Ciudades Estado Griegas
Enviado por Jho03 • 4 de Octubre de 2013 • 940 Palabras (4 Páginas) • 674 Visitas
Desde un punto de vista histórico la ciudad-estado en Grecia no era sino la comunidad aldeana en una fase superior de fusión o progreso: un mercado común, un lugar de reuniones, un centro judicial para todos los labradores de una misma comarca, que pertenecía a la misma estirpe y adoraban al mismo Dios.
Desde un punto de vista político, la ciudad-estado fue expresión del más perfecto equilibrio a que los griegos podían llegar entre esos dos factores de la sociedad humana, opuestos y oscilantes, que son el orden y la libertad.
Mapa conceptual: La ciudad-estado en Grecia
Aristóteles concebía el Estado como una asociación de hombres libres que reconocen un mismo gobierno y que pueden reunirse en asambleas, estimando no ser viable aquel que tuviera más de 10 mil ciudadanos. En lengua griega la palabra polis significaba, a la vez, ciudad y estado.
Las nuevas colonias también se convirtieron en polis políticamente independientes de la metrópoli (polis madre), pero mantuvieron estrechos vínculos religiosos, económicos y culturales. Estas colonias fueron uno de los factores del desarrollo económico de Grecia en este período.
Los siglos V y IV a.C. corresponden al apogeo de las grandes ciudades-estado independientes, entre las que destacan las polis de Atenas y Esparta.
La diferencia de intereses económicos y políticos mantenía separadas a las ciudades. Luchaban entre sí, en el afán de conseguir lejanos mercados o de abastecerse de cereales, o bien formaban alianzas rivales para alcanzar el dominio del mar.
Fue así como cada uno de estos grandes estados (Esparta y Atenas) absorbió a sus débiles vecinos en una liga o confederación dirigida bajo su control. Esparta, estado militarizado y aristocrático, estableció su poder a base de conquistas y gobernó sus estados súbditos con un control muy estricto. La unificación del Ática, por el contrario, se realizó de forma pacífica y de mutuo acuerdo bajo la dirección de Atenas.
Contribuía a esas divisiones la diversidad de origen, pues si bien los griegos se estimaban pertenecientes a una misma raza, la peculiaridad de los distintos grupos tribales de eolios, jonios, aqueos y dorios era vivamente sentida, y Atenas y Esparta se odiaban con gran virulencia. Las diferencias de religión también fomentaban las divisiones políticas, y éstas, a su vez, contribuían a ahondar a aquellas. Los cultos privativos de cada localidad y clan dieron lugar a festivales y calendarios diversos y a diferentes costumbres, leyes y tribunales.
Es bien sabido que los Helenos no lograron realizar la unidad política, cabe, pues, hablar de civilización griega o helénica, pero no de un estado helénico, y por eso la historia política de los griegos es la historia de las luchas incesantes entre las diversas ciudades que deseaban imponer su hegemonía a las otras. Empero, sin la ciudad-estado, Grecia no habría existido.
La Grecia Antigua dejó un espíritu encendido
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