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Alejadro Magno


Enviado por   •  15 de Mayo de 2012  •  1.921 Palabras (8 Páginas)  •  525 Visitas

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Rey de Macedonia, Pella, Macedonia, 356 Babilonia, 323 a. C. Sucedió muy joven a su padre, Filipo II, asesinado en el 336 a. C. Éste le había preparado para reinar, proporcionándole una experiencia militar y encomendando a su formación intelectual. Alejandro Magno dedicó los primeros años de su reinado a imponer su autoridad sobre los pueblos sometidos a Macedonia, que habían aprovechado la muerte de Filipo para rebelarse. Y enseguida en el 334 lanzó a su ejército contra el poderoso y extenso Imperio Persa, continuando así la empresa que su padre había iniciado poco antes de morir: una guerra de venganza de los griegos bajo el liderazgo de Macedonia contra los persas. Con un ejército pequeño, Alejandro Magno se impuso invariablemente sobre sus enemigos, merced a su excelente organización y adiestramiento, así como al valor y al genio estratégico que demostró; las innovaciones militares introducidas por Filipo suministraban ventajas adicionales. Alejandro recorrió victorioso el Asia Menor, Siria, Fenicia, Egipto y Mesopotamia, hasta tomar las capitales persas de Susa y Persépolis. A pesar de que las tropas enviadas por Filipo bajo el mando de Parmenión no habían conseguido importantes avances, su control de la región de los estrechos facilitó el paso de la expedición de un continente al otro sin mayores problemas. Con 50000 hombres, Alejandro cruza el Helesponto, desembarcando en tierra asiática. Darío, rey de los persas, está tan seguro de su superioridad que deja actuar a Alejandro. La batalla librada a orillas del río Gránico en el 334 concluyó con una gran victoria de los macedonios que les permitió apoderarse de las capitales de Dascilio y Sardes. La guerra, como había previsto Alejandro, empezaba así a proporcionar los recursos necesarios para el resto de la campaña. Tras su victoria inició el proceso de “liberación” de las ciudades griegas de la zona estableciendo regímenes democráticos y expulsando a los tiranos que la gobernaban, en un gesto de propaganda política. Respecto al tributo que se veían obligadas a pagar al tesoro real persa, Alejandro lo sustituyó por una contribución de guerra. Desde el sur Alejandro dio un giro inesperado a su ruta y volvió a adentrarse de nueva hacia el interior de Anatolia, donde aún quedaban importantes focos de resistencia. A comienzos del verano del año 333, Alejandro emprendió de nuevo la ruta de Cilicia con el propósito de seguir avanzando hacia Oriente, pero en Tarso sufrió una enfermedad que le tuvo al borde de la muerte. Esta inesperada circunstancia provocó una enorme incertidumbre entre las filas macedonias poniendo así de manifiesto la fragilidad de toda la campaña, ya que toda la expedición dependía por completo de la persona de Alejandro. Alejandro había alcanzado las llanuras del norte de Siria, donde tuvo que enfrentarse con el propio rey persa, Darío III. El combate tuvo lugar en Issos en el año 333 a.C Alejandro consiguió la victoria gracias a los errores tácticos del enemigo, que no supo sacar partido a su superioridad numérica utilizando el terreno adecuado y planteó el combate en un espacio mucho más reducido que daba clara ventaja a las tropas macedonias. Con esta victoria, Alejandro conseguía también flanquear los obstáculos que impedían su avance hacia el Oriente y el sur. Además, sus finanzas recibían una inyección importante de recursos al haber capturado tras el combate el tesoro real que se encontraba en Damasco. Alejandro recibió una embajada de Darío que le ofrecía unas condiciones de rendición aceptables que fueron rechazadas. Se producía así el primer atisbo de ruptura entre las expectativas de los macedonios, que veían ya realizadas la mayor parte de sus aspiraciones, y los deseos de Alejandro, cuyas miras iban mucho más lejos. La entrada de Alejandro en Egipto resultó un auténtico paseo triunfal. La población indígena, cansada del dominio persa, lo acogió como un verdadero liberador y lo coronó como nuevo faraón del país. Su gran tacto político le impulsó a mantener buenas relaciones con el clero, que constituía la piedra angular para consumar su dominio sobre el territorio egipcio. Territorio en el que fundó la ciudad de Alejandría. La visita al oráculo de Siwah debió de tener enormes consecuencias sobre la propia autoestima de Alejandro que había sido reconocido por primera vez como el hijo de Zeus, poniendo así la primera piedra en el proceso de divinización del conquistador macedonio. Tras su estancia en Egipto, Alejandro emprendió de nuevo el camino hacia el corazón del imperio persa. La gran batalla contra un ejército persa especialmente reforzado que aspiraba a dar el golpe definitivo al invasor tuvo lugar en Gaugamela en el año 331a.C. La victoria volvió a ser de Alejandro, que sin embargo no pudo capturar con vida a Darío. Fue coronado rey de la ciudad, conquistando posteriormente la ciudad de Susa, la capital del imperio, así como Persépolis, que fue saqueada e incendiada. El valor simbólico del gesto era importante para el mundo griego, que veía así culminadas sus expectativas de venganza por las campañas de Jerjes más de un siglo antes. En el año 330 Alejandro se apodera de Ectabana, la última de las grandes capitales, culminando de esta forma la conquista del imperio persa. Licenció las tropas de los aliados griegos de la Liga de Corinto al dar por culminada su campaña política de represalia contra los persas. Empezaba a partir de esos momentos una aventura de carácter personal con sello exclusivamente macedonio. Alejandro comenzó entonces una implacable persecución de Darío hacia las regiones más septentrionales del imperio. Darío fue abandonado y asesinado por unos sátrapas rebeldes, Bessos y Nabarzanes, que habían mostrado ya su descontento con las decisiones reales. Sin embargo, el avance por aquellas desconocidas regiones fue costoso. El territorio era escarpado y montañoso, las condiciones climáticas duras y las largas marchas que era preciso realizar para superar las enormes distancias,

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