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POBLACION VENEZOLANA


Enviado por   •  5 de Febrero de 2013  •  6.743 Palabras (27 Páginas)  •  532 Visitas

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La población venezolana está caracterizada por un conjunto aglutinado de razas, producto de un proceso de mestizaje que exhibe rasgos muy propios. Su carácter y valor intrínseco debe ser entendido como una variedad de costumbres, rostros y colores que han sido moldeados por aspectos históricos, geográficos y dinámicos.

La dinámica de la población de Venezuela ha dependido fundamentalmente de la confrontación de la natalidad y la mortalidad, pues las migraciones externas han sido, en general, muy reducidas. La comprensión veraz del crecimiento demográfico en la población venezolana debe ser analizado a partir de estos dos factores. La combinación del descenso gradual de la natalidad;

producto de las modificaciones económicas y sociales actuantes en el país a partir de 1958, y la reducción paulatina de la mortalidad; comprendida como la elevación de la expectativa de vida, ha traído como resultado la disminución, lenta pero irreversible, de la tasa de crecimiento natural, lo que ha colocado a la población venezolana en el camino que se dirige a una dinámica menos acelerada. Estas tasas de crecimiento natural han evolucionado en los últimos treinta años y dejan ver claramente que la población venezolana ha estado creciendo a un ritmo acelerado, puesto que en 1960 podía duplicarse en menos de 20 años, lo que aún se llega a conseguir en 1990 con sólo 25 años. Sin embargo, la población venezolana ha estado creciendo con tasas más altas que las formadas exclusivamente por el crecimiento natural, debido a la influencia de la inmigración externa. En este caso, es la tasa de crecimiento real la que se debe tener en cuenta para apreciar la dinámica demográfica, y ella se puede obtener a partir de los diferentes censos de población, los cuales permiten calcular para los períodos intercensales una tasa anual media de crecimiento.

Las principales estructuras de la población venezolana han ido transformándose gradualmente, desde hace unos treinta años, como consecuencia de los cambios económicos y sociales que también en ese lapso han venido suscitándose. Entre las estructuras que reflejan esos cambios se pueden mencionar: la estructura por edad y sexo, la ocupacional y la geográfica. A partir de 1945, el Distrito Federal y los estados Aragua, Carabobo y Miranda, que sólo comprenden el 2,36% de la superficie nacional, han concentrado más del 25% del número de habitantes. Esta tendencia, aunque moderada, se ha durante el periodo intercensal, ya que en 1990 esas cuatro entidades abarcan más del 36% del volumen demográfico. Fuera de ellas, sólo los estados Lara y Zulia llegaron a contener cada uno con más del 6% de la población de ese año. En las entidades mencionadas se agrupaba, en realidad, más del 54% de la carga demográfica de Venezuela en 1990, a pesar de que ellas representaban el conjunto el 11,45% del territorio. Este desequilibrio obedece al fenómeno de polarizar en esas áreas las actividades económicas, administrativas y culturales que emplean mayor fuerza de trabajo. A nivel regional, este fenómeno ha determinado que la región de la costa de la cordillera central, con el 3,14% solamente de territorio, concentre el 38,29% de la población venezolana en aquel año. Sólo dos regiones, la zuliana y la citada anteriormente, que disponen de las fuerzas productivas más importantes de la nación y sólo suman el 10,1% de la superficie, comprendían en 1990 el 50,1% de la población total del país. En estas dos regiones la densidad exhibe valores que superan los 500 habitantes por km2. En el año 2000 la población en Venezuela se reporta con un número de 25.000.000 de habitantes y se estima en 25.420.000 habitantes durante el año 2001, lo cual representa un incremento del 28% en un lapso de 11 años, a una tasa media del 1,7% (1998-2015). Por su parte, la tasa de crecimiento natural estimada para el 2005 estará en un 1,87%.

Venezuela: Política y Petróleo

Un siglo es mucho tiempo, especialmente si lo abordamos desde la perspectiva existencial; literariamente ya García Márquez lo definió con un título inmortal “Cien años de soledad”. Venezuela, en el siglo XX, transita el difícil e inconcluso proceso de la barbarie y la civilización como se acostumbraba decir en el siglo XIX y que en clave venezolana Rómulo Gallegos simbolizó de una manera magistral en su novelística en general y en particular, con su novela “Doña Bárbara”.

Venezuela llega al siglo XX pobre y enferma y no lo digo en sentido figurado; el país, nuestra sociedad, su población (aproximadamente un poco más de 2.000.000 millones de habitantes) mayoritariamente era campesina, analfabeta endémicamente enferma y llena de temores e incertidumbres, acostumbrada como estaba a tener que soportar gobiernos despóticos, tiránicos y dictatoriales. El temor y el miedo eran nuestro verdadero carnet de identidad; todo ello reflejo de una violencia permanente en todos los órdenes, no es casual que la larga hegemonía dictatorial de Juan Vicente Gómez se expresara en el lema “Paz y trabajo”, versión criolla del “Orden y progreso” positivista que sigue flameando todavía hoy en la bandera brasileña.

El país estaba cansado y exhausto, pero todo esto empieza a cambiar en las primeras décadas de nuestro siglo XX gracias a un hecho fortuito y producto del simple azar, el petróleo, cuya abundancia, calidad, y relativa facilidad de extracción y comercialización nos convierten en país petrolero con rango mundial en menos de una década, entre 1914 y 1922, aunque la sociedad venezolana, en su conjunto, tardará más de cuatro décadas en asimilar la importancia del petróleo para el futuro del país y lo hizo desde una perspectiva eminentemente rural con aquello de sembrar el petróleo.

Venezuela entra al siglo XX con 2.542.316 habitantes; cien años después sobrepasa los 25.000.000 de habitantes.

Inauguramos el siglo con una dictadura y salimos de él con una democracia formal, en crisis agónica, eligiendo a un teniente coronel golpista con fuertes y crecientes tentaciones autoritarias y totalitarias, tal como se han evidenciado en esta angustiosa primera década del siglo XXI.

Visto el siglo en perspectiva, no hay duda que avanzamos y progresamos como sociedad, comparándonos con otras sociedades y con nosotros mismos; si tomamos en cuenta la abundancia de recursos fiscales que nuestros gobiernos manejaron y las “ventajas comparativas y competitivas” del país, mucho fue el despilfarro, la corrupción y la ineficiencia y demasiadas las oportunidades perdidas. Nuestro siglo XX nos crea un sentimiento de gratitud y de inconformidad al mismo tiempo. Mucho se logró como país y como sociedad pero se pudo haber logrado mucho más. Si bien no fracasamos como pueblo tampoco fuimos tan

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