un día, la esposa de Yaya, queriendo ver los restos de su hijo, decidió bajar la calabaza y observó como salieron muchos peces de los cuales comieron. Tras este suceso, unos cuatrillizos, hijos de una mujer llamada Itiba Cahubaba quisieron tomar la calabaza que contenía los restos de Yayael a espaldas de su padre, del cual comieron muchos peces, según la lectura: “Mientras comían, sintieron que venía Yaya de sus posesiones, y queriendo en aquel apuro colgar la calabaza, no la colgaron bien, de modo que cayó en tierra y se rompió. Dicen que fue tanta el agua que salió de aquella calabaza, que llenó toda la tierra, y con ella salieron muchos peces; y de aquí dicen que haya tenido origen el mar.” Del mismo modo, en la crónica de puede leer como los indios le relataban al fraile que el Sol y la Luna salieron de una cueva llamada Iguanaboina ubicada en un país de un cacique de nombre Mautiatihuel. Por otra parte, pensaban que las personas muertas se trasladaban a un lado de la isla llamado Coaybay, además creían los mismos salían a pasear de noche y que para reconocer a los difuntos andantes debían tocarle el vientre, de manera que si no tenía ombligo, era un muerto. Acorde con el texto, los “médicos” indígenas eran llamados behiques y dice así: “El médico está obligado a guardar dieta, lo mismo que el paciente, y a poner cara de enfermo. Lo cual de hace de este modo que ahora sabréis. Es preciso que también se purgue como el enfermo; y para purgarse toman cierto polvo, llamado cohoba, aspirándolo por la nariz, el cual les embriaga de tal modo que no saben lo que hacen.” De esta forma los behiques “hablaban con los cemíes” y le comunicaba al enfermo que de ellos les había llegado la enfermedad. Según el relato de Ramón Pané, luego de estar purgados el enfermo, el behique y los presentes, comen algunos huesos y un poco de carne solo para vomitarlos al tomar un jugo de hierbas con el fin de que no les haga daño. Luego de un momento de reposo el behique se levanta y comienza el espectáculo, empieza a temblar, entonar algún ritmo, palpando al enfermo en las piernas, chupándolo por el cuello, soplándole las manos y comienza a toser y escupe un pedazo de hueso, carne o piedra que se había colocado en la boca en su casa o de camino a la misma para hacer creer al paciente que ese era el origen de sus males, a su vez enviado por los cemíes. Sin embargo, en el caso de la muerte del enfermo por culpa de los remedios del behique, los familiares no se atrevían a enfrentar directamente al mismo; primero hacían un jugo de unas hierbas y tomaban las uñas y cabellos del muerto, los trituraban y los colocaban en el jugo, que, a su vez, le daban de beber al muerto por boca o nariz. Luego de darle esta mezcla, le preguntan al muerto sobre su muerte y si se mantuvo la dieta, según la lectura: “Y esto se lo preguntan muchas veces, hasta que al fin habla tan claramente como si estuviese vivo; de modo que viene a responder a todo aquello que le preguntan, diciendo que el behique no guardó la dieta, o fue causante de su muerte aquella vez.” De darse el caso que encuentren culpable al behique, los parientes del muerto “le dan tantos palos que le rompen las piernas y los brazos y la cabeza, moliéndolo todo.” Luego de este tema, Ramón Pané habla en el capítulo diecinueve de cómo se hacen los cemíes. Los de madera comienzan su proceso cuando un individuo va andando cerca de un árbol y se mueve la raíz, la persona procede a llamar a un behique para que le pregunte si quiere que lo corte, de qué manera, ente otras cosas. En la crónica se habla que existen numerosos cemíes de diferentes formas, por ejemplo, el cemí Baibrama había sido quemado en la guerra y al lavarlo con el jugo de la yuca, “le crecieron los brazos y le nacieron los ojos y le creció el cuerpo.” Este cemí le traía  enfermedades a sus dueños, según los behiques, porque no le habían mandado de comer. También se habla de un cemí llamado Opiyelguobirán, hecho de madera y que tenía cuatro piernas, así como las de un perro; el mismo, según los indios, salía de la casa por la noche y se iba a las selvas. Pero al llegar los cristianos, “se escapó y se fue a una laguna; y que lo siguieron por sus huellas, pero que nunca más lo vieron.” Del mismo modo de habla de un cemí mujer llamado Guabancex que estaba acompañado por dos más, uno llamado Guataubá y el otro Coatrisquie. Guabancex se encarga de mover los vientos y el agua cuando se enoja, Guataubá hace que los otros cemíes de la provincia provean viento y lluvia y Coatriquie recoge las aguas entre los valles y luego las deja correr para que destruyan los países. Más adelante, en el capítulo veinticinco se habla de cómo, durante un ayuno, un cacique afirma haber hablado con el dios Yucahuguamá, que le dijo que después de su muerte gozarían poco tiempo, porque vendrían una gente vestida que los dominarían, matarían y se morirían de hambre. A pesar de esto, el fraile fue encomendado por Colón para “iluminar” con su fe católica a los principales de la provincia de Macorís. Ramón Pané bautizó a cuatro de los hijos de Guanáoboconel en su casa, debido a que uno había fallecido. El texto relata: “El primero que recibió la muerte, y el agua del santo bautismo, fue un indio llamado Guatícaba, que después tuvo el nombre de Juan.” Pero luego de este acontecimiento, Colón decide retirar al fraile debido a que la lengua de la provincia de Macorís no se entendía por toda la isla, y así pasó a vivir con un cacique llamado Guarionex, pero no antes de llevarse consigo algunos de los indios ya bautizados. Entre ellos estaba lo que el autor llama “el mejor de los indios, y el más entendido en la fe católica; y después me lo quitó.” Refiriéndose a Guatícabanu, que pasó a llamarse Juan. Durante dos años el fraile estuvo ensenándole las costumbres cristianas a Guarionex, llegó a aprender el Padre Nuestro, el Ave María y el Credo. Según él, “al principio mostró buena voluntad y dio esperanzas de querer ser cristiano”, pero luego abandonó estas costumbres, debido a que otros caciques principales le reprimían porque quería obedecer a los cristianos y le convencieron de que eran malvados y lo que querían era tomar sus tierras por la fuerza. Al Guarionex cambiar su voluntad, el fraile decide irse a las tierras de Mabiatué, pero a los dos días de haberse marchado, unos hombres envíados por Guarionex entraron a un adoratorio que había hecho labrar Ramón Pané y que estaba en custodia de la familia del primer bautizado, Juan Mateo, y tomaron los adoratorios y otros objetos religiosos. Algunas de las imágenes fueron destruidas, pero otras las enterraron en un campo de labranza y orinaron encima de ellas como parte de un ritual para fertilizar las siembras. Al Bartolomé Colón, hermano de Cristóbal, enterarse de estos hechos, mandó a quemar públicamente a los individuos que perpetraron este acto. Por último, creo se puede ver el desprecio del fraile hacia las creencias, costumbres y la falta de un lenguaje escrito de los indios en varias partes del texto. Por ejemplo, en la página trece el fraile escribe: “Y como no tienen letras ni escrituras, no saben contar bien sus fábulas, ni yo puedo escribirlas bien. Por lo cual creo que pongo primero lo que debiera ser último y lo último primero.” También se puede observar en la página 26 cuando se refiere a los cemíes y dice lo siguiente: “Las cuales cosas creen aquellos simples ignorantes que hacen aquellos ídolos, o por hablar más apropiadamente, aquellos demonios, no teniendo conocimiento de nuestra santa fe.”

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