Apuesta Con El Diablo
Enviado por joalcaer • 5 de Noviembre de 2011 • 1.139 Palabras (5 Páginas) • 803 Visitas
Apuesta con el Diablo
Luís llamado "Chontillo" o venado por la agilidad de sus piernas para correr, se había dedicado tanto al juego de los naipes que ya no pensaba en otra cosa desde que amanecía hasta el anochecer.
Como su padre había muerto, debía ayudar a su madre a la manutención del hogar y por eso pasaba lustrando zapatos durante el día y por la noche asistía a la escuela.
Tenía seis años cuando comenzó a trabajar de esa manera y durante unos tres o cuatro años le entregó a su madre todo el producto de su trabajo. Pero desde que se juntó con la pandilla de muchachos lustrabotas que se reunían a jugar naipes en la plaza durante las horas en que disminuía la clientela, empezó a darle cada vez menos dinero a su madre, tanto por que ya no trabajaba lo suficiente como porque empezó a hacer apuestas con los muchachos mayores que él.
Así llegó el día en que no tubo absolutamente nada para darle as u madre como producto de su trabajo y como lo regañara seriamente, optó por abandonar el hogar y por las noches dormía en cualquier rincón junto a su caja de lustrabotas con la que ganaba algo para comer y lo más para seguir haciendo apuestas con sus amigotes que los esquilmaban por ser el más pequeño e ingenuo, y cuando ya no tubo dinero para seguir apostando, lo hicieron a un lado y no quisieron saber más de él.
Furioso despechado y con hambre fue una noche a buscar un rincón donde dormir e iba a hacerse la señal de la cruz antes de entregarse al sueño, tal como se lo había enseñado su madre, cuando se detuvo y lleno de rabia exclamó:
¡Al diablo! ¡Al diablo mejor voy a pedirle ayuda!
¡Muy bien jovencito! le contestó enseguida una figura alta y obscura
que emergió de la penumbra y que despedía un fuerte olor a azufre.
¿Quién eres...? le preguntó asustado el muchacho.
Soy aquel a quien has invocado y vengo a ayudarte.
¿El diablo...? inquirió el muchacho medio muerto de miedo.
El mismo respondió la negra figura. Y agregó:
Dime cuanto necesitas e inmediatamente te lo daré.
¡No, no quiero nada! dijo entonces el muchacho y se hizo la señal de la cruz.
Acto seguido se oyó una fuerte carcajada y el diablo desapareció dejando el lugar lleno de aquel fuerte olor a azufre con el que se había hecho presente.
El Chontillo huyó de aquel lugar y fue a refugiarse en otro, pero aún así no pudo conciliar el sueño y juró dedicarse a trabajar honradamente e inclusive regresar al lugar cuando estuviera en condiciones de presentarse más decentemente ante su atribulada madre.
Pero esta buena resolución solamente duró hasta que lo atrapó nuevamente la tentación de reunirse a jugar con sus amigos, ante quienes hizo alarde de que iba a conseguir mucho dinero y hasta subió las apuestas a cifras elevadísimas con la condición de que las pagaría al día siguiente.
Claro que lo había hecho casi como un juego de su subconsciente que recordaba la oferta del demonio, pero cuando se enfrentó a la realidad, vio que no le quedaba otra salida que aceptarla.
Así, pues tan pronto obscureció se fue al mismo sitio de aquel fatídico encuentro con el diablo y luego de acurrucarse en un rincón, llamó tímidamente:
Satanás...Satanás...
Enseguida surgió la repulsiva figura de aquella otra noche y le dijo:
...