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Día Del Civismo


Enviado por   •  8 de Febrero de 2014  •  952 Palabras (4 Páginas)  •  625 Visitas

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27 DE FEBRERO: DÍA DEL CIVISMO, DE LA BATALLA DE TARQUI, DE LA GESTA DEL CENEPA, DE LA UNIDAD NACIONAL, DEL EJÉRCITO ECUATORIANO.

El 27 de febrero, magna fecha, en que el ecuatoriano, se cubre con la augusta sombra que le cobijan sus símbolos patrios, se yergue altivo sobre el suelo que ha sido testigo de innumerables sacrificios de hombres de todo condición, que amparados en el amor a su patria no han permitido el menoscabo de su territorio, peor aún de su dignidad; hoy con el pecho alborozado recuerdan jubilosos los hechos que han marcado los hitos decisivos en las páginas sagradas de nuestra historia.

El hombre se llena de civismo cuando no pesa en él la mancha del egoísmo, cuando considera a su prójimo, está lleno de civismo cuando se preocupa por su ciudad, cuando le interesa la solución a los problemas sociales, cuando su hogar no son las cuatro paredes de su vivienda, sino la patria toda; se llena de civismo al entonar con fervor su Himno patrio, al sentir el ondular de su bandera como símbolo de libertad y soberanía; al descubrir en cada elemento de su escudo los factores predominantes para su desarrollo, para su orgullo que le da la fuerza para formar en cada uno de sus hogares la conciencia de amor a la patria basado en la ética, la honradez y el bien común.

Debemos la designación al Presidente de la república Carlos Julio Arosemena Tola, que en 1948 decretó este día como celebración al Civismo. Importante acontecimiento, ya que recordamos la Gesta de la batalla de Tarqui suscitada en 1829, en el Portete del mismo nombre. Héroes como el Mariscal Antonio José de Sucre, el general Juan José Flores, el general Urdaneta, los Granaderos del Cauca, los soldados del Yaguachi, el general O’lary, convencidos que la traición, el engaño y la ambición solo conducen a la derrota, enfrentaron a los siempre invasores del Perú. Cruenta lucha de la siete de la mañana del 27 de febrero a las cinco de la mañana del día siguiente, en que los invasores son derrotados firmando el tratado de Girón.

Desde ese momento el soldado ecuatoriano se revistió de un juramento con la Patria y con su alma que ni el tiempo, ni el espacio podrá borrarla; el de defenderla, ofrendando inclusive su vida si fuera menester. Verdaderos espartanos han defendido cada centímetro de nuestra patria en todas las épocas; en la guerra del 41 vibra hasta ahora el grito de coraje y valentía de los pocos soldados dirigidos por el inmortal Teniente Hugo Ortiz. En la Coordillera del Cóndor, Paquisha, Mayaycu y Machinaza, en Cuevas de los Tayos, en Soldado Monje, brillan entre espesura, el hambre y la pertinaz lluvia de la selva, el sacrificio inclaudicable de hombres embriagados de amor patrio que no conocerán la palabra de rendición, derrota ni cansancio hasta no alejar el peligro de sus fronteras, que las defenderán con su alma consagrada y su fuerza indómita . Este es el hombre que se enfrentó

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