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EL DIA DE LA INFAMIA CALR SMITH


Enviado por   •  26 de Noviembre de 2014  •  1.916 Palabras (8 Páginas)  •  276 Visitas

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EL DIA DE LA INFAMIA CALR SMITH

El 7 de diciembre de 1941 fue uno de los días más decisivos de la Segunda Guerra Mundial: el que llevó a Estados Unidos a entrar en el conflicto. Seis portaaviones japoneses lanzaron todos…"> El 7 de diciembre de 1941 fue uno de los días más decisivos de la Segunda Guerra Mundial: el que llevó a Estados Unidos a entrar en el conflicto. Seis portaaviones japoneses lanzaron todos sus aparatos en dos oleadas contra el grueso de la Flota del Pacífico, fondeada en la base de Pearl Harbor. Según quien lo cuente, ese ataque fue una brillante maniobra de estrategia audaz, o el colmo del engaño y la traición perpetrado por una potencia supuestamente amistosa. Esta edición revisada, que contiene las investigaciones más recientes, revela aspectos ignorados hasta ahora y echa por tierra mitos creados alrededor de ese fatídico día, un día que, en palabras del presidente Franklin D. Roosevelt, «pervivirá en los anales de la infamia

Ese mismo día dos señales de que algo no andaba bien se pasaron por alto. A las 6:30 de la mañana el marino William Tanner divisa un periscopio durante el patrullje que realiza en las afueras de Pearl Harbor. El submarino dispara. Tanner lo hunde con la ayuda del destructor Ward.

Inmediatamente manda a tierra un mensaje cifrado informando sobre su encuentro con el enemigo. Nadie se inquieta.

Media hora después se presentó la última señal. En Opana, al norte de la isla Oahu donde queda Pearl Harbor, los soldados Joseph Lockard, de 19 años, y George Elliott, de 23, están controlando una estación de radar. A las 7 de la mañana se cumple el turno, pero deciden dejar el equipo prendido un poco más para afinar su manejo de esta nueva tecnología.

Poco después de las 7 de la mañana una gran mancha copa la pantalla. Al principio, Lockard piensa que es una falla en el control. Un rápido cálculo lo conmueve: unos cincuenta aviones localizados a 210 kilómetros al norte de la isla se dirigen hacia ellos.

Elliot llama al Fuerte Shaffer pero no hay nadie en la mesa de planeación para recibir el mensaje. Minutos después timbra teléfono en la estación de Opana. Es el oficial a cargo del fuerte. Le dice que no se preocupe. El oficial piensa, pero no lo dice, que son aviones B-17 procedentes de la costa oeste de Estados Unidos.

Error fatal. La señal en el radar es la del comandante Mitsuo Fuchida quien dirige la primera oleada del ataque japonés. Los sonidos to!, to!, to! (las primeras letras de totsugekiseyo : Atacar!) ya habían brotado de su garganta, indicándole a sus pilotos que la hora había llegado.

A pesar de que el ataque cogió a Estados Unidos tendido en la hamaca, los planes de Japón nunca fueron del todo secretos. Desde que Matthew Perry abrió las puertas de ese imperio en 1853, los japoneses se dedicaron a ponerse al día con Occidente. El código Púrpura El camino que escogieron los llevó a terminar con la marina de Rusia, a encontrarle el lado menos claro a los tratados de control de armas y a establecer su presencia en Manchuria y China. Su sello: los ataques sorpresa.

En 1940 expertos estadounidenses en mensajes cifrados lograron romper el código Púrpura de los japoneses. Ya para julio de 1941, los estrategas en Estados Unidos sabían que los nipones se estaban alistando para enfrentar una guerra mundial.

En esa fecha, Isoruku Yamamoto, de 57 años, comandante de la flota naval japonesa, ya tenía claro dónde estallaría su primer ataque. También intuía cuál sería la respuesta de Estados Unidos porque había estudiado en Harvard y luego había sido agregado militar en Washington. Se dio cuenta al menos en parte de su poderío industrial. Y ese conocimiento para nada lo impulsaba a la guerra.

Su plan era muy arriesgado, pero a la vez pragmático. Primero, estrangular la flota naval estadounidense del Pacífico. Luego, escudado por un perímetro defensivo de numerosas islas, sostener una guerra hasta que Estados Unidos pidiera la paz. Como resultado, Japón se quedaría básicamente con todo lo que había tomado en Asia (Manchuria, Malasia, Filipinas, Tailandia, Hong Kong...).

A mediados de noviembre de 1941 seis portaviones llenan el horizonte de Saiki, un puerto en la región de Kyushu (Japón). A bordo de la nave bandera Akagi, Yamamoto se reúne con sus oficiales para informarles que las conversaciones con Estados Unidos van por mal camino. Les advirte que Japón está a punto de ejecutar la operación bélica más grande de su historia.

Uno por uno, los portaviones cancelan toda comunicación radial entre sí y desaparecieron del puerto. Cinco días más tarde la flota comandada por el vicealmirante Chuichi Nagumo aparece en la bahía Hitokappu al norte de las islas principales de Japón.

El calendario de la paz se agota. El 26 de noviembre la armada compuesta por seis portaviones con el Akagi a la cabeza, 400 aviones, dos barcos de guerra, dos cruceros, nueve destructores y una docena de naves más, parte para cumplir una misión aún no confirmada.

A una velocidad de 13 nudos por hora, la flota comienza a cubrir los 5.630 kilómetros que los separa de su objetivo. En el supuesto de que se llegue a un acuerdo en las negociaciones con Estados Unidos dicen las órdenesla fuerza de ataque regresará inmediatamente a Japón . Nadie espera que eso en realidad ocurriera.

Ese mismo día, Estados Unidos rechazó una petición japonesa de levantar el embargo de petróleo. Las cosas justificó el secretario de Estado, Cordell Hull, de 70 años solamente cambiarían cuando Japón retirara sus fuerzas navales y militares de China e Indochina.

Los estadounidenses, sin embargo, presintían que algo iba a suceder. El 27 de noviembre el jefe del estado mayor, George Marshall, envía un mensaje a las instalaciones

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