Ciudad Homerica

La ciudad homérica

La ciudad homérica tiene como centro una plaza fuerte donde viven los principales jefes y que ofrece un refugio al grueso de la población en caso de alarma.

En la época en que llego a su pleno desarrollo, la ciudad homérica comprende 3 clases sociales: Los nobles, los demiurgos y los thethes.

Los nobles pertenecen a las familias que descienden de los dioses, son los hijos de los dioses, la estirpe de Zeus. Cada uno de ellos conserva cuidadosamente la genealogía que constituye su orgullo. Le encanta desplegar su opulencia y disfrutar de su prestigio, va al palacio del rey para las sesiones del consejo y los festines.

Por el contrario, para aquellos que no forman parte de sus genes, la vida es dura. No se trata de esclavos, son hombres libres. Algunos de estos han logrado un pedazo de tierra con el sudor de su frente. Pero, generalmente, hay sobre todo, en los grandes centros gentes de oficio que trabajan para el público, son los demiurgos. La profesión que ejercen es casi siempre hereditaria. La mayoría de ellos se establecen en las ciudades, donde los oficios manuales se concentran alrededor del mercado.

Queda la multitud de gentes que no poseen tierras ni tienen un oficio calificado. Estos viven como pueden. Los trabajadores aceptan la condición de Thethes, de mercenarios y se alquilan a sueldo. Por más que sean hombres libres, no gozan de ninguna seguridad. Por el mismo hecho que no forman parte de ningún genos, no tienen lugar en el marco de la ciudad: Cuando no se posee hogar, tampoco se posee Fratria y se está privado de la protección que da a un hombre la Themis, se carece de todo valor social y por consiguiente, de todo derecho. El thethes está ligado por un contrato que no obliga en nada al patrón: acabado el trabajo, se le puede negar el salario prometido y puede suceder que sea arrojado, golpeado y amenazado con ser vendido como esclavo.

Para contarse entre los ciudadanos, es necesario primeramente pertenecer a un grupo de hermanos, es decir, de parientes en cualquier grado y que se apoyan en todas las circunstancias de la vida.

La administración solo es posible por intermedio de las tribus, las fratrias y finalmente los genes.

Todos los jefes, tanto de los genes, Fratrias y tribus, como el de la ciudad, llevan el titulo hereditario de rey (Basileus). Esos reyes son estirpe de Zeus. Un nacimiento divino les confiere el derecho al cetro. La realeza es, pues, susceptible de grados; Todos son reyes, pero uno más que otro y uno solo por encima de todos.

El rey

El rey de la ciudad, el rey de reyes, es aquel cuyo origen celeste está más claramente establecido. Todo el mundo conoce su genealogía. Un rey encarna toda la potencia de un dios. Por lo general  el rey ejerce un poder vitalicio y lo transmite al primogénito de sus hijos.

Si todos los reyes son portacetros, el rey de la ciudad lo es más aun, pues su insignia es la misma del gran dios antepasado de la dinastía. Recibe de Zeus el derecho de representar la ciudad en toda circunstancia.

Mediador de los hombres ante los dioses, el rey es también el representante de los dioses ante los hombres. Junto con el cetro recibe el reconocimiento de los themistas, esas inspiraciones sobrenaturales que permiten resolver todas las dificultades y restablecer la paz interna por medio de palabras de justicia.

En tiempo de guerra, mucho más que en la paz, el rey es el gran caudillo. En el ejército, el rey puede reunir  en consejo de guerra a los reyes que le están subordinados como los reunía en el palacio, pero una vez que ellos hayan hablado, es el quien decide. Nadie más que el rey puede tratar con el enemigo.

Es justo que el jefe a quien incumbe la pesada tarea de velar por la ciudad, goce de privilegios especiales. Posee un dominio en las tierras comunales, un temenos, mitad en campos de trigo, mitad en viñas. Por lo demás solo tiene el usufructo de ese dominio que no está comprendido entre sus bienes patrimoniales. Como un dios percibe dones y derechos llamados themistas.

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