Chiaramonte: - Las Dimensiones De Las Revoluciones Por La Independencia

Antes de las concepciones sociales del romanticismo se consideraba al concepto de “revolución” como un fenómeno puramente político, en cambio, cuando se difunden las concepciones sociales del Romanticismo se considera revolución al cambio absoluto de un régimen social. En base a esto, por ejemplo, la revolución de mayo es una revolución incompleta.

El autor se pregunta si se puede negar el carácter revolucionario a un movimiento ocurrido en el siglo XIX (juntismo) por el hecho de apoyarse en doctrinas y órganos de gobierno de carácter “tradicional”. Por ejemplo, en la revolución de mayo, el proceso que llevaría a la independencia se hace con la convocatoria a cabildo abierto (institución vinculada a los españoles) y citándose solo a la “parte principal y más sana” del vecindario.

La corriente liberal que afirma que todas las revoluciones en américa fueron iguales por tener el mismo origen es criticada, y se plantea si la revolución de mayo es sólo el eco de la revolución española originada por la invasión napoleónica.

Se le atribuye a todas las decisiones y principios de la revolución de mayo, el carácter de heredados de la revolución española. Esta observación tiene dos errores, uno es el de magnificar los modestos logros de la asamblea del año XIII, confundiendo además la denominada “libertad de vientres” con la abolición de la esclavitud. Y también esta consideración es anacrónica ya que atribuye lo ocurrido entre 1810-1853 a lo que en realidad ocurrió luego de 1853.

Muchos rasgos de los fundamentos de los movimientos revolucionarios peninsulares son heredados de movimientos europeos de carácter tradicionales, no sólo a movimientos del siglo XVIII. Esto marca, entonces, que el proceso de formación de un gobierno local estuvo influido por cuestiones europeas generales no sólo hispánicas.

Sin embargo, hay rasgos puramente hispánicos en los primeros años de vida de la independencia. Así por ejemplo, el papel protagónico del cabildo, tendencias centralistas de raíz borbónica, un fuerte regalismo ligado con la iglesia. Así también hubo elementos no necesariamente europeos ni hispánicos, como fundamentos contractualistas de la legitimación del poder o las fuertes tendencias confederales brotadas en los primeros años de esa década, clara vinculación con la doctrina confederal norteamericana.

En suma, los primeros años de vida independiente muestran un conjunto heterogéneo de iniciativas políticas de origen diverso. El concebir a la independencia como producto de instituciones y doctrinas modernas implica concebir que su origen es francés. Por otro lado, al considerar que el origen reside en instituciones y doctrinas tradicionales indica que su origen es español. El Romanticismo distorsiona las tesis que avalan el origen puramente hispánico de la revolución.

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