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Difícilmente abre sus ojos solo para observar el abanico girando en el techo


Enviado por   •  4 de Febrero de 2015  •  1.655 Palabras (7 Páginas)  •  264 Visitas

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Difícilmente abre sus ojos solo para observar el abanico girando en el techo,

haciéndose la misma pregunta día a día. -¿Por qué mierda me levanto?- su esposa como a diario en la cocina preparando el desayuno de las niñas esperando a que su malhumorado esposo se resigne a bañarse y bajar a desayunar con ellas.

- Amor apúrate hoy es el cumpleaños de diana y el salón debe estar listo para las 3 de la tarde así que espero que a la 1 ya hallas salido del trabajo.-

El girando levemente la cabeza le responde –Lo prometo-. Su hija Laura la más chica abrasa a su padre antes de irse a la escuela con su hermana y su madre. Rápidamente cambia su cara usual de pocos amigos solo para mostrar una sonrisa aunque breve sincera.

Otro día mas el mismo camino de siempre, el mismo semáforo, la misma hoyo antes de llegar al trabajo. Misma rutina diaria mostrar el gafete a Raúl para que le permita el acceso, el mismo pasillo lleno de las mismas personas, camina los 47 pasos bien contados y rectificados a diario solo para llegar a su cubículo, para proceder a prender la computadora y quedarse sentado por un turno de 12 horas.

Pero hoy, hoy era diferente era el cumpleaños de su hija mayor diana, una sonrisa se escaba de su rostro el solo imaginar que hoy saldría temprano del trabajo para salir de su rutina diaria y poder celebrar a su hija. El reloj daban las 12 ya era de salir, guardo alegremente todas sus cosas, caminando por ese pasillo tan memorizado en su cabeza.

Todo marcha manejando camino al salón y con un regalo en el asiento del copiloto, una caja pequeña con una envoltura roza y un moño blanco, él sabía muy bien que su hija se volvería loca, digo como no habría de hacerlo un maldito celular que le costó un ojo de la cara pero sabía muy bien que ella se lo merecía.

Al fin llego a su destino, con pasos ligeros llega a la recepción del lugar solo para que uno de los empleados del lugar le dijera que su esposa aún no ha llegado.

– ¿Aun no llega?-.

Sonriendo de nuevo al fin por primera vez en mucho tiempo llego más temprano que su esposa,

mientras saca su celular para llamarla deja el regalo de su hija en la mesa.

4 intentos y aun no contesta, su sonrisa ya no estaba se empezaba a preocupar, mira el reloj ya son las 2 una hora de retraso y sin contestar sabía bien que algo no anda bien.

Se dirige al único lugar donde esperaba encontrarlas, se dirija a casa.

Maneja más rápido que lo usual puesto que los nervios rondaban en su cabeza, más aun por fuera con una expresión tranquila trataba de hacerse a la idea de que simplemente el carro no funciono y que el celular estaba descargado -no sería nada nuevo de ella- se dijo a sí mismo, llega a casa y se alivia al ver que el la camioneta esta estacionada en la entrada, su preocupación se había ido casi por completo, cuando mete la llave a la puerta se da cuenta de que está abierta, de nuevo su cabeza se llena de preocupación, él sabe que su esposa jamás deja la puerta sin seguro, abre la puerta nervioso y gritando –Helena!- nadie responde, grita de nuevo –Laura!- el silencio llena la casa, revisa el primer piso, no hay nadie, su cuerpo empieza a temblar, sube las escaleras corriendo, en toda su vida jamás había subido unas escaleras tan largas, -por dios ¿siempre han sido así de largas las escaleras?-.

Al fin llega rápido y sin dudar abre la puerta de su dormitorio, sus ojos se llenan de lágrimas, hay sangre en la cama, su corazón deja de latir por un instante, pero no encuentra a nadie, corre al cuarto de sus hijas y se detiene en la puerta, lentamente acerca su mano a la manija, en su vida jamás había tenido tanto miedo, las lágrimas brotaban de sus ojos, abre la puerta.

-Papá me duele mucho-

El cuarto dejo de ser rosa ahora lo adornaban unas enormes manchas rojas, en conjunto de pedazos de carne salpicados en la pared, en la cama más chica se encontraba un brazo largo con un anillo de oro en su dedo anular, un torso decoraba la alfombra aun tenia sangre brotando de él,

al lado del ropero estaba el cuerpo de una niña pequeña con sus intestinos arrancados, en la cama más grande se encontraba una cabeza de una mujer de mediana edad con una cabellera negra rozando el suelo y en la esquina estaba una niña más grande que la primera como si estuviera pegada a la pared su pecho estaba abierto exponiendo su corazón latente.

Estaba destrozado, -No! No! Esto es una horrible pesadilla algo está mal no! Dios no!-

se escucha de nuevo una voz aferrándose a la poca vida que le queda –Papá duele-.

No importa si es una maldita pesadilla, mi hija mi hija con el pecho abierto, ensangrentada, es mi hija. Parecía una maldita broma no podía moverse, una vena saltaba en su frente del esfuerzo de intentar moverse, algo no permitía que se moviera, mientras que de una sombra

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