La identidad de los pueblos.

SOBRE LA IDENTIDAD DE LOS PUEBLOS

 La identidad de un objeto se constituye por aquellas cosas que lo diferencian de los demás y permanecen en él mientras sea el mismo objeto. Un objeto deja de ser dicho objeto si pierde las características que nos permitan distinguirlos. Identificar a un objeto nos permite identificarlo en un tiempo y espacio determinados.

La identidad de un pueblo la podemos entender como lo que un sujeto se representa cuando se reconoce a otra persona como miembro de ese mismo pueblo, esta es una representación compartida por los miembros del pueblo que terminarían por convertirse en una colectividad.

Los individuos están dentro de una sociedad y su desarrollo personal no puede llevarse a cabo sin el intercambio con ella, ya que gracias a ese intercambio se va formando la personalidad, las creencias, las actitudes, etc.

La búsqueda de la identidad cumple como función evitar la ruptura en la historia, seguir la historia que los ancestros han comenzado, asumir el pasado para tener un mejor futuro.

La representación de una identidad nacional o étnica no necesariamente es compartida por todos los miembros del grupo, corresponder a un proyecto de un grupo particular dentro de la sociedad y servir a sus intereses. Existen diferentes significados de identidad nacional en grupos sociales diferentes, que responden a intereses opuestos. Un individuo social puede tener distintas identidades como son de grupo, clase, comarca, religión, etnia, nacionalidad, etc. Por tanto, la identidad de un pueblo no puede definirse como tal ya que es algo que se construye poco a poco.

La representación que una colectividad tiene de sí misma no siempre se vuelve tema de una reflexión expresa. Se manifiesta en los comportamientos colectivos, se transmite en la educación, se difunde en los medios de comunicación, se discute en las controversias políticas, se expresa en las obras culturales y en las formas de convivencia, a menudo de manera implícita y poco consciente.

Existen dos modelos que suponen la concepción de la identidad. Ambos nos hablan sobre la imagen del pueblo con el que podemos, pero sus procedimientos son diferentes. En una vía, esa imagen reproduce los rasgos singulares que nos caracterizan; la llamaremos vía de la singularidad. En la otra, en cambio, la imagen de sí mismo es obra de un proyecto: llamémosla vía de la autenticidad. Ellas tratan de integrar el pasado con el futuro, pero con un énfasis distinto, la primera concibe el futuro gracias a la historia y la segunda juzga a la historia a partir del futuro. La identidad se encontraría al detectar los rasgos que constituyen lo propio, lo peculiar e incomparable de cada cultura.

LA VÍA DE LA AUTENTICIDAD

Una persona es “autentica” si: las interacciones con otras personas y sus valoraciones son consistentes con sus deseos reales y sus comportamientos ya que estos responden a sus intenciones, creencias y deseos efectivos. Podemos decir que una cultura es auténtica cuando esta se dirige por proyectos que responden a necesidades y deseos colectivos básicos. Contrario a esto se encuentra la cultura imitativa la cual responde a necesidades y proyectos propios de una situación ajena y distinta a la que vive en un pueblo.

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