Caracteristica De La Ciudad Griega

Por sobre todo, la ciudad se tiene que defender. En sus orígenes, encontramos una colina sobre la que refugian los habitantes del campo amenazados por una agresión enemiga o por una banda de piratas. Tiene casi siempre una o más acrópolis. Además, debido al desarrollo de la ciudad baja suele hacerse necesaria la construcción de su recinto extendido: en las epopeyas podemos apreciar los muros flanqueados por torres y provistos de puertas. Por lo cual, se podría entender así, en qué sentido podía decir Aristóteles que el sistema defensivo de la acrópolis era adecuado para la monarquía y para el régimen oligárquico, mientras que la democracia prefería las fortalezas de llanura.

Efectivamente, se podían encontrar ciudades abiertas, mucho antes del período histórico. Cuando los dorios de Laconia descendieron de las montañas donde estaban situados inicialmente, fundaron un campamento en las orillas del rio Eurota y, confiando en la solidez de sus petos, no construyeron murallas alrededor de las cuatro aldeas que formaban Esparta. También se podían encontrar muchas localidades del Asia Menor que no contaban con murallas para oponerse a los ejércitos lidios, debiendo así, ponerse a construirlas con urgencia ante la amenaza persa. A finales del siglo v a.C. la ciudad de Camiro no estaba fortificada, al igual que la ciudad de Elide a principios del IV. Sin embargo, cuando una ciudad había alcanzado un cierto tamaño y, sobre todo, cuando era rica y pretendía desarrollar una acción política, se proveía de unas buenas y fuertes murallas, para protección de cualquier tipo de ataques, por ejemplo, la ciudad de Mileto en Jonia, Assos en Eólida y Cnido en Doria por nombrar algunas, estas eran plazas fuertes. Los pisistrátidas que eran los descendientes de Pisistrato un tirano de Atenas, hicieron construir alrededor de la Acrópolis y su Pelárgico las murallas “Pelasgas”, estas eran de un perímetro considerable para la época. Por esta razón, Tucídides, echando un vistazo al pasado lejano de Grecia, sitúa el período de las ciudades fortificadas tras el de las aldeas abiertas. Refiriéndose así que “El hogar común tuvo por sede durante mucho tiempo el palacio del rey. Sumo sacerdote de la ciudad”

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