Conmemotraciones
Enviado por brajamm • 8 de Marzo de 2015 • 2.872 Palabras (12 Páginas) • 218 Visitas
El periódico “El Imparcial”, publica la entrevista Díaz – Creelman
3 de Marzo de 1908
El periodista norteamericano James J. Creelman llegó a México a mediados de noviembre de 1907, para realizar una entrevista a Porfirio Díaz. Creelman traía consigo una carta de presentación del presidente de los Estados Unidos Teodoro Roosevelt en la que le inquiría a Díaz si pensaba reelegirse y sobre las inversiones extranjeras en México. La entrevista tuvo amplia difusión tanto en la prensa norteamericana como en la mexicana.
Los días 3 y 4 de marzo de 1908, el diario “El Imparcial”, de la Ciudad de México, reproduce en español el texto de la entrevista que el presidente Porfirio Díaz había concedido, seis meses antes, a Creelman. Causa gran expectación y diversas reacciones en la opinión pública:
“Es un error creer que los sentimientos democráticos de la República se hayan debilitado por mi larga permanencia en la Presidencia, decía tranquilamente. Puedo sinceramente afirmar que el continuado ejercicio del poder no ha menguado mis ideales políticos y creo, por el contrario, que la democracia trae consigo los verdaderos y únicos principios de un buen Gobierno aunque en realidad sólo sean practicables en los pueblos que han llegado a su pleno desarrollo... Aquí en México las condiciones son muy distintas. Yo recibí el Gobierno de las victoriosas manos de un ejército, en un tiempo en que este pueblo estaba dividido y muy poco preparado para el supremo ejercicio de las prácticas democráticas. Haber dejado sobre las masas la completa responsabilidad del Gobierno, desde un principio, hubiera sido lo mismo que crear tales condiciones que hubieran traído el descrédito de la causa para un gobierno liberal.
Es cierto también que una vez que se me confió el poder supremo, por el ejército, se convocó a elecciones, y refrendado su voto para mí, el poder me fue conferido directamente esta vez, por el pueblo.
He tratado de dejar muchas veces el poder; pero siempre que lo he intentado se me ha hecho desistir de mi propósito, y he permanecido en su ejercicio, creyendo complacer a la Nación que confiaba en mí. El hecho de que el precio de los valores mexicanos descendieron once puntos cuando estuve enfermo en Cuernavaca, tenía tal evidencia para mí, que me persuadió, al fin, a desistir de
Félix María Calleja del Rey toma posesión del virreinato de la Nueva España.
Marzo 4 de 1813
A fines del mes anterior, llegó a la ciudad de México el brigadier Olazábal quien portaba la orden de la Regencia fechada el 16 de septiembre del año anterior, por la el virrey Venegas es relevado y nombra para sucederle al mariscal de campo Félix María Calleja del Rey. Había revalidad entre ellos.
Cuando Calleja se presenta en palacio el 28 de febrero, sale a recibirlo Venegas basta la primera sala, le da el abrazo de felicitación y dos horas después estuvo á visitarlo en su casa. El día 4 de marzo siguiente toma Calleja posesión del puesto de virrey. En el palacio es la ceremonia… Venegas espera a Calleja con todas las autoridades en el salón principal, le entrega el bastón; luego pasan a la sala del real Acuerdo y Calleja hace el juramento acostumbrado.
Apenas terminada la ceremonia, deja el palacio y se traslada con su familia á la casa del conde de Pérez Gálvez, en donde permanece hasta su salida para Veracruz, pocos días después. “Cruel y sanguinario, no fue por nadie sentida su separación, pero dejó justo renombre de integro en el manejo de los caudales públicos y de infatigable en las rudas labores del gobierno, acrecentadas por la difícil situación que crea la guerra desde el momento en que tomó posesión del mando superior.. […]
El nombramiento inquieta a los independentistas pues conocen de su crueldad. Calleja a los pocos días publica una proclama en la que se manifiesta partidario de la Constitución, “Establecido un justo medio entre la confusión de la democracia y la arbitrariedad del despotismo, sois ya ciudadanos dependientes de un poder moderado y justo, que subdividido en sus tres calidades esenciales, imposibilita á los que las poseen como en depósito, de abusar de su facultad, y reunir un excesivo mando, en perjuicio de vuestros derechos y de vuestra libertad. Vuestras manos industriosas no están ya ligadas ni sujetas á restricciones absurdas: podéis cultivar en vuestros campos cuanto ellos sean capaces de producir: nombraréis de entre vosotros mismos los que hayan de dirigir y cuidar de vuestra economía civil y los que hubiesen de representar la parte de vuestra soberanía en el Congreso nacional: publicaréis libremente vuestras ideas y pensamientos políticos, en cuanto no propendan á originar la división o trastorno del Estado; y seréis á la vez súbditos y gobernantes, pues que los empleos y destinos públicos son del español sabio y benemérito, ora haya nacido en la península, ora en América”. […] “Si á pesar de mi persuasión, y olvidando lo que debéis á la patria, al rey y á vosotros mismos os dejáis arrastrar del egoísmo, de la imprudencia, del odio y de aquellos vicios que no son compatibles con la paz de Nueva España, sabré usar inexorablemente del rigor de la justicia para apremiar á cada cual al desempeño de sus obligaciones, y aun cortar del cuerpo social todos los miembros corrompidos que puedan enfermarlo. Ni el título de americano ni el de europeo será para mí causa de indecisión en el premio o castigo […]. “Los buenos deben mirarme como á un padre; pero ¡ay de aquel que osare atentar
FRANCISCO HERNÁNDEZ DE CÓRDOBA LLEGA A LA PENÍNSULA QUE DESDE ENTONCES SE LLAMÓ YUCATÁN
5 de marzo de 1517
Francisco Hernández de Córdoba, nacido en España en 1475, llegó a Cuba en 1511. Para ese tiempo, debido a las epidemias y al mal trato que daban a los nativos, las Antillas se habían despoblado por lo que los colonos hacían frecuentes expediciones para capturar indios y venderlos como esclavos. Hernández de Córdoba participaba en estas expediciones y fue lo que lo motivó a organizar la que salió de Cuba el 8 de febrero de 1517 y que se convertiría en una expedición descubridora y conquistadora por los conocimientos de uno de los pilotos: Antón de Alaminos.
Organizaron la expedición referida el capitán Francisco Hernández de Córdoba, Lope de Ochoa de Caicedo y Cristóbal Morante quienes compraron dos barcos y el tercero que componía la flota se los fió Diego Velázquez; como pilotos iban Alaminos, Camacho y Juan Álvarez “El Manquillo”; 110 hombres de tripulación y guerra -entre ellos Bernal Díaz del Castillo- y un clérigo llamado Alonso González. Al zarpar de Santiago de Cuba, navegaron por veintiún días al cabo de los cuales una fuerte tormenta los hizo cambiar de rumbo y
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