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Dragón Metal Es Muy Fuerte


Enviado por   •  12 de Noviembre de 2013  •  1.963 Palabras (8 Páginas)  •  378 Visitas

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- ¡Diablo de niños! ¿Qué es eso de quedarse tantas horas en el bosque? ¡Creíamos que

no queríais volver!

El padre, en cambio, se alegró de que hubieran vuelto, pues le remordía la conciencia por

haberlos abandonado. Algún tiempo después hubo otra época de miseria en el país, y los

niños oyeron una noche cómo la madrastra, estando en la cama, decía a su marido:

- Otra vez se ha terminado todo; sólo nos queda media hogaza de pan, y sanseacabó.

Tenemos que deshacernos de los niños. Los llevaremos más adentro del bosque para

que no puedan encontrar el camino; de otro modo, no hay salvación para nosotros.

Al padre le dolía mucho abandonar a los niños, y pensaba: «Mejor harías partiendo con

tus hijos el último bocado». Pero la mujer no quiso escuchar sus razones, y lo llenó de

reproches e improperios. Quien cede la primera vez, también ha de ceder la segunda; y,

así, el hombre no tuvo valor para negarse. Pero los niños estaban aún despiertos y

oyeron la conversación. Cuando los viejos se hubieron dormido, levantóse Hänsel con

intención de salir a proveerse de guijarros, como la vez anterior; pero no pudo hacerlo,

pues la mujer había cerrado la puerta. Dijo, no obstante, a su hermanita, para consolarla:

- No llores, Gretel, y duerme tranquila, que Dios Nuestro Señor nos ayudará.

A la madrugada siguiente se presentó la mujer a sacarlos de la cama y les dio su pedacito

de pan, más pequeño aún que la vez anterior. Camino del bosque, Hänsel iba

desmigajando el pan en el bolsillo y, deteniéndose de trecho en trecho, dejaba caer

miguitas en el suelo.

- Hänsel, ¿por qué te paras a mirar atrás? -preguntóle el padre-. ¡Vamos, no te

entretengas!

- Estoy mirando mi palomita, que desde el tejado me dice adiós.

- ¡Bobo! -intervino la mujer-, no es tu palomita, sino el sol de la mañana, que brilla en la

chimenea.

Pero Hänsel fue sembrando de migas todo el camino. La madrastra condujo a los niños

aún más adentro del bosque, a un lugar en el que nunca había estado. Encendieron una

gran hoguera, y la mujer les dijo:

- Quedaos aquí, pequeños, y si os cansáis, echad una siestecita. Nosotros vamos por

leña; al atardecer, cuando hayamos terminado, volveremos a recogemos.

A mediodía, Gretel partió su pan con Hänsel, ya que él había esparcido el suyo por el

camino. Luego se quedaron dormidos, sin que nadie se presentara a buscar a los

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D.R.© Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey,

Eugenio Garza Sada 2501 Sur, Col. Tecnológico, Monterrey, N.L. México. 2010

pobrecillos; se despertaron cuando era ya de noche oscura. Hänsel consoló a Gretel

diciéndole:

- Espera un poco, hermanita, a que salga la luna; entonces veremos las migas de pan que

yo he esparcido, y que nos mostrarán el camino de vuelta.

Cuando salió la luna, se dispusieron a regresar; pero no encontraron ni una sola miga; se

las habían comido los mil pajarillos que volaban por el bosque. Dijo Hänsel a Gretel:

- Ya daremos con el camino -pero no lo encontraron.

Anduvieron toda la noche y todo el día siguiente, desde la madrugada hasta el atardecer,

sin lograr salir del bosque; sufrían además de hambre, pues no habían comido más que

unos pocos frutos silvestres, recogidos del suelo. Y como se sentían tan cansados que las

piernas se negaban ya a sostenerlos, echáronse al pie de un árbol y se quedaron

dormidos.

Y amaneció el día tercero desde que salieron de casa. Reanudaron la marcha, pero cada

vez se extraviaban más en el bosque. Si alguien no acudía pronto en su ayuda, estaban

condenados a morir de hambre.

Pero he aquí que hacia mediodía vieron un hermoso pajarillo, blanco como la nieve,

posado en la rama de un árbol; y cantaba tan dulcemente, que se detuvieron a

escucharlo. Cuando hubo terminado, abrió sus alas y emprendió el vuelo, y ellos lo

siguieron, hasta llegar a una casita, en cuyo tejado se posó; y al acercarse vieron que la

casita estaba hecha de pan y cubierta de bizcocho, y las ventanas eran de puro azúcar.

- ¡Mira qué bien! -exclamó Hänsel-, aquí podremos sacar el vientre de mal año. Yo

comeré un pedacito del tejado; tú, Gretel, puedes probar la ventana, verás cuán dulce es.

Se encaramó el niño al tejado y rompió un trocito para probar a qué sabía, mientras su

hermanita mordisqueaba en los cristales. Entonces oyeron una voz suave que procedía

del interior: «¿Será acaso la ratita la que roe mi casita?» Pero los niños respondieron: «Es

el viento, es el viento que sopla violento». Y siguieron comiendo sin desconcertarse.

Hänsel, que encontraba el tejado sabrosísimo, desgajó un buen pedazo, y Gretel sacó

todo un cristal redondo y se sentó en el suelo, comiendo a dos carrillos.

Abrióse entonces la puerta bruscamente, y salió una mujer viejísima, que se apoyaba en

una muleta. Los niños se asustaron de tal modo, que soltaron lo que tenían en las manos;

pero la vieja, meneando la cabeza, les dijo:

- Hola, pequeñines, ¿quién os ha traído? Entrad y quedaos conmigo, no os haré ningún

daño.

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Y, cogiéndolos de la mano, los introdujo en la casita, donde había servida una apetitosa

comida: leche con bollos azucarados, manzanas y nueces. Después los llevó a dos

camitas con ropas blancas, y Hänsel y Gretel se acostaron en ellas, creyéndose en el

cielo. La vieja aparentaba ser muy buena y amable, pero, en realidad, era una bruja

malvada que acechaba a los niños para cazarlos, y había construido la casita de pan con

...

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