Análisis de los libro de Starobinski
Enviado por moy666 • 2 de Diciembre de 2013 • Resumen • 1.420 Palabras (6 Páginas) • 251 Visitas
En los tiempos que le tocó gobernar a Luis XVI: un reino agobiado y asfixiado por la deuda se veía señalado y culpado por la cada vez más sonora voz del pueblo. Tiempo de revoluciones decía Rousseau que se acercaba, y en verdad que era así. El comienzo del nuevo reinado no era muy prometedor: aunque victoriosos ante Inglaterra (al haber apoyado a las colonias americanas), las arcas del estado estaban vacías. Los recursos eran pocos y los pocos que habían, mal empleados estaban. Su destino era ir a parar a los grandes banquetes de la nobleza. De nada faltaba en esas mesas. La variedad de sabores abarcaba desde lo más propio de su cocina hasta lo más exótico de los productos de oriente. Engalanados en ricas prendas y con suaves sedas, el noble se disponía a una agradable cena acompañado por personas de origen respetable. La abundancia de esas mesas solo era comparable con los graneros vacíos del reino, y el hartazgo de los nobles, con el de los estómagos rugientes de los campesinos. La gente moría de hambre, no había alimentos y los pequeños agricultores sabían desde hace décadas lo que era la pobreza: la sufrían día a día mientras araban los campos y, cuando finalmente, los frutos de su trabajo podían verlos (casi comerlos) el Estado y la Iglesia llegaba con sus impuestos y sus diezmos. Pero los campesino iban a recibir un apoyo que en otras ocasiones no habían tenido pues en esta ocasión los intelectuales, los filósofos, estaban de su parte. Se iba a crear una alianza lo suficientemente poderosa como para iniciar un proceso que reformaría (y luego destruiría) la monarquía francesa.
En este clima de malestar política, que más tarde se traduciría en un estado completamente distinto al existente, el arte se vio implicado. Y esto es lo que el libro de Starobinski muestra. Los artistas de aquel momento deseaban llevar a cabo una purgación del arte: de la misma manera que la política antes de la revolución era ilegítima , el arte anterior había traicionado unos "orígenes" y los había alejados de los valores universales.
Starobinski nos enseña página tras página esta actitud "reformadora" del arte que mira al pasado para encontrar esos inicios. Acaban encontrado esos orígenes en Grecia y Roma. Pero el arte de aquel momento no responde sólo a esta exigencia, también tiene que cumplir con otra: dotar a los cambios políticos de un lenguaje de figuras, de símbolos, de "emblemas" que sean capaces de utilizarse en el arte. Nos encontramos entonces con que un repaso a las obras de arte de aquel momento, es un repaso a los hechos de la revolución, sólo que expresado en un lenguaje particular. El autor es el intérprete de ese sutil lenguaje que se sirve principalmente de dos "emblemas": las luces y las oscuridades. Las luces serán el símbolo de la razón, de lo bello, de lo ordenado, de lo racional... Las oscuridades por el contrario representan lo opuesto a la luz: la locura, lo irracional, el desorden, la defensa del antiguo régimen, etc.
Uno de los momentos que servirán para ver la creación de un lenguaje artístico que apoya la revolución es "El juramento" de David. Desde el principio el autor ya señala unas observaciones interesantes. El "festejo de la revolución" es necesariamente la reunión de lo contingente con lo eterno, es decir, los hombre balanceados por el azar y que viven en un mundo de cambios expresan su compromiso con unos principios universales y eternos (la igualdad, la libertad, la fraternidad...). La única ocasión en que se da ese compromiso es en el juramento. El juramento es un momento particular, "puntual", en el que se aceptan estos principios intemporales. Es por, decirlo de otro modo, donde lo efímero se convierte en perdurable. Hay que añadir que el juramento es un elemento claramente revolucionario, ya que tiene que verse como opuesto a la "consagración de la monarquía". En la consagración hay un traspaso de poder vertical, es decir, el poder pasa de Dios a un monarca por gracia divina; en el juramento el poder pasa de unos hombres a otros hombres. La consagración hace surgir el "poder", el juramento la "soberanía". El cuadro es todavía más
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