EL DEPORTE EN LA EDAD MEDIA OSCURANTISMO Y FEUDALISMO
Enviado por GabrielaBelieber • 10 de Marzo de 2015 • 10.272 Palabras (42 Páginas) • 1.213 Visitas
Los deportes en la
Edad Media
Introducción:
En la Edad Media la mayoría de la gente llevaba una vida muy miserable y no tenían tiempo de dedicarse a las actividades de ocio. Tan sólo unos pocos hombres tenían el priviligio de poder participar o asistir a determinados actos (considerados los deportes de la Edad Media) como los torneos, la caza y la pesca.
Llamamos Edad Media a un período de tiempo que se desarrolla en la Europa cristiana entre los siglos VI al XII. Comienza con la caída del Imperio Romano de Occidente y que termina con el descubrimiento de América (1492).
Se caracteriza:
En lo social, unos hombres poderoso que poseían pequeños ejercicios y grandes cantidades de tierra se convierten en la clase dominante.
En lo económico, la inestabilidad política provocó la práctica desaparición del comercio y de la artesanía, y además la falta de circulación de moneda, hizo aparecer de nuevo la economía primaria o de trueque.
La sociedad feudal se dividía en tres estamentos:
El campesinado, el clero y la nobleza.
La cultura en la Edad Media era poco importante y solamente en los monasterios se enseñaba a los futuros monjes y a otras pocas personas.
El arte más representativo de la época feudal es le arte románico. Nació en Francia. Es un arte totalmente religioso, antinaturalista y rural.
Con el advenimiento del Cristianismo, las invasiones de los bárbaros y la caída del Imperio romano, desaparecieron casi por completo los deportes atléticos y se retorno a los entrenamientos físicos para la guerra —deportes de combate, como las justas y los torneos—, y a la práctica de la caza. Actividades deportivas de marcado carácter aristocrático, quedando exclusivamente para el pueblo llano algunos juegos de pelota y determinados lanzamientos que recordaban, sutilmente, el esplendor de los tiempos helénicos. Una especie de lanzamiento de martillo que practicaban las tribus nórdicas y una modalidad de lanzamiento de peso, que, según relata Luis Agosti, pudo ser el precursor del tradicional lanzamiento de barra, muy practicado en tierras vascas y castellanas, son algunas de las actividades deportivas que tenía permitida la plebe, junto con unos concursos de corte de troncos, arrastre de piedras, soga-tira y otras modalidades deportivo-rurales, practicadas de forma esporádica. No obstante, y pese a que se tienen pocas noticias deportivas de la época, sí podemos hablar de unas carreras de patinaje sobre hielo —primero sobre patines de hueso y luego con cuchillas—, entre los escandinavos, y de distintas modalidades del juego de pelota, ya fuera a mano, con raqueta o con palas de diferentes pesos y formas. Los jugadores lanzaban la pelota contra la pared o se enfrentaban emulando el tenis actual Se practicaba al aire libre, en las plazas y en las calles, y la afición caló de tal manera que se extendió por todas las capas sociales Recordemos que Luis X de Francia murió, en 1316, por beber agua fría en el descanso de un partido de pelota
El tiro con arco y ballesta, una especie de rugby rudimentario, algo parecido al golf y al criquet y las carreras de caballos y carros, también adquirieron gran popularidad en la Edad Media Sobre todo, las carreras de caballos en Constantinopla, donde se desarrollaban en un hipódromo de 500 metros de largo por 117 de ancho, según ha relatado don Javier Zabalo, profesor de Historia medieval. El espectáculo se prolongaba durante todo el día, con ocho carreras repartidas en dos jornadas de mañana y tarde. Era tal la afición, que mucha gente prefería no comer y asistir a la celebración A los campeones se los colmaba de atenciones y honores, y llegó a convertirse en un gran evento deportivo-festivo en la época medieval, que perduró en Bizancio hasta la conquista de la capital.
Mención especial merecen las justas y torneos, que si bien se realizaban como preparación para la guerra, tenían ciertos componentes lúdicos y algunos ejercicios de fuerza, agilidad y destreza Fueron una de las actividades favoritas de Occidente No existían apenas reglas y valía todo, con lo cual la mayoría de las veces se convertían en combates sangrientos, donde no imperaba ningún código de honor
A principios del siglo XIV se fue imponiendo una especie de reglamento que evitara en lo posible la brutalidad de los participantes. De esta manera, las justas, con sus combates entre caballeros armados de lanza y con el firme propósito de derribarse, enfrentados y separados por una distancia determinada y con una línea divisoria, fueron evolucionando hasta crearse una reglamentación y una mejor organización. Y los torneos, con sus tremendos combates a muerte —condenados por reyes y papas, decretando excomuniones y privación de sepulturas eclesiástica a sus protagonistas—, se fueron olvidando por el noble deporte de la caza a caballo, al disfrutar Europa por aquel entonces de una gran variedad de venados, jabalíes y osos.
I. — La caballería
En el momento en que tantas fuerzas se unían por frenar el crecimiento del deporte, una institución favoreció su desarrollo por el ejemplo que dio y, sobre todo, inspiró un ideal que hubiese podido faltar en los juegos que surgían espontáneamente de las necesidades del pueblo: fue la caballería, en la que Renan ve «una revuelta de los sentimientos varoniles del heroísmo contra el sentimiento femenil de la religión nueva». Es en el ideal caballeresco donde hay que buscar las raíces más profundas del espíritu deportivo.
Al joven señor, del que se deseaba hacer un caballero, hasta los doce años se le educaba en la cortesía y le instruían sobre los grandes hechos de los caballeros célebres; practicaba asimismo la equitación y esgrima. A partir de los doce años acompañaba a los caballeros a las cacerías y a la guerra. Después de los quince años, por lo general, era armado caballero. Como el efebo antiguo, al recibir sus armas hacía el juramento de amar a su país, de ser valiente, fiel a la palabra dada, generoso y defensor de la justicia y el bien. Entonces tomaba parte en los torneos, en las justas y en los hechos de armas. Las justas enfrentaban a dos caballeros; las normas, que debían observarse y que disminuían los riesgos, hacían que los caballeros las prefiriesen a los torneos, verdaderas batallas que ponían frente a frente a dos tropas de caballeros organizadas por regiones o, incluso, naciones. En estos encuentros el peligro era grande y las heridas, a menudo mortales. Se cuenta de un torneo que acarreó la muerte de sesenta caballeros.
Un tal riesgo era, para estos hombres, un incentivo inapreciable; a esto
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