Arte Posmoderna

Posmodernismo: La Fuente (Marcel Duchamp)

Después de la Primera Guerra Mundial muchos intelectuales y artistas pierden definitivamente la confianza en los valores que habían sustentado la civilización occidental y que, en última instancia, no habían servido más que para llevar a la sociedad a la destrucción y al caos. Rechazan todo lo que la sociedad consideraba inmutable, la lógica, la razón, la ética, y desafían también al arte que se había desarrollado hasta entonces. Su profundo desencanto les lleva a un descontento y negación radical que, a su vez, provoco a los artistas decepcionados y cansados a crear una nueva concepción del arte basada en la provocación al espectador, en la revolución de los valores tradicionales y en un constante ejercicio de rechazo a todo. Por lo que se defiende la espontaneidad y la libertad total en la práctica del arte y la literatura, convirtiendo la expresión plástica en un continuo rechazo a todo lo establecido.

La escultura artística de Duchamp “La fuente” ocasiono un caos total en su exposición ya que se consideraba ante los espectadores como una obra vulgar, irónica y provocativa. Duchamp establece a partir desde la exhibición de su obra un eje rector que atraviesa todo el siglo XX hasta su final, y cuyos principios de realización fueron la libertad plena, la provocación, la participación del espectador. Esto es llamado como un ready-made que significa “ya hecho”. Que su inspiración principal es el uso de objetos existentes, considerados como vulgares, cuya descontextualización de su uso habitual consigue el efecto de provocación y escándalo al público. La idea principal es entresacar los objetos de su contexto habitual y situarlos en otros, es decir, los recontextualiza.

La obra consistía en un urinario de porcelana blanca colocado al revés con el título de Fuente. Era el máximo ejemplo de aquello que deseaba el artista francés: la desacralización del arte. Incluso renunció a su nombre adoptando el seudónimo de R. Mutt. Niega el concepto tradicional de arte y se propone cuestionar el estatuto artístico, es decir, la belleza, al seleccionar utensilios del entorno más común. En definitiva, da a entender que el único factor determinante de que un objeto tenga o no valor estético sea la misma percepción. Él pensaba que el espectador debe disfrutar de la obra artística sin prejuicios. Sólo teniendo en cuenta si a él le gusta o emociona. Dice así Duchamp: “Les arrojé a la cabeza los botelleros y el urinario como una provocación y ahora resulta que admiran su belleza estética”.

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