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Carta A Garcia


Enviado por   •  15 de Enero de 2014  •  1.285 Palabras (6 Páginas)  •  261 Visitas

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CARTA A GARCÍA

Hubo un hombre cuya actuación en la guerra de Cuba brilla en mi memoria como el sol en su pleno esplendor.

Sucedió que en aquella guerra, cuando los Estados Unidos decidieron intervenir en favor de los rebeldes cubanos, se vio muy clara la necesidad de un entendimiento inmediato entre el Presidente norteamericano y el jefe de los patriotas, el General Calixto García.

Pero ¿cómo hacerlo? Hallábase García en esos momentos, Dios sabe dónde, en alguna tenebrosa montaña escondida en el interior de la isla. Y era absolutamente necesario ponerse en comunicación con él para organizar los planes de ataque y de defensa. Pero, ¿cómo hacer llegar a sus manos un despacho? ¿Qué hacer?

Alguien dijo al Presidente: “Conozco a un hombre llamado Rowan. Si alguna persona en el mundo es capaz de dar con García es él: Rowan”.

Llaman a Rowan. Le piden que vaya en busca de García, esté donde esté, y que a costa de cualquier sacrificio, le haga llegar esta carta importantísima.

Rowan toma la carta. La guarda bien escondida en su bolsillo interior. A los cuatro días desembarca en la costa de Cuba que está en poder de los españoles. Desaparece en la selva tenebrosa, para aparecer de nuevo a las tres semanas al otro extremo de la isla, cruzando un territorio sembrado de peligros y por donde pululan los enemigos por doquier, y entrega la carta a García. Los dos frentes coordinan acciones y se gana la guerra.

Cómo logró llegar hasta donde estaba el destinatario de su carta? Es algo tan interesante que merecería escribir una novela al respecto. Pero no tengo interés en describir aquí el modo como esto sucedió. El punto sobre el cual quiero llamar la atención éste:

“El Jefe da a Rowan una carta para que la lleve a García. Rowan toma la carta y no pregunta: ¿Pero donde podré encontrar a García? ¿Por dónde me voy a ir? ¿Esto será fácil? ¿No traerá peligros este oficio? ¿Y por qué yo y no otro?”. Nada de esto pregunta ni comenta. Se va sin más a cumplir lo que se le ha encomendado.

¡Por Dios, amigo, que estamos aquí ante un hombre cuya estatua debería ser hecha en mármol o bronce y colocada en la portada de muchos institutos donde se enseña a la gente a adquirir personalidad! Porque lo que debe enseñarse a la gente que desea adquirir un verdadero carácter es, cómo hay que cumplir cada vez lo más exactamente posible el deber que tenemos que hacer y cómo concentrar todas nuestras energías para lograr todos nuestros objetivos, y lograr dedicarnos con toda el alma a la acción, a “llevar la Carta a García”.

El General García ya murió. Pero siguen viviendo muchos Garcías en este mundo. Son todos los que necesitan de nuestro esfuerzo y de nuestro optimismo y valentía para obrar.

¡Qué desánimo y desaliento sienten los hombres de empresa que necesitan la colaboración de gente entusiasta, y se quedan estupefactos ante la pereza, la falta de espíritu de sacrificio y de iniciativa, de energía y de perseverancia de sus colaboradores, para llevar a término la ejecución de las tareas que cada uno debe cumplir!

Por todas partes se ve flotar la chabacanería, la desatención culpable, la despreocupación, la indiferencia.

Estas parecen ser la regla general en el obrar de muchas personas. Muchos empleados cumplen tan descuidadamente sus deberes, que si fueran soldados en una guerra ya los habrían fusilado por desertores.

Y sin embargo, no se puede tener éxito en una empresa si no se logra que los subalternos y los que mandan se dediquen con ardor a cumplir cada uno sus propios deberes. De lo contrario se necesitaría un verdadero milagro de Dios, pero Dios cuando llega a ayudar, lo primero que exige es que cada uno esté haciendo con entusiasmo y esmero lo que tiene que hacer.

Amable

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