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La Charreria


Enviado por   •  29 de Noviembre de 2012  •  1.972 Palabras (8 Páginas)  •  2.500 Visitas

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La Charrería

La peculiar figura del charro mexicano es un símbolo de nuestra mexicanidad.

Desde una perspectiva, histórica, la figura del charro mexicano, se remonta a la época de la colonia, cuando se originaron las haciendas de economía mixta, agrícola-ganadera, conocidas como estancias o ranchos.

Sin embargo el primer contacto de los pobladores indígenas de América con el caballo, animal de cuatro largas patas, empleado como medio de transporte, se remonta a la época de la conquista.

En 1519, Hernán Cortés originario de Extremadura, España zarpó con su flota, proveniente de Cuba decidido a emprender la conquista de México.

Llevaba bajo sus órdenes menos de 700 hombres entre marinería y soldados.

Cuando la expedición llegó a México en abril, las tribus del litoral, sometidas a los aztecas, acogieron a Cortés como libertador, identificándolo como Quetzalcoatl,

Cortés desembarca en Veracruz en 1519.

el dios rubio, de piel clara y ojos azules, que según la leyenda había de regresar en su ayuda, procedente del mar.

Al desembarcar, los conquistadores españoles traían consigo 14 caballos a quienes los habitantes indígenas confundieron como caballo y jinete en un solo ser. Fueron tomados por monstruos, ya que los indígenas no conocían semejante animal.

Las armaduras, los cañones y los fusiles contribuyeron a la convicción de que Cortés y sus hombres eran seres superiores, declarándose la población indígena en sumisión.

Con las huestes del extremeño llegaron 16 caballos que en Tabasco hicieron por primera vez su aparición bélica con 'pretales y cascabeles', mostrando el arte de montar a los aborígenes.

Bernal Díaz del Castillo, conquistador y hombre de campo, entendido en equinos, supo relacionarlos con los nombres de sus dueños.

Bernal Díaz del Castillo

"Un caballo zaino, una yegua alazana muy buena, de juego y de carrera; una yegua rucia de buena carrera; otra yegua rucia muy poderosa, un caballo castaño oscuro muy bueno y gran corredor: un buen caballo castaño, perfecto castaño, buen corredor; un caballo overo, labrado de las manos y era bien revuelto; un caballo overo, algo sobre morcillo, no bueno para cosa ninguna; un caballo muy bueno de color castaño algo claro y muy buen corredor, es muy buen caballo oscuro, que le decían el Arriero y una yegua castaña

que parió en el navío; es decir el primero nacido en tierra mexicana."

Aquellos caballos y yeguas, fueron los primeros que trotaron por el territorio.

Sin embargo por razones de tiempo y de guerra no deben considerarse aún como la simiente de la caballada mexicana.

En tiempos de conquista, los caballeros portaban armadura, a veces mallas, yelmo y rodela.

La caballería fue un arma de gran provecho en la conquista, y aun muchos años después.

Existen unos estribos, hallados en los médanos de Veracruz: son romos por la parte que roza la barriga del caballo, y hacia afuera y por debajo del pie llevan cuchillas, así se comprende por qué los jinetes también se defendían con los pies.

Hasta 1619, los caballos estaban prohibidos para los indígenas y los criollos, aún cuando ellos fueran fueran descendientes de reyes.

Matanza de Cholula, Lienzo de Tlaxcala

Conocido es que la legislación europea fue inflexible para castigar a los infractores hasta con la pena de muerte.

Sin embargo, los indios y los mestizos tenían que ocuparse del cuidado de todos los animales y como los caballos estaban en libertad, había que lazarlos, jinetearlos y amansarlos con la reata.

Fue así como Don Antonio de Mendoza, primer virrey de la Nueva España, (1535-1550) se vio obligado a otorgar permisos para que los indios montaran, pues había que defender la tierra y cuidar el ganado.

En 1619 , el virrey Luis de Tovar Godínez otorgó el primer permiso escrito para que 20 indígenas en la Hacienda de San Javier , Pachuca, actual capital de Hidalgo, "pudieran montar libremente caballos con silla, freno y espuelas.

Las necesidades rurales variaron las circunstancias, pues se precisó de la ayuda de los aborígenes para la guerra y los servicios rurales.

Dentro de los precursores de la Charrería en México, se reconoce a Sebastián de Aparicio (1502-1602).

Sebastián llegó a la Nueva España en 1532, desempeñándose como carretero y constructor de caminos.

Más tarde, adquirió una hacienda en Puebla dedicándose a la ganadería y la agricultura, así como amansador e instructor de actividades relacionadas con la domesticación y aprovechamiento de las bestias para el tiro, la carga y la silla.

Sebastián de Aparicio, murió en su hacienda de Puebla en 1602.

La Fiesta Charra durante la Colonia…

En el siglo XIX, durante la época de la colonia, los terratenientes, poseedores de ganado y propietarios de grandes extensiones de tierra, fueron los mayormente beneficiados con la economía rural, para la cual, requirieron de gran cantidad de trabajadores.

Las haciendas prósperas, llegaron a emplear varios centenares de peones permanentes, un tanto eventuales y en menor cantidad de arrendatarios y de aparceros que se encontraban en los límites de las haciendas, esparcidos en rancherías o congregaciones y en pequeños caseríos.

El agro mexicano giró durante varios siglos en torno a la economía de las haciendas, predominando aquellas criadoras de ganado mayor, en donde

Charros en la época colonial.

surgieron, una significativa escala de trabajadores protagonistas de hechos que darían origen al charro y a la charrería.

Los trabajadores de las Haciendas, teniendo mayor injerencia la población de libre movilidad como los arrendatarios, aparceros y rancheros, dejaron grata memoria escrita de aquellas faenas camperas, finalizadas en festejo, conocidas como Rodeos.

Conforme a lo reglamentado en 1574, el rodeo era una batida circular que hacían los vaqueros montados en sus caballos para bajar el ganado de las serranías y concentrarlo en un punto donde se haría la selección de animales, ayudándose de largas puyas con punta de hierro, similares a las garrochas.

Los animales sin marca “orejones” se repartían entre los distintos “señores de ganado”, y los de marca desconocida eran entregados a los representantes de las autoridades virreinales como bienes mostrencos.

La faena de amansar y arrendar o hacer a la rienda los caballos

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