Conversación con una taza de café
Enviado por patai • 10 de Septiembre de 2014 • Ensayo • 814 Palabras (4 Páginas) • 171 Visitas
Nuestras citas consistían en reunirnos en un macdonalds que quedaba cerca de la oficina. Elisa trabajaba en un edificio cercano al mío y para evitar el tráfico de regreso a casa platicábamos con un café de por medio. La conocí en un seminario de informática y ahí supimos que trabajábamos cerca uno del otro y yo propuse reunirnos al día siguiente. Se volvió costumbre el café a las seis de la tarde y era aburrido cuando ella no aparecía. A veces le proponía que al pasar el tráfico en lugar de ir a casa, fuéramos a algún motel.
A la invitación ella respondía con evasivas o jugando a decir que sí. Lo cierto es que cada uno terminaba yéndose solo en su carro después una plática amena. Porque podíamos platicar por horas sin que se sintiera el tiempo. Yo creo que nunca le gusté más que para eso y que siempre estuve condenado a ser el amigo escuchador e interesante con que jamás se acostaría.
Cuando vi a Elisa en el seminario de informática, la vi de espaldas. Se soltaba el pelo para reacomodárselo con una cola y me pareció que alguien con ese cabello sólo podía ser agradable. Y así fue, y además era guapa. No tanto como para que estuviera fuera de mi alcance, lo que me atrajo todavía más.
A los dos nos aburrió el seminario de informática porque ya sabíamos de qué se trataba todo, teníamos empleos en los que los lenguajes de programación eran nuestro pan de cada día. Los demás eran estudiantes que se quedaban confundidos ante temas que para ellos eran nuevos. Pero la empresa lo pagaba y había que ir. La gente de recursos humanos decidió que yo tenía que actualizar mis conocimientos y mi jefe al parecer ni vio de qué se trataba el asunto.
Los dos estamos cerca de los treinta años, ya nuestros sueños de adolescencia se chocaron con la realidad. No tenemos malos empleos, pero ya empezamos a entender que es muy difícil que seamos protagonistas de las historias de éxito de emprendedores de internet que se hacen ricos. Yo había fracasado al intentar poner una tienda en línea y había aceptado el empleo para pagar mis deudas. Elisa pensaba al principio llegar a ser gerente de algo, pero no lo miraba claro en la empresa en donde estaba, donde ya había dejado cinco años de su vida.
Ninguno de los dos teníamos pareja; pero a pesar de mi insistencia nunca aceptó salir conmigo en fin de semana. Elisa esperaba que al fin sucediera algo, a veces era el regreso de un antiguo novio, a veces era que el vendedor guapo que le coqueteaba en su oficina al fin la invitase a salir. Nada de eso sucedía, según me contaba los lunes, y los fines de semana se la pasaba saliendo con sus amigas. Yo por mi parte, me la pasaba viendo tele y leyendo algo y a veces saliendo a cervecear con los cuates.
Lisa, le decía, ¿cuándo vas a dejar de hacerme sufrir? ¿Qué te cuesta ir a enmotelarnos un día? A veces se hacía la ofendida,
...