Tesis Erroneas De Fidel
Enviado por • 28 de Junio de 2015 • 2.210 Palabras (9 Páginas) • 258 Visitas
Ocho tesis erróneas de Fidel Castro
Fidel Castro y las FARC
James Petras
Rebelión
Traducido por Ulises Juárez Polanco y revisado por Caty R.
Introducción
He apoyado la revolución cubana exactamente durante cincuenta años y reconozco a Fidel Castro como uno de los grandes líderes revolucionarios de nuestro tiempo. Pero nunca he sido un apologista sin sentido crítico: en varias ocasiones he expresado mis discrepancias en medios impresos, en público y en discusiones con líderes, escritores y militantes cubanos. Los artículos y comentarios de Fidel Castro sobre los recientes sucesos de Colombia, concretamente su discurso sobre la liberación por el régimen colombiano de varios prisioneros de las FARC (incluidos tres agentes de la CIA e Ingrid Betancourt) y sus comentarios críticos en torno a las políticas, estructura, prácticas, tácticas y estrategias de las FARC y su reconocido líder, Manuel Marulanda, merecen una seria reflexión.
Las observaciones de Castro piden un análisis y una refutación, no sólo porque sus opiniones son ampliamente leídas e influyen en millones de militantes y admiradores en todo el mundo, especialmente en Cuba y América Latina, sino también porque hoy pretende brindar una base «moral» para la oposición al imperialismo. Igual de importante es que las diatribas y críticas desafortunadas de Castro contra las FARC, Marulanda y el movimiento campesino de guerrillas han sido bienvenidas, publicadas y transmitidas por todos los medios de comunicación capitalistas en los cinco continentes. Fidel Castro, con pocas salvedades, se ha unido dócilmente al coro que condena a las FARC y, como demostraré, sin ninguna razón o lógica.
Ocho tesis erróneas de Fidel Castro
1. Castro argumenta que con la «liberación» de los prisioneros políticos de las FARC «se abría un capítulo de paz para Colombia, proceso que Cuba viene apoyando desde hace más de 20 años como el más conveniente para la unidad y liberación de los pueblos de nuestra América, utilizando nuevas vías en las complejas y especiales circunstancias actuales, después del hundimiento de la URSS …» (Reflexiones del compañero Fidel: La historia real y el desafío de los periodistas cubanos, 3 de julio de 2008).
Lo más sorprendente de esta tesis (y de todo el artículo) es la omisión total de Castro del terror masivo desatado por el presidente colombiano Uribe contra sindicalistas, críticos y comunidades campesinas, documentado por todos los grupos de derechos humanos dentro y fuera de Colombia, en sus últimos artículos. De hecho, Castro exculpa al régimen «uribista» actual, el más criminal, y echa toda la culpa al «imperialismo estadounidense». Desde el «hundimiento de la URSS », y frente a la ofensiva militar dirigida por EEUU, una multitud de movimientos revolucionarios armados han emergido en Líbano, Palestina, Iraq, Afganistán o Nepal, y otros grupos ya existentes en Colombia o Filipinas han seguido su lucha. En América Latina, las «nuevas propuestas» para la revolución fueron de todo menos pacíficas: levantamientos populares masivos que han echado del poder a políticos electorales corruptos en Argentina, Bolivia, Ecuador, Venezuela… y han costado cientos de vidas.
La «liberación» de Betancourt ha fortalecido el puño de acero del régimen de Uribe, ha incrementado la militarización y disimula los constantes asesinatos de sindicalistas y campesinos a manos de los escuadrones de la muerte. Al contrario de lo que dice Fidel Castro, Estados Unidos y el «presidente de los escuadrones de la muerte colombianos» utilizan su «éxito» como refuerzo de los argumentos a favor de acciones militares conjuntas entre EEUU y Colombia. La celebración de Fidel de la acción del régimen colombiano como una «apertura de la paz» sirve para desviar la atención del dictamen del Tribunal supremo colombiano de que la reelección de Uribe fue ilegal por los sobornos del tirano a senadores para enmendar las disposiciones colombianas y permitir su reelección como presidente.
2. Fidel Castro denigra al recién fallecido líder de las FARC, Manuel Marulanda, como un «campesino y militante comunista, líder de la guerrilla» (Reflexiones). En su texto del 5 de julio de 2008 (Reflexiones del compañero Fidel: La paz romana) Castro, con condescendencia, se refiere a un «Marulanda, de notable inteligencia natural y dotes de dirigente, que no tuvo, en cambio, oportunidades de estudio cuando era adolescente. Se dice que pudo cursar sólo hasta el quinto grado. Concebía la revolución como una larga y prolongada lucha, un punto de vista que yo no compartía». Castro es hijo de un terrateniente y fue educado en colegios jesuitas privados y tiene el título de abogado. Da a entender que las credenciales educativas y un mayor status social preparan al líder revolucionario para guiar a los campesinos que no tienen educación formal, pero sí «cualidades naturales de liderazgo» aparentemente suficientes para permitirles seguir a los intelectuales y profesionales, más adecuados para dirigir la revolución.
El repaso de la historia, sin embargo, refuta los alegatos de Castro. Marulanda construyó, en un período de cuarenta años, un ejército de guerrillas más grande y con mayor base de masas que cualquier otra guerrilla inspirada en Castro desde la década de 1960 hasta el 2000.
Castro promovió una teoría de «focos de guerrilla» entre 1963 y 1980, en donde grupos pequeños de intelectuales organizarían un núcleo armado en el interior del país, entrarían en combate y atraerían el apoyo masivo de los campesinos. Todos los focos de guerrillas «castristas» fueron derrotados (aniquilados) rápidamente en Perú, Venezuela, Brasil, Uruguay (focos urbanos), Bolivia y Argentina. Por el contrario, la estrategia de Marulanda de la guerra de guerrillas prolongada se estableció sobre una organización de las bases y fuertes vínculos de los campesinos con los guerrilleros, y se apoyó en la solidaridad de la comunidad, la familia y las clases. Así se construyó, lenta y metódicamente, un ejército político militar nacional del pueblo. De hecho, una revisión seria de la revolución cubana revela que los guerrilleros de Castro fueron reclutados en las agrupaciones de masas urbanas, metódicamente organizadas antes y durante la formación de los focos de guerrilla en 1956-1958.
A pesar de que hay cifras fiables disponibles sobre las FARC, Castro desestimó en un 50% el número de guerrilleros de las FARC, basándose en la propaganda de los publicistas de Uribe.
3. Castro condena la «crueldad» de las tácticas de las FARC «del secuestro y la retención de prisioneros en las condiciones de la selva». Bajo esta lógica, Castro debería condenar cualquier movimiento revolucionario
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