Consejos De Un Padre náhuatl A Su Hija
Enviado por HolaKAse2173 • 12 de Septiembre de 2014 • 2.070 Palabras (9 Páginas) • 322 Visitas
Es este un texto clásico que solían repetir los padres nahuas (aztecas, texcocanos, etc.) a sus hijas cuando llegaban a la edad de discreción. En las palabras del padre se transmitían los grandes ideales de la cultura de los antiguos mexicanos, presentados en forma asequible a la capacidad de la niña. No solamente como documento para conocer la cultura de los antiguos mexicanos, sino aun desde el punto de vista literario, el presente discurso posee valor extraordinaria.[ii]
1º. Aquí estás, mi hijita, mi collar de piedras finas, mi plumaje de quetzal, mí hechura humana, la nacida de mí. Tú eres mi sangre, mi color, en ti está en imagen.
2°. Ahora recibe, escucha: vives, has nacido, te ha enviado a la tierra el Señor nuestro, el Dueño del cerca y del junto, el hacedor de la gente, el inventor de los hombres.
3°. Ahora que ya miras por ti misma, date cuenta. Aquí es de este modo: no hay alegría, no hay felicidad. Hay angustia, preocupación, cansancio. Por aquí surge, crece el sufrimiento, la preocupación.
4°. Aquí en la tierra es lugar de mucho llanto, lugar donde se rinde el aliento, donde es bien conocida la amargura y el abatimiento. Un viento como de obsidianas sopla y se desliza sobre nosotros.
5°. Dicen que en verdad nos molesta el ardor del sol y del viento. Es este lugar donde casi perece uno de sed y de hambre. Así es aquí en la tierra.
6º. Oye bien, hijita mía, niñita mía: no es lugar de bienestar en la tierra, no hay alegría, no hay felicidad. Se dice que la tierra es lugar de alegría penosa, de alegría que punza.
7°. Así andan diciendo los viejos: "para que no siempre andemos gimiendo, para que no estemos llenos de tristeza, el Señor nuestro nos dio a los hombres la risa, el sueño, los alimentos, nuestra fuerza y nuestra robustez y finalmente el acto sexual, por el cual se hace siembra de gentes.
8°. Todo esto embriaga la vida en la tierra, de modo que no se ande siempre gimiendo. Pero, aun cuando así fuera, si saliera verdad que sólo se sufre, si así son las cosas en la tierra, ¿acaso por esto se ha de estar siempre con miedo? ¿Hay que estar siempre temiendo? ¿Habrá que vivir llorando?
9°. Porque, se vive en la tierra, hay en ella señores, hay mando, hay nobleza, águilas y tigres. ¿Y quién anda diciendo siempre que así es en la tierra? ¿Quién anda tratando de darse la muerte? Hay afán, hay vida, hay lucha, hay trabajo Se busca mujer, se busca marido.
10°. Pero, ahora, mi muchachita, escucha bien, mira con calma: he aquí a tu madre, tu señora, de su vientre, de su seno te desprendiste, brotaste.
11°. Como si fueras una yerbita, una plantita, así brotaste. Como sale la hoja así creciste, floreciste. Como si hubieras estado dormida y hubieras despertado.
12°. Mira, escucha, advierte, así es en la tierra: no seas vana, no andes como quiere, no andes sin rumbo. ¿Cómo vivirás? ¿Cómo seguirás aquí por poco tiempo? Dicen que es muy difícil vivir en la tierra, lugar de espantosos conflictos mi muchachita, palomita, pequeñita.
13º. Sé cuidadosa, porque vienes de gente principal, desciendes de ella, gracias a personas ilustres has nacido. Tú eres la espina y el brote de nuestros señores. Nos fueron dejando los señores, los que gobiernan; los avales allá se fueron colocando en fila, los que vinieron a hacerse cargo del mundo en el mundo; dieron renombre y fama a la nobleza.
14°. Escucha: mucho te he dado a entender que eres noble. Mira que eres cosa preciosa, aun cuando seas tan sólo una mujercita. Eres piedra fina, eres turquesa. Fuiste forjada, taladrada, tienes la sangre, el color, eres brote y espina, cabellera, desprendimiento, eres de noble linaje.
15°. Todavía esto ahora te voy a decir. ¿acaso no lo entenderás muy bien? ¿Todavía andas jugando con tierra y tepalcates? ¿Acaso todavía estás reposando en la tierra? En verdad un poco escuchas ya, te das cuenta de las cosas: por tu propia cuenta, vas cobrando experiencia.
16°. Mira no te deshonres a ti misma, a nuestros señores, a los príncipes, a los gobernantes que nos precedieron. No te hagas como la gente del pueblo, no vengas a salir plebeya. En tanto que vivas en la tierra, junto y al lado de la gente, sé siempre en verdad una mujercita.
17º. He aquí tu oficio, lo que tendrás que hacer durante la noche y durante el día, conságrate a las cosas de Dios, muchas veces piensa en el que es como la Noche y el Viento. Hazle súplicas, invócalo, llámalo, ruégale mucho cuando estés en el lugar donde duermes. Así se te hará gustoso el sueño.
18°. Despierta, levántate a la mitad de la noche, póstrate con tus codos y tus rodillas, levanta tu cuello y tus hombros. Invoca, llama al Señor, a nuestro Señor, a aquel que es como la Noche y el Viento. Será misericordioso, te oirá de noche, te verá entonces con misericordia, te concederá entonces aquello que mereces, lo que te está asignado.
19°. Pero si fuera malo el merecimiento, la asignación que se te dio cuando aún era de noche, la que te tocó al nacer, cuando viniste a la vida, con eso (con tus súplicas) se hará buena, se rectificará: la modificará el Señor, el Señor nuestro, el Dueño del cerca y del junto.
20°. Y durante la noche está vigilante, levántate aprisa, extiende tus manos, extiende tus brazos, aderézate la cara, aséate las manos, lávate la boca, toma de prisa la escoba, ponte a barrer. No te estés dando gusto, no te pongas nomás a calentar, lava la boca a los otros, haz la incensación, no la dejes, porque así se obtiene de nuestro Señor su misericordia.
21°. Y hecho esto, cuando ya estés lista, ¿qué harás? ¿Cómo cumplirás tus deberes femeninos? ¿Acaso no prepararás la bebida, la molienda? ¿No tomarás el huso, la cuchilla del telar? Mira bien cómo quedan la bebida y la comida, cómo se hacen, cómo quedan buenas, cómo se hacen una buena comida y una buena bebida.
22°. Estas cosas que de algún modo se llaman "las que pertenecen a las personas" son
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