Aguasvalientes
Enviado por alma24 • 4 de Abril de 2013 • 1.899 Palabras (8 Páginas) • 330 Visitas
LOS CHICHIMECAS ANCESTRALES
Durante la época Prehispánica, lo que comprende el territorio del estado prácticamente no tenía habitantes sedentarios. Las tribus seminómadas que normalmente vivían en la zona fronteriza entre el centro y el norte de México incursionaban periódicamente por el territorio del actual Aguascalientes en busca de animales de caza así como hierbas y frutos para recolectar; sus alimentos eran el mezquite, la tuna, raíces y tubérculos, y básicamente cazaban conejos. Sus armas eran la jabalina, la flecha y la honda, también utilizaban redes para pescar.
A estos grupos, localizados fuera de Mesoamérica, se les llamó chichimecas, nombre que define en general a guerreros nómadas que vivían de la caza y la recolección.
La región de Aguascalientes fue habitada por guachichiles, guamares, guaxabanes, caxcanes, tecuejes y zacatecos, todos guerreros chichimecas cuya denominación se pensaba que aludía a un grupo étnico de bajo nivel cultural y no así a una civilización; ellos mismos fabricaban sus vestimentas y vivían en cuevas y chozas portátiles construidas de varas y zacate.
Los hombres que poblaron el norte eran caxcanes, que cultivaban maíz y solían tener guerras periódicas con los zacatecanos; llegaron hasta Cuencamé y sus principales rancherías se encontraban en una zona volcánica llamada Malpaís. Se distinguían de los demás chichimecas por llevar medias calzas para protegerse de los matorrales, y vendas en la frente para sujetarse el pelo.
Otro grupo, los guachichiles, eran conocidos como dueños de la gran Chichimeca, y como se pintaban de rojo carmesí, los mexicas les dieron el nombre de "cabezas pintadas". Esta tribu se distinguía por sus tocados hechos con plumas de colores y llevaban, además, bonetillos de cuero pintado. Los guachichiles incluían un grupo conocido como mazapil.
De lugares aledaños fueron llegando innovaciones para las comunidades chichimecas, sobre todo en lo referente a textiles: confeccionaban su vestimenta con telas de algodón, fibras de maguey y lechuguilla.
Su organización familiar era de tipo monogámico y los cultos religiosos tenían gran importancia: adoraban al Sol, al que llamaban Tayahopa; a Quaunamoa, dios del fuego; a Tioipitzintli, dios niño del consuelo, y a varias otras divinidades.
CONQUISTA
Consumada la conquista de México-Tenochtitlan, el presidente de la primera Audiencia, Nuño Beltrán de Guzmán, organizó en 1520 una gran expedición para someter a los territorios que hoy constituyen el estado de Aguascalientes, pero ya desde los primeros arios de la dominación española, la particular belicosidad de los chichimecas produjo múltiples enfrentamientos con los conquistadores y los colonos. Uno de estos encuentros tuvo lugar en 1530, entre los chichimecas y las fuerzas expedicionarias bajo el mando de Pedro Almindez Chirinos y Cristóbal de Oñate, quienes resultaron vencedores.
Cinco años después la región fue incorporada por los españoles al reino de Nueva Galicia, pero los naturales nunca dejaron de hostilizar a sus nuevos vecinos.
Los chichimecas incursionaban constantemente por las poblaciones peninsulares y asaltaban los transportes de plata provenientes de Zacatecas. La única solución para contener a estos grupos fue extender más al norte los asentamientos españoles; así, el 22 de octubre de 1575 se fundó por cédula real, Nuestra Señora de la Asunción de Aguascalientes, cuyo fin específico era proteger a los viajeros que recorrían la ruta de la plata o acudían a Guanajuato, Guadalajara o Zacatecas. En ese mismo año se empezó a levantar un presidio que habría de servir como fortaleza, no obstante lo cual, los ataques de los chichimecas se recrudecieron, mermando la población hasta reducirla, en 1584, a sólo dos vecinos y 16 soldados.
Pero como no podía descuidarse la ruta por donde se extraía la plata de Zacatecas, los es-pañoles insistieron en estimular los asentamientos regulares. En 1604, a instancias del alcalde mayor de Aguascalientes, se trasladó a la villa un grupo de indígenas que fundó la localidad de San Marcos.
Estos asentamientos indígenas dieron buenos resultados, y gracias a la fuerza de trabajo y a la calidad de las tierras, la agricultura cobró un ritmo de desarrollo que le permitió surtir de productos agrícolas a varias poblaciones de Zacatecas y San Luis Potosí. Este crecimiento económico de la población propició que en 1611, a instancias del alcalde mayor Juan de Monroy, la audiencia de Nueva Galicia expidiese una real cédula por la cual declaraba villa a Aguascalientes.
La incipiente bonanza económica, reforzada por las corrientes migratorias, favoreció el crecimiento arquitectónico de la villa; prueba de ello es la casa rural, construida en 1620, y que aún puede verse a un costado del Teatro Morelos, además de la inauguración, en 1647, del Convento Franciscano de Santo Domingo, la edificación de las capillas de San Marcos y San Juan de Dios, la construcción en 1655, del suntuoso Convento de la Merced y el levantamiento de la casa para el mayorazgo de Ciénaga de Mata o de Rincón.
COLONIA
La mano de obra indígena era el principal sustento del progreso de la región, de lo cual estaban conscientes los habitantes de Aguas-calientes; por eso, en las décadas que siguieron, los asentamientos indígenas se sucedieron con cierta regularidad. A legua y media de Aguascalientes, y a finales del siglo XVII, se fundó el pueblo de Jesús María, pero los indígenas tenían prohibido mezclarse con la población de la villa. Lo mismo ocurrió a principios del siglo XVIII, cuando nació el Valle de Huejúcar, a 65 km al occidente de Aguascalientes, con la mayoría de la población indígena procedente del Cañón de Juchipila, Nochistlán y Villanueva.
Pero no todas las poblaciones que conforman la actual entidad fueron producto de la inmigración indígena. La Villa de Asientos de Ibarra, por ejemplo, surgió gracias al descubrimiento de ricos minerales en 1712; años después, los jesuitas adquirieron las minas e hicieron prosperar el lugar hasta que los trabajos de explotación se suspendieron en 1767, con la expulsión de los miembros de la Compañía.
En 1711, el Valle de Huejúcar fue declarado villa, mientras
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