ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

CAPITULO 7 INICIO DEL SIGLO AMERICANO


Enviado por   •  25 de Noviembre de 2020  •  Resumen  •  4.863 Palabras (20 Páginas)  •  152 Visitas

Página 1 de 20

CAPITULO 7

INICIO DEL SIGLO AMERICANO

Vencedores de nuevo en una guerra mundial, y en mayor grado aun que en la Primera, como únicos poseedores del arma nuclear, los norteamericanos habían aprendido la lección de que no les convenía aislarse de nuevo, como habían hecho al término de la Gran guerra. De acuerdo con esta idea, los gobernantes estadounidenses aspiraban en 1945 a recomponer un mundo de libre comercio que hiciera posible reactivar los intercambios internacionales, en los que, con su estructura productiva intacta, tendrían un papel predominante que les ayudaría a establecer el liderazgo global sobre el que había de basarse su supremacía política.

« Y el puño oculto que mantiene el mundo a salvo para que las tecnologías de Silicón Valley puedan florecer se llama el ejército, la fuerza aérea, la marina y el cuerpo de infantería de marina de Estados Unidos». Fuera de este ámbito imperial, conocido convencionalmente como «el mundo libre», pese a que se integraban en él monarquías absolutas y a que las dictaduras fueron siempre el sistema de gobierno que los estadounidenses preferían para los demás, quedaban la Unión Soviética, China y sus satélites. Para aislarlos se dejó a un lado señalar las diferencias entre los sistemas sociales de uno y otro bando, para presentarlos como un enemigo implacable, que amenazaba con conquistar el «mundo libre», lo cual no era verdad, pero servía para crear lazos de solidaridad entre los miembros del imperio, conscientes de que sólo Estados Unidos, con su dotación de bombas atómicas, podía garantizarles protección contra esta amenaza imaginaria. Desde 1945 la historia del mundo estaría marcada por la sucesión de los ocupantes de la presidencia norteamericana, como la del mundo mediterráneo en la época romana lo había estado por la de los emperadores.

Cada cuatro años, cuando en noviembre se aproximaba la fecha de la elección de un nuevo amo del mundo, la atención global estaba fija, y sigue estándolo setenta años más tarde, en este acontecimiento, del que pueden depender la guerra o la paz universales.

 EL NUEVO ORDEN MUNDIAL

La guerra acabó en una rendición incondicional. Era lo que Roosevelt había propuesto en Casablanca y lo que los tres grandes reafirmaron en su reunión en Moscú en octubre de 1943, donde decidieron además que se castigaría a los dirigentes nazis y japoneses por sus crímenes de guerra, y que se crearía una Organización de las Naciones Unidas. En febrero de 1945, en una nueva conferencia, celebrada en Yalta, los tres grandes se pusieron de acuerdo acerca de la partición de Alemania en cuatro zonas de ocupación y se discutió la situación de Polonia. Para Roosevelt, que había sido secretario adjunto de Marina con Wilson y había vivido el drama de su fracaso en relación con la Sociedad de Naciones, lo fundamental era asegurar la participación de los soviéticos en la Organización de las Naciones Unidas, el gran proyecto con el que esperaba garantizar la paz mundial.

El 25 de abril de 1945, cuando aún no había terminado la guerra, se reunieron en San Francisco los representantes de 46 países para fundar una Organización de las Naciones Unidas que se suponía que había de contribuir a crear un nuevo orden mundial. En realidad, las grandes líneas políticas del nuevo orden habían sido ya fijadas por las tres potencias dominantes en sus reuniones en Moscú, Teherán, Yalta y Potsdam. Mientras que en el terreno de la economía lo fueron en julio de 1944 en la conferencia de Bretton Woods, que creó el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento, integrado posteriormente en el Banco Mundial, y el Fondo Monetario Internacional como reguladores de la economía financiera, con la intención de evitar que se reprodujeran los desórdenes monetarios que se habían vivido al término de la Primera guerra mundial. Pero también, y ante todo, para garantizar la libertad del comercio internacional, eliminando todas las restricciones, lo que era esencial para asentar la supremacía de Estados Unidos.

Keynes, que planteaba la creación de una Unión Internacional de Compensación, que usaría para sus cuentas una moneda no convertible en oro, el «bancor». Como dice Michael Hudson, el dólar sirvió «a modo de arma de la guerra fría» que el Banco Mundial utilizaba para financiar a los países subdesarrollados amigos de Estados Unidos, prestándoles dólares para construir infraestructuras, «a fin de hacer ganar dinero a las empresas norteamericanas de ingeniería», con la seguridad de mantenerlos después controlados a través de sus deudas. No puede decirse lo mismo de Churchill, que antes de concluir la contienda había ordenado la preparación de planes para una nueva guerra contra la Unión Soviética, en la llamada «operación impensable». Truman consiguió en Potsdam la confirmación de la entrada de la Rusia soviética en la guerra contra Japón, que era su principal objetivo, pero británicos y norteamericanos se negaron a aceptar que las elevadas reparaciones que los soviéticos pretendían recibir de Alemania salieran también de las zonas occidentales que iban a controlar.

Nunca tomaron en cuenta que los costes que los rusos habían asumido en la guerra, tanto en vidas humanas como en destrucción de sus recursos, eran superiores a los de todos los demás juntos, vencedores y vencidos. Aunque existiera un Consejo aliado, el control del país quedó en manos del general MacArthur, quien, al frente de unas fuerzas de ocupación que llegaron a los cuatrocientos mil hombres, actuaba como un virrey, como se pudo ver cuando impuso a los japoneses una constitución en cuya elaboración no se les permitió participar. Los intentos de realizar reformas democratizadoras cesaron además en 1947, cuando el inicio de la guerra fría cambió el clima político, y se dio prioridad a alentar la restauración económica, apoyándose en los zaibatsu. El nuevo ministerio de Comercio internacional e industria y el ministerio de Hacienda se esforzaron en favorecer el desarrollo de la industria pesada, que disponía de una tecnología avanzada, y contribuyeron a que los bancos facilitasen crédito barato a los proyectos que se seleccionaban desde el gobierno, a los que se proporcionaban además ventajas para la importación de maquinaria extranjera y protección arancelaria para sus productos.

Los viejos zaibatsu se transformaron ahora en keiretsu, grandes complejos integrados por una serie de empresas industriales asociadas, con participaciones accionariales cruzadas, que tenían en su centro un banco y una firma de comercialización. Para cumplir con el acuerdo de castigar a los dirigentes derrotados se puso en práctica un procedimiento para juzgar los «crímenes contra la paz», los «crímenes de guerra» y los «crímenes contra la humanidad». El proceso de Núremberg, que se limitó a 22 acusados, los máximos dirigentes de la Alemania nazi, se inició el 20 de noviembre de 1945, con cuatro jueces en representación de cada una de las cuatro grandes potencias aliadas, incluyendo Francia, e hizo público su veredicto en octubre de 1946. En 1955, a los diez años del fin de la guerra, sólo había en las de las zonas británica y norteamericana veinte inculpados por la participación en los crímenes contra los judíos, que fueron liberados por otra amnistía.

...

Descargar como (para miembros actualizados) txt (30 Kb) pdf (147 Kb) docx (20 Kb)
Leer 19 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com