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Diego Rivera Y La Revolución Mexicana


Enviado por   •  9 de Marzo de 2014  •  4.840 Palabras (20 Páginas)  •  632 Visitas

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HISTORIA AMERICANA XX

DIEGO RIVERA

Sus murales y la Revolución mexicana

PROFESOR TITULAR: Juan José BLAUSTEIN

ALUMNA: Daniela Alejandra BUSTAMANTE

CURSO: 4º de HISTORIA

AÑO ACADÉMICO 2013

Introducción

La Revolución mexicana ocurrida en la primera década del siglo XX marca un período fundamental en la historia de México y América Latina. Los gobiernos que siguieron a la rebelión se llamaron a sí mismos “revolucionarios” porque eran los depositarios de los logros obtenidos como la justicia social, participación del pueblo en las decisiones políticas, alternancia política, entre otros. En el transcurso de la Revolución se elaboraron imágenes plásticas que representan la lucha revolucionaria, sus logros y a sus protagonistas como Emiliano Zapata, Pancho Villa y Francisco I. Madero. Algunos artistas se interesaron y se unieron a las causas populares que surgieron durante la revolución como Diego Rivera, en este contexto nace el Muralismo, un movimiento artístico que se destaca por sus obras monumentales para el pueblo en las que se retratan la realidad mexicana y se distinguen por tener un fin educativo y esencial para unificar a México después de la revolución. Este al igual que otros artistas, como Francisco Goitia, José Clemente Orozco y David Alfaro Sequeiros, decidieron desde al arte defender el orden social y los derechos de los hombres, cada artista tuvo su propia interpretación política o filosófica de la revolución y lo que está significó para los mexicanos.

En el siguiente trabajo intentaré dar cuenta de la incidencia artística de Diego Rivera frente a la Revolución que se daba en su país, trataré de centrarme en su participación artística y política en México analizando porque fue considerado uno de los principales muralistas de su país y artista comprometido políticamente. Aquellas circunstancias que lo llevaron a ser uno de los fundadores del partido Comunista mexicano y convocado por José Vasconcelos, encargado de la Educación Pública de México, para narrar la epopeya del pueblo mexicano a través de la pintura con la idea de renovar la vida cultural del país.

Cuento con la bibliografía de J. E. Spilimbergo, “Diego Rivera y el arte en la Revolución Mexicana”, en este libro el autor hace un análisis biográfico de Diego, describe su arte, narra su actividad política en México y en el exterior y deja al descubierto su personalidad al plasmar su vida personal.

También cuento con el libro de Jorge Abelardo Ramos, “Historia de la Nación Latinoamericana”, el cual posee una perspectiva revisionista y original de la historia de América Latina.

Conjuntamente cuento con el libro de Anita Brenner, “La revolución en blanco y negro”, que hace un interesante análisis descriptivo y cronológico de la situación mexicana.

El trabajo de investigación contará con dos capítulos:

El primero de ellos llamado “Revolución mexicana”, desarrollaré a modo de crónica el proceso social y político de la revolución.

El segundo capítulo “Diego y sus murales”, estará enfocado al artista y su participación artística, social y política en México de principios de siglo XX, no destacaré aspectos personales ni de carácter internacional, a menos que incida con la temática abordada. En este capítulo se desarrollará como el muralismo de Rivera se convirtió en una herramienta didáctica para transmitir ideas al pueblo mexicano.

Capítulo 1

Revolución Mexicana

Revolución Mexicana

Antes de abordar la temática, es decir la incidencia del Muralismo de Diego Rivera en la revolución, es necesario hacer una reseña histórica de la situación política y social a comienzos del siglo XX.

La Revolución Mexicana nació en un panorama de insatisfacción contra la política elitista y oligárquica de Porfirio Díaz, que había beneficiado a las clases más privilegiados, sobre todo a los terratenientes y a los grandes capitalistas industriales. Si bien el país gozaba de prosperidad económica, las continuas reelecciones de Díaz causó malestar político entre la reciente clase media, en tanto que los beneficios de la prosperidad no habían alcanzado a los grupos más pobres de la sociedad.

Las tres décadas del porfirismo presenciaron la introducción de capitales extranjeros en la economía del país, lo que permitió modernizar a México: ferrocarriles, telégrafos, puertos, servicios públicos y caminos. Mientras el porfirismo favorecía estos focos de civilización, indispensables a las grandes potencias para apoyar y administrar sus inversiones, es resto de México permanecía en un profundo estancamiento.

“En un polo se veía a una minoría blanca, dueña de tierras sin límites, que despreciaba a su país y trataba de exprimir su savia para huir de él […] El hacendado no era un verdadero hombre de campo, sino un señorito que rara vez visitaba sus establecimientos, excepto para alguna fiesta”.

Los mestizos e indios que conformaban la mayoría de la población eran los peones de la ciudad, los trataban como ganado, sin sueldo, trabajaban de la mañana a la noche, eran apaleados hasta morir y los hombres eran encerrados por las noches.

“Los conquistadores habían cometido un grave error -bajo la influencia de sentimentalismos religiosos- al permitir que esas criaturas vivieran y se propagaran. Se los debía haber manejado como en Estados Unidos.”

Se los consideraba sub-humanos, degenerados, irresponsables, perezosos, traicioneros, supersticiosos, destinados a ser una raza de esclavos. Estas personas nunca podrían participar en los actos del gobierno y tampoco podrían pretenderlo, había que dejarlos trabajar y mantener la paz.

El gobierno era una aristocracia, de cerebros, técnicos, ancianos sabios y científicos. La economía era manejada por Limantour, mientras Díaz manejaba la política, el mismo elegía a los gobernadores, que generalmente eran los mayores terratenientes y hombres de negocios de la localidad y que disfrutaban de poderes dictatoriales. Cada uno de ellos como Díaz, tenía un colaborador que era su brazo derecho, el jefe de la policía, cuya organización trabajaba sin descanso para hacer desaparecer a los descontentos y a la gente sospechosa

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