Amenazas Extranjeras

Las amenazas extranjeras, el centralismo y la dictadura

E

l fracaso del primer imperio lo llevó a proyectar un ataque simultaneo por tierra y por mar, para lo cual adquirió una nave que atacaría desde el mar, mientras él cercaba el puerto por tierra. Juárez aprovechó que Estados Unidos les había retirado el reconocimiento a los conservadores por negarse a vender territorio, para solicitar que la flota americana detuviera la embarcación por piratería. Para consolidar el apoyo de los puros y de la clase empresarial, tan interesada en los bienes del clero, Juárez y su gabinete de puros optaron por consolidar la reforma y el 12 de julio de 1859 empezaron a promulgar las leyes de reforma: nacionalizada de bienes del clero, separación de la iglesia y del estado, supresión de órdenes religiosas (cofradías, congregaciones y hermandades), matrimonios y registros civiles, secularización de cementerios y, finalmente libertad de cultos. Washington aceptó apoyar a los liberales a cambio de una nueva compra de territorio, pero esta ni siquiera se consideró. Los liberales aceptaron firmar el tratado Mc-Lane-Ocampo por el que, a cambio de un préstamo de dos millones de pesos a México, concedida a los norteamericanos el libre tránsito por el istmo de Tehuantepec, con privilegios comerciales y la posibilidad de intervención militar.

Por otro lado los conservadores recurrieron a los europeos y con los españoles firmaron el tratado Mon-Almonte que reconocía una convención de 1853 firmada por Santa Anna, en la que se aceptaba deudas dudosas. Las elecciones dieron el triunfo a Juárez quien, de inmediato, reorganizó la administración y la educación y decretó la adopción del sistema métrico decimal. Pero la escasez de fondos lo forzó a suspender el pago de las deudas del gobernó, tanto los intereses de los prestamos usurarios británicos como los de las reclamaciones españolas y francesas. Al recibir el ultimátum, Juárez envió al ministro Manuel Doblado a negociar con los intervencionistas. Para evitar las fiebres tropicales, Juárez autorizó el desembarco de las tropas a condición de que se volvieran a embarcar si no se llegaba a un acuerdo.

Un año más tarde, las tropas mexicanas se concentraron en Puebla sin el general Zaragoza, que había muerto de tifo. Después de un largo sitio, la ciudad sucumbió ante los franceses, Juárez se vio forzado a abandonar la capital, que fue ocupada en junio. Los franceses convocaron asamblea de notables que proclamó que se invitaría a Maximiliano de Habsburgo a ocupar el trono mexicano y que mientras llegaba el emperador, el ejército francés fue ocupando una a una las ciudades del país gracias a su superioridad militar.

Maximiliano, hermano del emperador de Austria y casado con Carlota Amalia, hija del rey de Bélgica, recibió en el castillo de Miramar la visita de los monárquicos mexicanos, el 10 de abril de 1864, Maximiliano aceptó el trono. El emperador firmo dos tratados con Napoleón III, quien se aseguró de que México pagara el costo de la aventura. Maximiliano, liberal convencido, anunció que ejercería el patronato real y que no suprimía la tolerancia de cultos y la nacionalización de bienes del clero, como le exigía el nuncio papal. México parecía cobrar nueva vida al convertirse en asiento de la corte imperial. La capital se embelleció, se alinearon las calles y se engalanaron con frenos y alumbrado de gas. Apareció el gran paseo del imperio, más tarde rebautizado por los liberales como de la reforma, y se renovó el castillo de Chapultepec. El emperador se dio a la tarea de legislar y empezó por redactar el Estatuto del Imperio. Esta ley aprobaba una jornada máxima de 10 horas, anulaba deudas mayores a 10 pesos, prohibía el castigo corporal y limitaba las tiendas de raya.

Maximiliano decidió dividir el territorio en 50 departamentos y se preocupó por el desarrollo económico, de manera que firmó un contrato para la construcción del ferrocarril de México a Veracruz y autorizó el funcionamiento del Banco de Londres, México y Sudamérica para facilitar los intercambios comerciales.

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