Antecedentes Históricos De Las Transfuciones
Enviado por Meliry • 6 de Julio de 2015 • 949 Palabras (4 Páginas) • 188 Visitas
En el invierno de 1667 cuando el paciente Antoine Mauroy, un lunático, fue llevado ante Jean-Baptiste Denis, insigne médico del rey Luis XIV de Francia. El facultativo disponía del “remedio” ideal para la locura: una transfusión de sangre de ternero, con la que esperaba calmar al paciente
Siglo XIX cuando resurgió la transfusión, defendida principalmente por el obstetra inglés James Blundell, quien resucitó el interés por dicho método al mejorar las técnicas, utilizar instrumental más avanzado e insistir en el uso exclusivo de sangre humana.
Pero fue en 1873, cuando el médico polaco F. Gesellius frenó el reavivamiento de las transfusiones al publicar un inquietante descubrimiento: habían ocasionado la muerte a más de la mitad de sus receptores. Al conocerse estos datos, el procedimiento fue blanco de las críticas de eminentes galenos, de modo que volvió a decaer su popularidad. En 1878, un médico francés, Georges Hayem, perfeccionó una solución salina que en su opinión podría utilizarse como sucedáneo de la sangre y que, a diferencia de esta, no acarreaba efectos secundarios, no se coagulaba y era fácil de transportar. Como es lógico, la solución salina de Hayem llegó a utilizarse extensamente.
En 1900, el patólogo austriaco Karl Landsteiner descubrió la existencia de los tipos de sangre, y constató que estos no son siempre compatibles entre sí. No era de extrañar que tantas transfusiones hubieran acabado en tragedia. Pero a partir de aquel momento era posible evitarlo con solo asegurarse de que los tipos del donante y el receptor fuesen compatibles. Con este conocimiento, los médicos recuperaron la confianza en las transfusiones, justo a tiempo para la I Guerra Mundial.
Descubrimiento clave por un científico argentino: Dr. Luis Agote, preocupado por el problema de las hemorragias en pacientes hemofílicos, encaró el problema de la conservación prolongada de la sangre con la colaboración del laboratorista Lucio Imaz. Sus primeros intentos, como el uso de recipientes especiales y el mantenimiento de la sangre a temperatura constante, no dieron resultado. Buscó entonces alguna sustancia que, agregada a la sangre, evitara la coagulación. Luego de muchas pruebas de laboratorio in vitro y con animales, Agote, aunque sin conocer el origen bioquímico del comportamiento, encontró que el citrato de sodio (sal derivada del ácido cítrico) evitaba la formación de coágulos. Esta sustancia, además, era tolerada y eliminada por el organismo sin causar problemas ulteriores. La primera prueba con personas se hizo el 9 de noviembre de 1914, en un aula del Instituto Modelo de Clínica Médica. Luis Agote, lejos de los centros científicos más importantes y avanzados, logró resolver el problema de las transfusiones que angustiaba a los miles de médicos reclutados por los ejércitos europeos durante la Primera Guerra Mundial.
1950 Jacobson: ratones irradiados con protección esplénica (bazo) que se recuperan.
1952 Lorenz: restauración de la hematopoyesis en ratones irradiados con altas dosis y administración de médula ósea singénica.
1957 D. Thomas: infusión de células hematopoyéticas
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