Manifiesto De Cartagena
Enviado por Dheer • 5 de Mayo de 2013 • 1.126 Palabras (5 Páginas) • 464 Visitas
Manifiesto de Cartagena
Memoria dirigida a los ciudadanos de la Nueva Granada
por un caraqueño.
15 de diciembre de 1812
Libertar a la Nueva Granada de la suerte de Venezuela y redimir a ésta de la que padece,
son los objetos que me he propuesto en esta memoria. Dignaos, oh mis conciudadanos,
de aceptarla con indulgencia en obsequio de miras tan laudables.
Yo soy, granadinos, un hijo de la infeliz Caracas, escapado prodigiosamente de en
medio de sus ruinas físicas y políticas, que siempre fiel al sistema liberal y justo que
proclamó mi patria, he venido a seguir los estandartes de la independencia, que tan
gloriosamente tremolan en estos Estados.
Permitidme que animado de un celo patriótico me atreva a dirigirme a vosotros, para
Indicaros ligeramente las causas que condujeron a Venezuela a su destrucción,
Lisonjeándome que las terribles y ejemplares lecciones que ha dado aquella extinguida
República, persuadan a la América a mejorar su conducta, corrigiendo los vicios de
Unidad, solidez y energía que se notan en sus gobiernos.
El más consecuente error que cometió Venezuela al presentarse en el teatro político fue,
sin contradicción, la fatal adopción que hizo del sistema tolerante; sistema improbado
como débil y ineficaz, desde entonces, por todo el mundo sensato, y tenazmente
sostenido hasta los últimos períodos, con una ceguedad sin ejemplo.
Las primeras pruebas que dio nuestro gobierno de su insensata debilidad, las manifestó
con la ciudad subalterna de Coro, que denegándose a reconocer su legitimidad, la
declaró insurgente, y la hostilizó como enemigo. La Junta Suprema en lugar de
Subyugar aquella indefensa ciudad, que estaba rendida con presentar nuestras fuerzas
marítimas delante de su puerto, la dejó fortificar y tomar una actitud tan respetable que
dejó subyugar después la confederación entera, con casi igual facilidad que la que
teníamos nosotros anteriormente para vencerla, fundando la Junta su política en los
principios de humanidad mal entendida que no autorizan a ningún gobierno para ser por
la fuerza libres a los pueblos estúpidos que desconocen el valor de sus derechos.
Los códigos que consultaban nuestros magistrados no eran los que podían enseñarles la
ciencia práctica del Gobierno, sino los que han formado ciertos buenos visionarios que,
imaginándose repúblicas aéreas, han procurado alcanzar la perfección política,
presuponiendo la perfectibilidad del linaje humano. Por manera que tuvimos filósofos
por jefes, filantropía por legislación, dialéctica por táctica, y sofistas por soldados. Con
semejante subversión de principios y de cosas, el orden social se sintió extremadamente
conmovido, y desde luego corrió el Estado a pasos agigantados a una disolución
universal que bien pronto se vio realizada.
De aquí nació la impunidad de los delitos de Estado cometidos descaradamente por los
descontentos, y particularmente por nuestros natos e implacables enemigos los
españoles europeos, que maliciosamente se habían quedado en nuestro país, para tenerlo
incesantemente inquieto y promover cuantas conjuraciones les permitían
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