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BASES FILOSOFICAS


Enviado por   •  12 de Diciembre de 2014  •  1.703 Palabras (7 Páginas)  •  155 Visitas

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ítima la decisión que prescribe la racionalidad científico-técnica, es decir, la decisión "eficaz". La legitimidad deliberativa se funda en un procedimiento que hace intervenir a todos los que serán obligados por la decisión que se va a tomar. Aquí es cuando se hace necesaria la discusión. Ésta se impone cuando se constata (y se valora) la existencia de la diversidad de actores, intereses, etcétera. Si hay que decidir legítimamente, sin anular la diversidad, esto es, sin destruirla, se requiere de ciertos procedimientos que permitan producir el consenso, o al menos la solución legítima. Esto se logra mediante la discusión, es decir mediante un intercambio regulado. Un grupo de discusión, según la psico-sociología experimental, está constituido por individuos que participan en él según sus recursos y capacidades. Generalmente está orientado hacia un fin: tomar

Una decisión que comprometa a todo el grupo. Por otra parte la discusión no sea gota en el tratamiento de un caso, esto es, a la solución de un problema, sino que constituye un pretexto y un tema para un juego. La discusión se funda en el reconocimiento de algunos hechos básicos: a) Que en toda sociedad existe una pluralidad de puntos de vista y de interés es. b) Que no existe un grupo (los "sabios", los "representantes de Dios") que por derecho natural poseen el monopolio de las verdaderas soluciones. La discusión se impone como un medio de conciliar intereses. Pero detrás dela confianza en este procedimiento existe la creencia de que mediante una discusión adecuada, todos los intereses, aun si a primera vista parecen incompatibles, pueden ser conciliados y los conflictos resueltos. En otras palabras, no existen conflictos de intereses objetivamente contradictorios o irresolubles. La solución depende del procedimiento. Este supuesto no puede aceptarse sin discusión, máxime cuando desde cierto enfoque marxista vulgarizado se ha dicho y repetido que todas las sociedades se caracterizan por poseer conflictos, contradicciones e intereses incompatibles. Para los psicólogos sociales "clásicos" (Lewin, Lippit y White, French y Coch,etcétera) la democracia remite a los procedimientos de información, discusión, persuasión como opuestos a la imposición brutal por parte de una persona o grupo. Es en este sentido que la democracia, para estos intelectuales, tiene una dimensión básicamente pedagógica pues consiste en un método de producción de transformaciones, las cuales en vez de ser impuestas a los interesados se presentan como deseables mediante la intervención discreta e inteligente de un líder "benévoloy competente". Paradójicamente, de acuerdo con esta corriente analítica, el líder será tanto más "democrático" en la medida en que su designación escapa a un control democrático, es decir a la elección. Esta conclusión evidentemente choca contra toda la tradición política de la democracia que tiende a definir esta forma, no tanto en lo que respecta al estilo de ejercicio de la autoridad, sino al procedimiento de elección de los líderes. Dos problemas no resueltos son:

El carácter todopoderoso de los procedimientos para tomar decisiones.

La subestimación del procedimiento de la elección de los líderes.

El régimen democrático supone dos condiciones: el interés y la participación de los individuos en la vida social. Trascender el interés individual supone tomar distancia respecto de uno mismo, es aceptar (aun en los asuntos que más nos incumben) tomar en cuenta a los otros, los cuales también serán afectados por nuestras conductas. Esta distancia se logra sometiéndonos a una disciplina, obedeciendo a las normas que en un grupo determinan las contribuciones y retribuciones de cada participante. El régimen democrático exige que los individuos sepan y quieran aquello que hacen y le den prioridad a los objetivos del grupo sobre los objetivos particulares. Si esto es así, la democracia sólo funciona con ciudadanos virtuosos y competentes. En otras palabras, la democracia es una cuestión de estructuras, de instituciones, de reglas que, en cierta medida existen "fuera" de los individuos y al mismo tiempo, un sistema de disposiciones, de inclinaciones, una cultura incorporada en los ciudadanos. De este modo las prácticas democráticas no se deducen de las" instituciones democráticas", sino de una combinación, de un encuentro entre instituciones y predisposiciones interiorizadas en los sujetos. La discusión y la argumentación como forma de dirimir los conflictos, convivir en la diversidad y tomar decisiones legítimas sólo es efectiva cuando está institucionalizada en los estatutos y reglamentos y cuando existen sujetos predispuestos a emplear este procedimiento. Competencia y consenso Todo juego requiere de reglas que los contendientes acatan y que definen las jugadas permitidas y no permitidas para obtener el triunfo. Es decir, todo juego, toda lucha o competencia se asienta sobre la aceptación de un mínimo común de ideas que une a los contendientes rivales. Toda política requiere alguna forma de consenso, esto es, de un conjunto aceptado de reglas y procedimientos para producirla autoridad legítima, es decir, para definir al ganador del juego político. Ahora bien. ¿Cómo se produce este consenso? ¿Se trata de una realidad resultante de un contrato que los ciudadanos voluntariamente instituyen y mediante el cual se obligan libremente a respetar un conjunto de regulaciones al juego político como lo plantean los contractualitas o bien tiene un sentido

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