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Dentro de cualquier historia, de cualquier nación


Enviado por   •  10 de Noviembre de 2013  •  Tutorial  •  2.304 Palabras (10 Páginas)  •  214 Visitas

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Dentro de cualquier historia, de cualquier nación,

Siempre es posible observar que por múltiples causas, a veces contradictorias y a veces inexplicables, suele haber personajes que sufren de injusto abandono. En un momento parciales historiadores, en otro, políticas oficiales, y en muchos más, la mala interpretación – ya sea por accidente, por descontextualización o hasta por mala fe – logran que el hacer de algunos grandes hombres del pasado sea desvirtuado por completo y en ocasiones hasta olvidado. Este es el caso del General Don Porfirio Díaz Mori, un hombre que al mismo tiempo que es pieza fundamental de la Historia de México, también es uno de aquellos a los que se les ha juzgado de manera muy injusta y con mucha ligereza tomando como punto de partida los conceptos del siglo XXI

Por otro lado, conocemos un sinfín de personajes inscritos en la Historia de México con dudosa moral o con frágiles lealtades y que lejos de tener la estatura histórica y humana del General Díaz, son constantemente homenajeados. A unos se les reconoce con letras de oro en recintos públicos y oficiales, otros forman parte de la tradicional nomenclatura urbana, y otros menos, gozan de monumentos en los cuales descansan sus restos físicos. Privilegios negados al gran soldado Porfirio Díaz, ya que como ejemplo, sus restos aun descansan en el cementerio de Montparnasse, en París. José de la Cruz Porfirio Díaz Mori nace el 15 de septiembre de 1830 en la ciudad de Oaxaca, capital del estado del mismo nombre. Fue el sexto hijo de siete, que José Faustino Díaz, criollo de origen español, y Petrona Mori con algo de sangre india mixteca, y otro poco asturiana habían procreado. Existe una creencia generalizada de que Porfirio Díaz fue un hombre de origen más bien indígena, tipo Juárez, de poca instrucción y cultura y que sólo hasta llegar a la presidencia se afinó de forma notable.

Esto no es del todo correcto, ya que si bien es verdad que durante su mandato y gracias a la intervención de su esposa, Doña Carmen Rubio, el militar rudo de batallas se preocupó por mejorar sus maneras y costumbres de forma más acorde con los protocolos sociales y políticos de la época, también es cierto que recibió estudios formales, tanto en su infancia como en su juventud. Posiblemente para muchos lectores sea sorpresa saber que Don Porfirio hizo tan buenos estudios que hasta llegó a dar clases de latín. En 1835, el pequeño niño Porfirio, fue enviado a la escuela “Amiga” para aprender a leer y a escribir. En 1843, ya adolescente, y apadrinado por el futuro obispo de Oaxaca don José Agustín Domínguez, ingresó al Seminario Tridentino de Oaxaca para comenzar una carrera teológica. En este seminario y durante los próximos tres años, realizó estudios de gramática, retórica, latín, matemáticas, lógica, entre otras materias.

Al tener noticia del inicio de aquella injusta y canalla invasión de parte de los codiciosos norteamericanos y a la cual se le llama “elegantemente” la “Intervención Norteamericana en México”, Porfirio Díaz y otros compañeros decidieron solicitar su ingreso en el Ejército Nacional. Solicitud que fue aceptada con el enlistamiento de los jóvenes en un batallón que finalmente no tuvo oportunidad de luchar. Sin embargo, se podría afirmar que esta acción del año de 1846, marcó de una forma u otra,

el inicio de la carrera militar de Porfirio Díaz o en todo caso la expresión de una vocación antes oculta.

Fue precisamente en ese año, en que enseñaba latín al hijo de su mentor político Don Marcos Pérez, en una entrega de premios, conoció a Benito Juárez entonces Gobernador del Estado de Oaxaca.

El joven, sumamente entusiasmado por lo escuchado en la reunión y tras una gran lucha interna, tomó la difícil decisión de abandonar el camino eclesiástico. Una decisión que marcaría el destino, no sólo del futuro General, sino de la nación entera. Al conocer la nueva situación el ahora obispo de Oaxaca, padrino de Porfirio, contrario a las nuevas aspiraciones de su protegido, decidió retirarle todo su apoyo moral y económico. No obstante el joven estudiante ingresó al Instituto de Ciencias y Artes de Oaxaca en donde realizó estudios de Derecho hasta 1850, año en que se convirtió en maestro de esta misma materia. A finales del año de 1854, estando de nueva cuenta Antonio López de Santa Anna como presidente de México, y en pleno fervor de la Revolución de Ayutla, se hizo un llamado a la población para que mediante un plebiscito se votara la permanencia del caudillo en el poder o en caso contrario se hicieran propuestas del posible substituto. Algunos que creyeron que el plebiscito sería legítimo, votaron primero, por la salida inmediata del Presidente y segundo, por la instauración de Juan Álvarez como encargado de la presidencia. Poco tiempo después se ordenó que se hiciera preso a todo aquel que había votado en contra y a favor de Álvarez, entre ellos a Porfirio Díaz. Para agosto de 1855 la Revolución de Ayutla triunfaba claramente y Santa Anna se vio obligado a abandonar el poder mientras Juan Álvarez quedaba como presidente interino. En el mismo año Porfirio es nombrado Jefe Político del distrito de Ixtlán y posteriormente -ya con Ignacio Comonfort como presidente- se le confiere el mando militar del Istmo de Tehuantepec. Es en esos días que Porfirio conoce a la que sería su gran amiga sentimental: Juana Catalina Romero, “La mamá grande de Tehuantepec“, “Didjaza”. Una mujer legendaria que trabajó mucho por todo el Istmo de Tehuantepec y a la que se le atribuyen tantas virtudes que resulta fácil comprender la razón del aprecio tan importante que el oaxaqueño le prodigaba.

Aun con el triunfo liberal de la Revolución de Ayutla y la salida de Antonio López de Santa Anna, el país continúa con gran efervescencia política. La promulgación de la nueva Constitución, la expedición de la “Ley Juárez” y la “Ley Lerdo”, se convierten en los grandes detonantes de otra guerra fratricida entre conservadores y liberales, la “Guerra de Reforma”. Este nuevo conflicto que se desarrolló desde 17 de diciembre de 1857 hasta el 1º de enero de 1861 fue también llamado, en alusión a su duración, la “Guerra de Tres Años”. En este período Díaz asciende, dentro del escalafón militar, a Mayor, Coronel y Teniente General, grados conferidos por su exitosa participación en varias batallas.

Con la entrada exitosa a la ciudad de México del General Jesús González Ortega, al mando del ejército liberal, y con la consiguiente disgregación de las fuerzas conservadoras, queda allanado el camino a dos hechos significativos de la historia de México: la segunda invasión francesa a nuestro país y la inserción

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