Definicion de la educacion socialista durante el cardenismo (1934-1940)
Enviado por José Antonio Pérez Ramos • 4 de Abril de 2022 • Ensayo • 2.427 Palabras (10 Páginas) • 130 Visitas
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Definición de la educación socialista durante el cardenismo (1934-1940)
Maria Fernanda Padilla Cabrera Se le conoce como “Educación socialista” a la serie de preceptos pedagógicos, políticos y culturales que rigieron la vida del país durante el mandato de Lázaro Cárdenas. Aunque desde el principio, los postulados ideológicos estuvieron poco claros. La reforma educativa acaecida en
1934 tenía un antecedente mucho más amplio, y con un contenido más coherente: el laicismo de mediados del siglo XIX. Pero la separación de Iglesia y Estado en el terreno educativo fue interpretada después de la Revolución Mexicana de diversas maneras; desde aquellos que la veían como un texto neutral, pasando a los que creían en la “libre cátedra” hasta aquellos más radicales que la vislumbraban como una postura cobarde frente al clero, limitando al profesor a exponer las fallas de la religión.1
Las voces radicales exigían sustituir el laicismo con una posición más firme contra la iglesia, y que a la vez dotara de consciencia crítica a los grupos populares; fue así que a partir de
1920 cobró relevancia la Educación Racionalista, especialmente en Yucatán, Tabasco y
Veracruz. Inspirados en Francisco Ferrer Guardia y los anarquistas catalanes de la época, la educación racionalista se basó en la redención obrera, el sentido de solidaridad y la puesta en
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marcha de una pedagogía activa.
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Lerner, Victoria. La educación socialista. México: El Colegio de México, 1979, pp. 11.
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Victoriano Pimentel fue fundador de la revista Escuela Moderna en 1889 en Barcelona, su sucesor intelectual
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Francisco Ferrer Guardia consolidó los ideales de esta la llamada Escuela Moderna. En ésta se hacía una crítica a la
«escuela-cárcel» se defendía la enseñanza pragmática en los diferentes escenarios de la vida y se promovía una educación libre de “ataduras”. Véase: Francisco Ferrer Guardia. La Escuela Moderna, (Barcelona: Tusquets, 2002), p. 8; Carlos Martínez Assad. Los Lunes Rojos, la educación racionalista en México, (México: Secretaría de Educación Pública/Ediciones El Caballito), pp. 9-20; Antonio Betancourt Pérez. La pedagogía del Anarquismo, la escuela racionalista, (Mérida: Estudios y Ensayos, 1969), p. 50; José Alberto Moreno Chávez, «Quemando Santos para Iluminar Conciencias. Desfanatización y Resistencia al Proyecto Garridista, 1924-1935» en Estudios de Historia Moderna y Contemporánea, núm. 42, (julio-diciembre 2011), pp. 54-56.
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¿Qué podía ocupar el lugar del racionalismo educativo que fuese útil para que el Estado tomase parte de la vida de las clases trabajadoras? Ni maestros, ni políticos radicales se ponían de acuerdo. Durante los debates y aún después de la asunción de Cárdenas como presidente no había un consenso de la orientación que debía tener la educación. Se mencionaban corrientes como la escuela proletaria, activa o afirmativa3, y empezaba a mencionarse la educación socialista que en ocasiones se equiparaba con la racionalista. Manlio Flavio Altamirano fue uno de los primeros en proponer la orientación socialista, aunque confundido en ocasiones por la terminología: “Nosotros estamos obligados a forjar la escuela racionalista o socialista, para formar en ella el alma de los nuevos hombres, que mañana habrán de ser los paladines del ideal revolucionario […]”.4 Frente a los debates suscitados y la ambigüedad ideológica presentada, el objetivo de este ensayo es exponer y analizar el camino hacia la reforma educativa de 1934, su orientación (o desorientación) ideológica, así como presentar las metas más esenciales que se impusieron durante los periodos callistas y cardenistas, pues fue la educación la principal esperanza de formar una nueva sociedad, acorde a los nuevos cambios que se presentaban en México y el mundo.
Orientación y desorientación del socialismo en la reforma
El primer problema al momento de llevar a cabo la reforma educativa es definir el concepto de
“socialismo”. Es difícil saber a ciencia cierta quienes realmente habían comprendido los principios del materialismo dialectico o la teoría marxista en sí, y quienes sólo adoptaron la fraseología socialista al calor de la demagogia que imperaba. Lo cierto es que la política cultural en estos años se construyó a base de muchas de estas ideas, que si bien eran ambiguas en lo
intelectual, obedecían a fines políticos muy concretos y también diversos en muchos casos. Si la
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Victoria Lerner, La educación socialista, p. 14. Algunas otras propuestas eran la escuela del trabajo, la escuela
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mexicana , la escuela de acción entre muchas otras donde la única orientación concreta era su naturaleza revolucionaria (por el hecho de haber nacido del proceso revolucionario mexicano).
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Carlos Martínez Assad, Los lunes rojos, p. 19.
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educación socialista causó tanto revuelo, oposición y apoyo fue porque en su proceso de debate, aprobación y aplicación se gestó la «guerra por las conciencias mexicanas». Porque ¿en qué otro lugar sino en el aula se podría promover los «valores de la revolución»? 5 De hecho, así como las autoridades y algunos maestros habían descrito en reiteradas ocasiones los «clásicos» vicios de la población campesina, también se expresó el deseo de corregir a través de la escuela los «vicios» de los niños mexicanos: «suciedad, codicia, deshonestidad, ingratitud, pereza, desobediencia, etcétera».6 El Estado buscaba formar a los mexicanos del mañana y con ello lograr la utopía de un hombre nuevo que fuera virtuoso, secular y moderno. Desde 1933 hasta aproximadamente
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