Adolfo Hitler
Enviado por kamilo86 • 7 de Octubre de 2013 • 1.019 Palabras (5 Páginas) • 363 Visitas
“MI LUCHA” (“Mein Kampf”), de Adolfo Hitler, es un libro de palpitante actualidad y sin duda
una de las obras de política más sensacionales que se conoce en la postguerra. Circula por el mundo
traducido a ocho idiomas diferentes y hace tiempo que la edición alemana ha alcanzado una cifra de
millones.
Si hasta antes del 30 de enero de 1933, fecha en que Hitler asumió el gobierno del Reich, se
consideraba a “Mein Kampf” como el catecismo del movimiento nacionalsocialista, en la larga
lucha que éste sostuviera para llegar a imponerse, ahora que Alemania está saturada de la ideología
hitleriana, bien se podría afirmar que “Mein Kampf” constituye la carta magna por excelencia de
este poderoso Estado que, en el corazón de Europa, rige hoy el conjunto armónico de la vida de un
gran pueblo de 67 millones de habitantes.
El carácter de autobiografía que tiene la obra, aumenta su interés, perfilando, a través de hechos
realmente vividos, la recia personalidad del hombre a quién sus conciudadanos han consagrado con
el nombre único de FÜHRER.
En las páginas de “Mi Lucha”, el lector encontrará enunciados todos los problemas fundamentales
que afectan a la Nación Alemana y cuya solución viene abordando sistemáticamente el gobierno
nacionalsocialista. Quien juzgue sin ofuscamientos doctrinarios la obra renovadora del Tercer
Reich, habrá de convenir en que Hitler fue dueño de la verdad de su causa al impulsar un vigoroso
movimiento de exaltación nacional llamado a aniquilar el marxismo que estaba devorando el alma
popular de Alemania. El nacionalsocialismo llegó al gobierno por medios legales, fiel a la norma
que Hitler proclamara desde la oposición: “El camino del Poder nos lo señala la ley”. Bien ganado
tiene por eso el galardón de haber batido en trece años de lucha a sus adversarios políticos en el
campo de las lides democráticas.
El socialismo nacional que practica el actual régimen en Alemania, revela, en hechos tangibles, la
acción del Estado a favor de las clases desvalidas; es un socialismo realista y humano, fundado en la
moral del trabajo, que nada tiene en común con la vonciglería del marxismo internacional que
explota en el mundo la miseria de las masas. Hitler, que nación en esfera modesta y forjó su
personalidad en la experiencia de una vida de lucha y de privaciones, sabe que dentro de la
estructura de un pueblo y de su economía no caben preferencias odiosas, sino un espíritu de mutua
comprensión y de justa valoración del rol de cada uno y de su esfuerzo en el conjunto de la
nacionalidad. La ideología hitleriana, en este orden, es una elevada ética, porque busca en el
individuo la ponderación del mérito por el trabajo. El campesino y el obrero, así como el trabajador
mental, todos tienen su lugar y ni a uno ni a otro puede menospreciárseles, como factores eficientes
de la colectividad que integran. El Estado nacionalsocialista no es dictadura del proletariado ni
puede serlo, puesto que repudia los privilegios.
Uno de los órganos representativos de la prensa inglesa – el “Daily Mail” – editorializaba hace poco
sobre la situación de la nueva Alemania en los siguientes términos: “El gobierno
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