BENITO JUARES, OAXACA Y LA REPUBLICA RESTAURADA
Enviado por elena23 • 12 de Febrero de 2014 • 6.020 Palabras (25 Páginas) • 633 Visitas
BENITO JUAREZ, OAXACA, Y LA REPUBLICA RESTAURADA
INTRUDUCCION
Es Benito Juárez García un mexicano de talla universal, orgullosamente oaxaqueño, ejemplo de tenacidad indómita , así como de un gran amor por su patria, pero no debemos olvidar que este gran republicano, también fue un amante esposo, padre de familia y solidario amigo es decir la figura de Juárez es también la de un ser humano que vivió con intensidad y compromiso cada momento de su vida, siendo así que para lograr realizar sus ideales , necesito del apoyo de numerosos hombres ilustres de nuestra republica, sin los cuales no hubiera podido llevar a cabo la reestructuración política , económica, y social del país, a través de este trabajo, pretendo recorrer algunos de los aspectos interesantes de la vida de este ilustre mexicano, con la intención de lograr entender su lado humano, así como reflexionar también sobre la participación y actuación de otros personajes ilustres en la historia de México, que trabajaron intensamente para lograr restaurar la Republica.
Benito Pablo Juárez García, nacio el 21 de marzo de 1806, en Guelatao, perteneciente a Ixtlan , pueblecito de solo veinte familias, escondido en la sierra norte, y con única ventana el mando exterior gracias a su cercanía con el pueblo de Santo Tomás Ixtlan, según quedo asentado en la copia que existe en el archivo del Municipio de Guelatao Ixtlán, Oaxaca que dice textualmente…….
“En la Iglesia de Santo Tomas Ixtlán , en veintidós del mes de marzo del año de mil ochocientos seis, yo don Ambrosio Alpuche, vicario de esta Doctrina, bautice solemnemente a Benito Pablo, hijo de Marcelino Juárez y de Brígida Garcia, indios de San Pablo Guelatao, perteneciente a esta Cabecera; sus abuelos paternos : Pedro Juárez y Justa López: los maternos Pablo García y Maria García ; fue madrina Apolonia García, india casada con Francisco García y le advertí su obligación y parentesco espiritual y como constancia lo firmo con el señor cura Mariano Cantarrabia. Rúbrica.-Ambrosio Alpuche.-Rubrica.-” (1)
Indios de la raza primitiva del país, a pesar de nacer en ese rincón remoto de la República Mexicana, dentro de una familia perteneciente a una de la etnias monolingües oaxaqueñas, la vida de Benito Juárez transcurrió paralelamente a la de la nueva nación, pudo aprovechar las nuevas oportunidades que ésta ofrecía, a pesar de las profundas desigualdades de su sociedad.
Para 1809, con tan solo tres años, el niño Benito quedaba huérfano, y en el virreinato había iniciado la lucha independentista y en este rincón aislado apenas que llegaban las noticias de esta lucha, el huérfano paso a vivir con sus abuelos primero y después con un tio. El mismo Juárez dejo constancia como su tío le enseño a leer, insistiéndole en lo “util y conveniente que era saber del idioma castellano ” y sus deseos que hiciera eclesiástico, esto hizo que Benito insistiera a su tío que lo llevara a Oaxaca donde podría aprender y según él escribió, “sea por el cariño que me tenia, o por cualquier otro motivo, no se resolvía y sólo me daba esperanzas de que alguna vez me llevaría”,
Benito creció cumpliendo con las labores de campo, y con apenas 12 años decidió fugarse de Guelatao, el 17 de Diciembre de 1818, muy temprano, Benito camino a la ciudad de Oaxaca adonde llego esa misma noche. Su hermana María Josefa trabajaba como cocinera en la casa de don Antonio Maza y hacia allí se dirigió, no es difícil imaginar a Benito con su calzón blanco, absorto ante la primera ciudad que conocía. Las bellas y grandiosas construcciones coloniales deben haberle maravillado y sentirse empequeñecido, pero también acrecentarían sus sueños de superarse para estar a tono con tolo lo que significaban.
Alojado en la casa de los señores Maza, por unas semanas, trabajo, en los cuidados de la granja con dos reales diarios de salario, lo que le permitía sostenerse mientras encontraba una casa donde servir, siendo así que encontró un protector “un hombre honesto y muy honrado que ejercía el habito de la orden tercera de San Francisco, don
Antonio Salanueva, quien le ofreció enviarlo a la escuela y de ese modo quedo estableció en Oaxaca el 7 de enero de 1819.
(1) H.Ayuntamiento de Oaxaca de Juárez, Homenaje a Benito Juarez en el CXXV Aniversario de su fallecimiento, Carteles Editores,Oaxaca, Oax.. p. 46.
Antonio Salanueva, quien le ofreció enviarlo a la escuela y de ese modo quedo estableció en Oaxaca el 7 de enero de 1819.
En esa Época Morelos había establecido en Oaxaca su gobierno, y en ella se había publicado un periódico insurgente “Correo Americano del Sur ”, a cargo de Carlos Maria Bustamante.
En Oaxaca de fines de la colonia, solo existía una institución de primeras letras, la Escuela Real, de manera que ahí fue enviado el joven Benito. La institución era típica de la época, dos departamentos: uno para niños decentes atendido por el maestro y otro para los niños pobres, manejado por un ayudante. Solo se enseñaba a leer, escribir y a memorizar el Catecismo del Padre Ripalda, desilusionado con la mala calidad de la instrucción que se impartía, decidió autoeducarse. Con gran disciplina ejercito lo poco que había aprendido y trato de leer todo lo que podía, una inmejorable manera de desarrollar la capacidad de expresar sus ideas en forma escrita, poco a poco don Benito y su deseo de superación lo fueron convenciendo de que el mejor camino para lograrlo era el Colegio Seminario de Oaxaca, por tanto pidió a su protector Antonio Salanueva , ahora convertido en su padrino, por haberlo llevado a confirmar, permiso para entrar al Seminario, así el 18 de Octubre de 1821, sin conocimientos de gramática castellana” ni las demás materias de la educación primaria”, inicio el estudio de la gramática latina en el Seminario, en calidad de cápense, es decir como alumno externo
Así pues al mismo tiempo que se daban los primeros pasos de libertad en nuestro país y se fundaba el Estado Mexicano, Benito iniciaba sus estudios formales en el Seminario de Oaxaca.
Desde la segunda década del siglo XIX dos corrientes políticas habían cobrado fuerza en la nación: el centralismo y el federalismo. Las primera pugnaba por un gobierno central de carácter monárquico, mientras que la segunda proponía un sistema republicano federalista, semejante al de los Estados Unidos de Norteamérica. Después de la abdicación y destierro de Iturbide se enfrentaron estas dos corrientes, que ya se habían convertido en partidos. En la capital del país la mayoría simpatizaba
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