EL ORIGEN DE LA CONTABILIDAD. EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LA CONTABILIDAD EN LA SOCIEDAD
Enviado por morgan2015 • 10 de Noviembre de 2015 • Tarea • 10.224 Palabras (41 Páginas) • 164 Visitas
“EL ORIGEN DE LA CONTABILIDAD. EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LA CONTABILIDAD EN LA SOCIEDAD” MONAGAS DULCE & VÉLIZ L, CARLOS Universidad de Los Andes (ULA Mérida-Venezuela) INTRODUCCIÓN La contabilidad, es una disciplina diseñada por el hombre para satisfacer su necesidad de administrar y conocer el resultado de ganancia o pérdida en las actividades que realiza, ya sea de comercialización de bienes o servicios, producción, manufactura y extracción de bienes. Esta necesidad, surge desde el momento mismo en que el hombre inicia el trueque de productos y requiere conocer el valor de lo que esta intercambiando. La época del trueque, que caracterizó la economía de las culturas primitivas, dejó de operar desde el momento en que la moneda se convirtió en un bien de aceptación general, a partir de ese momento, todas las transacciones mercantiles se conciertan en dinero. Sin embargo, durante la existencia de los distintos reinados Anglosajón, Ibéricos y Galos y, por los acontecimientos ocurridos durante la Edad Media (expansiones territoriales, cruzadas, inquisición, entre otros) no permitieron que la contabilidad se desarrollara como pasó en otras eras históricas; debido a esta razón, la importancia de estos reinados son considerados de poca importancia en virtud de que durante esta etapa no se observó ninguna variación notable en los métodos y sistemas hasta entonces observados para realizar los registros contables. A partir del auge del comercio en la época del Renacimiento, las personas dedicadas a esta actividad inician el asentamiento de lo que adquieren, los gastos que realizan, así como el precio en que efectuaban la venta, a través de un registro de sus ingresos y egresos y de esta manera conocer la ganancia o pérdida resultante de su actividad. Este tipo de control representaba la forma simple de una contabilidad. En el año de 1494, en la Ciudad de Venecia Francisco di Luca Paciolo publico su libro denominado Summa de Arithmetica, en uno de cuyos capítulos relativo a “Las cuentas y las Escrituras", se describe por primera vez el sistema que ahora conocemos como partida doble, la cual es la base de la contabilidad actual. La Contabilidad ha venido evolucionando en el tiempo, adaptándose a las circunstancias de los diferentes modelos económicos y a las necesidades de las diferentes actividades realizadas por el hombre, así encontramos que la Contabilidad se ha especializa por tipo de industria, existiendo una para las actividades básicas o extractivas como son la agricultura, ganadería, minería, petrolera, etc., otra para las industrias manufactureras o transformadoras, otra especialización para las actividades comerciales y de servicios como los bancos. Cualquier bien, cosa o servicio, se cambia por dinero, y éste a su vez, se cambia también por otras cosas bienes o servicios. Así es como opera la economía actual y funcionan los negocios, la moneda es el patrón la medida universal para concertar cualquier transacción. De esta manera es posible cuantificar y medir los aumentos o disminuciones que afectan a nuestro patrimonio y hace posible la elaboración de la contabilidad. Siendo la contabilidad una ciencia susceptible de modificaciones y cambios de acuerdo a las circunstancias y necesidades de cada entidad, fue necesario su reglamentación para unificar los criterios de las personas encargadas de realizarla. El presente informe monográfico busca estudiar y analizar desde una perspectiva académica e investigativa, explorar dos temas impactantes dentro de la historia evolutiva de la ciencia contable. Esta investigación consta de dos partes, cada una de ellas se encuentran divididas en capítulos. La primera desarrolla el Origen de la Contabilidad. En el capítulo I, abordaremos el Origen de la Contabilidad, su influencia para la época y sus repercusiones futuras para la evolución y sociedad humana. En el capítulo II, abordaremos nuestra conclusión y aporte personal de la contabilidad y el origen de la sociedad humana. En la segunda parte, se aborda el tema La Contabilidad en los Reinados Galos, Anglosajón e Ibéricos constituida por el capítulo III, el cual trata el tema desde una posición historiográfica donde nos permitirá adentrarnos al capítulo IV, donde se tratará la relación de la Contabilidad en esta etapa de la historia humana. Y por último, encontramos las conclusiones a las que llegamos al realizar esta investigación. Cabe resaltar, que esta investigación es de tipo explorativa, y busca estudiar hechos ya acontecidos y no de crear dichos hechos. CAPITULO I: EL ORIGEN El hombre de Cromagnon aparece hace 45.000 años, como sociedades nómadas. El hombre prehistórico, se retira a pintar en la soledad de las cuevas, como la de Altamira, a dejar constancia del número de sus animales cobrados en cacería. En los primeros tiempos de la Edad Antigua, cuando la lucha cotidiana por la subsistencia arrastraba consigo el intercambio de bienes y servicios a través de la ley del más fuerte, y que todavía no habían surgido los primeros albores de los medios de civilización del intercambio comercial, no existía la imperiosa necesidad de hoy en día de llevar anotaciones contables como medios de garantizar el control de las operaciones resultantes de dichos intercambios. En virtud de que para aquellos primeros tiempos de la historia de la humanidad, el hombre no disponía del recurso que constituye la escritura y, era necesario conservar algún tipo de anotaciones o registro de las transacciones comerciales, nuestros comerciantes y personas de negocios del ayer se vieron precisados a grabar muestras en rocas o árboles, o señales en las paredes de barro de sus casas. De acuerdo a los informes de que se dispone, estos escritos eran en forma pictórica, plasmados en tablillas de barro y su fabricación se le atribuye a los Sumerios, los cuales fueron predecesores de los Babilonios. Según los datos arqueológicos, las técnicas utilizadas por los Sumarios para llevar a cabo dichos registros, consistía en tomar tablillas de barro húmedas y con el extremo afilado de un juneo o carrizo hacían las marcar correspondientes. Por otra parte, Villasmil (2005) establece “Según los estudios realizados al efecto, los registros comerciales más antiguos de que se tenga conocimiento se produjeron en Babilonia alrededor de los 2,600 años A.C. y se ha establecido que los mercaderes de ese país ordenaban a sus escribanos a que prepararan los registros de recibos, gastos, contratos de trueques, ventas, préstamos de dinero y otras operaciones de índole comercial, utilizando las técnicas antes referidas.” Además de los medios antes señalados usados en la Edad Antigua para conservar las anotaciones, tenemos que también se utilizaron los llamados cuadernos y códigos, los cuales eran fabricados utilizando de dos a diez tablillas de madera cubiertas de cera y unidas con tiras de cuero. Según los investigadores e historiadores, el tipo de material antes descrito fue utilizado principalmente por los Romanos y los Griegos, pero en vista de las dificultades que presentaban dichas tablillas en su manejo, los romanos se vieron precisados a inventar el llamado Códice, el cual se hizo en hojas de pergamino y produjo una notable superación a los inconvenientes antes mencionados. Como señala Gertz (1999), que para poder hacer una visión histórica de la Contabilidad, es pertinente hacerlo a la luz de los elementos que constituyen el objetivo de la actividad contable. Así partimos de que el objetivo de la Contabilidad es conservar un testimonio de naturaleza perenne de los hechos económicos ocurridos en el pasado. Para el año 6000 a.C., se contaba ya con los elementos necesarios o indispensables para conceptuar la existencia de una actividad contable, ya que el hombre había formado grupos, inicialmente como cazadores, posteriormente como agricultores y pastores, y se había dado ya inicio a la escritura y a los números, elementos necesarios para la actividad contable. La Contabilidad es una disciplina que se ocupa de registrar, clasificar y resumir las operaciones mercantiles de un negocio con el fin de interpretar sus resultados. Sin embargo, la ciencia de la Contabilidad es tan antigua como la necesidad de disponer de información para cuantificar los beneficios obtenidos de la realización de las actividades comerciales; ya que en las primeras civilizaciones que surgieron sobre la tierra tuvieron que hallar la manera de dejar constancia de determinados hechos con proyección aritmética y gráfica, que se producían con frecuencia y era muy compleja para poder ser conservados en la memoria. Es por ello que lo podemos comprobar en las pictografías encontradas en las distintas cuevas a lo largo del mundo, como por ejemplo en las cuevas de Altamira, donde, el hombre prehistórico representaba y cuantificaba a través de gráficos e imágenes toda la cultura y su entorno donde se desenvolvía. De esta manera, no solo representaba ciertos hechos de tipo natural y/o social, sino que buscaba expresar (ya que no conocía la escritura) y cuantificar diversos aspectos de su sociedad, como por ejemplo: la caza de animales, el número de habitantes, niños, entre otros aspectos. Por ello, vemos que la contabilidad siempre ha estado presente, no como la conocemos en la actualidad, pero sí se ha tratado de expresar, de cuantificar, de contar, cosas y/o elementos debido a que el hombre no puede guardar toda la información en su memoria. Por eso podemos encontrar que a medida que la sociedad va evolucionando, se va incrementando su necesidad de expresar y contar sus bienes y propiedades, y la Contabilidad es la herramienta usada para ello, la cual evoluciona de igual forma que la misma sociedad donde se encuentra presente. En este sentido, recientes investigaciones como las de Denise Schmandt-Besserat y, sobre todo, las de Hans Nissen, Peter Damerow y Robert Englund (1990), arqueólogos e historiadores de la antigua Mesopotamia, nos permite afirmar, que los primeros documentos escritos que se conocen, constituidos por millares de tablillas de arcilla con inscripciones en caracteres protocuneiformes, elaboradas hace más de 5.000 años, contienen tan sólo números y cuentas, sin textos ni palabras. Este hecho hace concluir a los citados investigadores que la escritura debió de surgir, hacia el año 3300 a.C., para satisfacer la necesidad que sentían los antiguos habitantes de Mesopotamia de registrar y dejar constancia de sus cuentas. No fue, pues, el deseo de legar a la posterioridad el recuerdo de hazañas guerreras, relatos de héroes o dioses, o de plasmar normas jurídicas para su permanente constancia y cumplimiento, lo que motivó el nacimiento de la escritura, sino simple y llanamente la necesidad de recoger y conservar las cuentas originadas como consecuencia de procesos productivos y administrativos. Las actividades de registro contable se han venido sucediendo de forma ininterrumpida, aunque sólo a partir de los siglos XIV y XV se conservan testimonios escritos con un carácter regular y relativamente abundante. Los datos contenidos en la documentación contable, aun la más antigua y fragmentaria, son cuantitativos y exactos, y en el caso de las contabilidades modernas llevadas por partida doble, los datos se presentan formando un todo coherente, completo e íntimamente interrelacionado. Por ello, su estudio e interpretación permiten arrojar una luz muchas veces nueva e insospechada sobre hechos históricos que, a falta de ellos, habían sido explicados de manera errónea o insuficiente. Encontramos ejemplos de esta nueva luz proporcionada por el análisis histórico-contable. Al afrontar el estudio del Imperio español de los siglos XVI y XVII la historiografía mundial ha tendido a centrarse en aspectos relacionados con el poderío militar y político que a España le proporcionó la inmensa riqueza en metales preciosos procedentes de las Indias. Pero la moderna investigación del aparato contable y organizativo de la Real Hacienda castellana ha descubierto y llamado la atención sobre el relevante papel jugado en todo este contexto por la formidable organización administrativa del Imperio, creada totalmente ex novo, sin precedentes de ninguna clase, y que luego sirvió de modelo a todos los sistemas de dominio colonial que siguieron al español. De este modo, la investigación histórico-contable ha colocado en el primer plano de la investigación histórica a la organización de la administración castellana de esa época, revelándola como uno de los factores más significativos para conocer con profundidad y explicar la evolución y vicisitudes del imperio. De igual modo, la investigación histórico-contable ha mostrado el conocimiento e interés de los poderes públicos españoles de esa época por las prácticas contables de los mercaderes, hasta el punto de dictar con una antelación de más de doscientos años sobre sus más inmediatos seguidores la primera legislación en el mundo imponiendo a los comerciantes la obligación de llevar libros de cuentas y de hacerlo precisamente por el método de partida doble (pragmáticas de Cigales de 1549 y de Madrid de 1552). Con esta legislación, que fija un hito y supone uno de los grandes momentos estelares de la historia de la contabilidad española en el contexto mundial, se pretendía impedir o, al menos, aminorar la salida fraudulenta de metales preciosos más allá de nuestras fronteras, habida cuenta del rastro indeleble que la contabilidad por partida doble dejaba de todas las operaciones. El estudio de la historia de la contabilidad proporciona, asimismo, una visión desconocida e inesperada del rey Felipe II, que, con la imagen hierática y distante que la historia le ha asignado tradicionalmente, era capaz, sin embargo, de estar perfectamente al corriente de las prácticas mercantiles de su tiempo y de interesarse profundamente por ellas. A él se debe la incorporación a la administración pública de relevantes hombres de negocios para aprovechar sus conocimientos, así como la introducción en 1592, tras un intento fallido en 1580, de la contabilidad por partida doble para llevar las cuentas centrales de su Real Hacienda, como primer gran país en el mundo, en lo que constituye otro de los momentos estelares de la historia de la contabilidad en España. Estos hechos dan idea del grado de interés y atención con que en la corte española se seguían las novedades en el mundo mercantil y financiero. La decadencia generalizada del comercio ultramarino en Cádiz en las primeras décadas del siglo XIX tras la pérdida de las colonias americanas, ocasionando el rápido declive de la ciudad que perdió su status de gran metrópoli próspera y opulenta, ha constituido desde siempre uno de los tópicos de nuestra historia económica contemporánea. Sin embargo, el estudio de la documentación contable de una empresa comercial gaditana establecida en el año 1730 y que se ha mantenido viva hasta nuestros días ha puesto de manifiesto que sus años de mayor prosperidad y actividad con Hispanoamérica fueron precisamente los de la segunda mitad del siglo XIX. No debió de ser, pues, tan fatal y absoluta la decadencia mercantil de Cádiz como consecuencia de la emancipación colonial americana. Este es otro ejemplo de cómo la investigación de las fuentes contables ha venido a corregir y arrojar sombras sobre las percepciones históricas establecidas, que habrá que revisar. Citemos para finalizar, estos ejemplos en los que la investigación histórico-contable ha venido a completar o incluso, a cambiar el signo de las interpretaciones históricas recibidas, un caso en el que los estudios de historiadores españoles de la contabilidad han contribuido a desacreditar una teoría ampliamente extendida entre los historiadores de la empresa norteamericanos: la de que las técnicas avanzadas de gestión empresarial, y entre ellas la contabilidad de costes, habían surgido en el siglo XIX como consecuencia de la presión ejercida por la libre competencia entre las grandes empresas. Los archivos contables de la Real Fábrica de Tabacos de Sevilla han venido a demostrar cómo, en los siglos XVII y XVIII, una gran empresa en régimen de monopolio estatal practicaba ya un riguroso control de costes y unas desarrolladas técnicas de gestión. Pues bien, ¿por qué si las ventajas de incorporar al análisis histórico-económico el estudio e interpretación de la documentación contable parecen tan evidentes y proporcionan resultados tan gratificantes, la historia de la contabilidad, pese al auge experimentado en los últimos años, es relativamente tan poco conocida y practicada todavía...? La respuesta debe buscarse, tal vez, en las dificultades técnicas que la contabilidad ofrece, dificultades que se multiplican cuando lo que hay que interpretar requiere el conocimiento de las técnicas vigentes en determinados períodos del pasado. Esta dificultad ha dado lugar, precisamente, a que algunos hayan dado a la historia de la contabilidad el apelativo de ingeniería de la historia económica, por considerarla su parte más difícil, intrincada y recóndita, como efectivamente así es. Tales dificultades técnicas son las que han motivado que muchos historiadores económicos hayan soslayado y sigan soslayando en sus investigaciones los aspectos histórico-contables para no introducirse en un terreno resbaladizo que no conocen bien. CAPITULO II: VINCULACIÓN DE LA CONTABILIDAD Y EL ORIGEN DEL HOMBRE El llevar un registro histórico de todo acto del hombre que tuviera significación económica (apreciable en base a valores) ha sido una necesidad que se remonta al origen mismo del comercio. Este registro ha permitido conocer la forma en que el hombre iba acumulando riquezas, como consecuencia del intercambio de bienes y servicios, y poder determinar el cuantum de los mismos. Según HERNÁNDEZ (2002): La contabilidad es una actividad tan antigua como la propia Humanidad. En efecto, desde que el hombre es hombre, y aun mucho antes de conocer la escritura, ha necesitado llevar cuentas, guardar memoria y dejar constancia de datos relativos a su vida económica y a su patrimonio: bienes que recolectaba, cazaba, elaboraba, consumía y poseía; bienes que almacenaba; bienes que prestaba o enajenaba; bienes que daba en administración. Disponible en http://www.aeca1.org/comisiones/historia/lahistoriadelacontabilidad.htm, consulta de Marzo, 2005 En efecto, en su faz primitiva, el comercio impuso al hombre la necesidad de proteger sus propios intereses en las operaciones de trueque, con el fin de evitar ser perjudicado en los valores que se le asignaban a los objetos sujetos al cambio. Para ello debió aprender a distinguir las cosas por su número y volumen con el fin de facilitarle su medida e interesarse en todo aquello que le fuese necesario para desenvolverse en el ambiente económico en que se desempeñaba. La poca capacidad de su memoria le impulsó a utilizar otros medios para dejar constancia de sus operaciones, recurriendo en un principio a símbolos o elementos gráficos, luego a números o palabras escritas, creando, en esa forma, un sistema de registro que fue perfeccionado con el tiempo. Las necesidades que le imponía la vida práctica crearon una especie de norma empírica impuesta por su propia experiencia y la de la que realizaban operaciones comerciales con él; dichas normas se fueron extendiendo mediante su tradición verbal y escrita. Surgen, posteriormente, modificaciones a tales normas, creando principios que son aceptados en forma general y el empirismo inicial se transforma, en base a métodos racionales, elaborándose una disciplina que ha agrupado todos esos conocimientos y técnicas: la contabilidad Por ello, decía Goethe (2005), en forma muy clara que “el que no lleve la contabilidad de los últimos tres mil años vive en la oscuridad” Para qué sirve el pasado, definitivamente pues para poder aprender de él, para poder asimilar y analizar de dónde venimos y hacia donde vamos. Por esto cuando se analiza la historia de una nación, la historia de un continente, la historia del mundo nos da una perspectiva extraordinaria de nuestro momento actual y nos permite entender hacia donde vamos. ¿Cuál es el origen de la riqueza? ¿Cuál es realmente el origen de la riqueza a través de la h historia de la humanidad? Hablar del origen de la riqueza es hablar de la inteligencia universal. La historia de la riqueza está vinculada con la historia de la inteligencia, ingeniosa en algunos casos, dramática en otras. Sin embargo, según los estudios económicos vinculan a la Economía con la Contabilidad ya que debido al intercambio utilitario entre pueblos primitivos existentes en la actualidad se deduce que, entre estas sociedades, el trueque no tiene solo un carácter utilitario, sino que cumple también una función social, es posible que por paralelismo etnográfico, se puede decir lo mismo de las poblaciones prehistóricas. De hecho, en las poblaciones humanas de organización social más sencilla, las denominadas de “cazadores-recolectores”, el sostenimiento individual y familiar se desarrolla en el interior de la comunidad, por lo que el intercambio utilitario no es vitalmente necesario, si lo es, en cambio, en lo social, ya que sirve para establecer lazos de amistad y alianzas con otros grupos o bien para afianzar las relaciones sociales existentes en el interior del propio grupo. Debido a la gran importancia de este componente social, el trueque primitivo está muchas veces revestido de formalidades, de rituales complejos ligados a la magia, es decir, a la concepción sacral de la vida del hombre. Todo acto de intercambio es considerado sagrado, al igual que todas las relaciones sociales. Entre los pueblos primitivos existentes en la actualidad el conocimiento y la utilización de alguna clase de sistema monetario destaca en tres partes del mundo: África occidental y Central; Melanesia y Micronesia; y el oeste de Norteamérica. Es necesario resaltar el hecho de que los pueblos de todas estas zonas practican unas avanzadas relaciones utilitarias de tipo neolítico, ya sea agrícola o pastoril. Este utilitarismo neolítico es, sin embargo, todavía poco especializado: cada pequeña unidad social productora puede autoabastecerse en gran medida y por eso el trueque conserva aún un carácter social. Estos pueblos tampoco conocen sistema alguno de escritura y, no obstante, poseen unos sistemas monetarios constituidos por lo que hemos denominado unidades monetarias y valores mercantiles. Entre las poblaciones primitivas de las zonas mencionadas, ciertos objetos (que evidentemente varían según la población de que se trate) están revestidos de una gran importancia social: son símbolos de riqueza y confieren al que los posee un gran prestigio. Debido a que estos objetos son a menudo intercambiados ceremonialmente con ocasión de ciertos acontecimientos sociales, muchos etnólogos los han equiparado a una forma “disminuida” o primitiva de la moneda metálica que estuvo en vigor entre todos los pueblos civilizados actuales, hasta que fue sustituida definitivamente por los billetes de banco de curso forzoso, entre 1.914 y 1.936. Ahora bien, es posible una interpretación muy diferente. Estos objetos parecen tener dos funciones diferenciadas. La primera, la social: de creación y mantenimiento de lazos de amistad y de relación, es la que se desarrolla a través del intercambio real y concreto de estos objetos en ocasiones muy bien especificadas de gran importancia social. Estos mismos objetos llevan a cabo una segunda función utilitaria, y es la de servir de patrones de medida de valor en el intercambio de los bienes utilitarios corrientes. En este segundo caso, dichos objetos no son nunca realmente intercambiados sino que son una referencia abstracta para calcular equivalencias entre otras mercancías valoradas en ellos. Eso es precisamente lo que hemos denominado unidad monetaria. Los valores asignados en unidades monetarias a cada mercancía son los valores mercantiles de dichas mercancías. En algunos casos, la documentación etnográfica es insuficiente para poder confirmar o infirmar con suficiente base empírica esta interpretación. Esto es debido, sobre todo, a los prejuicios de ciertos etnógrafos que encaminan su observación hacia unas realidades determinadas descuidando otras más significativas para un estudio global del utilitarismo primitivo. A pesar de estas dificultades hemos seleccionado un par de ejemplos que parecen ir en la dirección indicada: En las islas del Almirantazgo (Papua/Nueva Guinea) los nativos pueden evaluar todos sus bienes en conchas y dientes de perro. En los intercambios corrientes, las conchas y los dientes de perro no se utilizan casi nunca, mientras que su uso es obligatorio en los intercambios rituales. Entre los Lele de Kasai (Zaire), la tela de rafia constituye el patrimonio nupcial que ha de poseer todo hombre que se quiera casar. Pero, al mismo tiempo, también todos los bienes que son objeto de intercambio no ritual pueden evaluarse en unidades de tela de rafia. En estos intercambios, la tela de rafia no interviene como mercancía concreta sino como patrón de valor. Nos inclinamos, pues, a hablar de la existencia, en estos pueblos, de unidades monetarias abstractas y no de objetos monetarios concretos. Para poder generalizar esta interpretación a todos los pueblos neolíticos que conocían alguna clase de realidad monetaria, es necesario realizar estudios exhaustivos que están reservados a especialistas en etnografía. La arqueología nos ha descubierto en los últimos decenios como nacieron las primeras civilizaciones en el Asia Sudoccidental (Mesopotamia, Elam, entre otras) en el valle del Indo, en Egipto y más tarde en el Egeo, el valle del Danubio, etc. Estas civilizaciones o “culturas de ciudad” estaban fundamentadas en un utilitarismo neolítico avanzado, con cultivo extensivo de cereales y con una división de trabajo cada vez más estable. En ellas aparece por primera vez la escritura, pero la escritura no es sino la consecuencia de otra práctica social anterior que aquí nos interesa mucho recoger, ya que no es otra cosa que la utilización corriente de instrumentos monetarios como los descritos anteriormente. Desde los inicios mismos de su neolitización, estas sociedades contaban con unidades monetarias definidas, casi siempre abstractadas a partir de las mercancías prototípicas o más importantes de cada una. En Mesopotamia, por ejemplo, se utilizó una medida de cebada y posteriormente un peso determinado de plata. En Egipto, la medida común de los valores mercantiles era el “uten”, una espiral de cobre de un peso más o menos fijo. En la Grecia homérica, la unidad monetaria abstracta era el “buey”. Ni la cebada o la plata en Mesopotamia, ni el cobre en Egipto, ni los bueyes en Grecia, eran realmente intercambiados en cada transacción del mercado. Como ya se ha dicho, el hecho de que consideremos estas mercancías como unidades monetarias, significa sencillamente que eran tomadas como medida abstracta común del valor de todas las otras mercancías: o lo que es lo mismo, todas las otras mercancías podrían evaluarse en términos de tales unidades. PARTE II CAPITULO III: LOS REINADOS GALOS, ANGLOSAJÓN E IBÉRICOS El continente europeo tiene al noreste un conjunto de islas conocidas antiguamente como las Bretañas, siendo la Gran Bretaña1 la más importante por su tamaño. La isla era poco significante en la historia de la civilización occidental. Se conservan pocos indicios del idioma o civilización de los primeros habitantes, tan sólo monumentos megalíticos, tales como Stonehenge, que datan de la edad del bronce (hacia el 1 De ahí fue tomado el nombre de Britannia 2300-800 a.C.). Desde la edad del bronce hasta aproximadamente el siglo VI a.C., Britania estaba habitada por los pictos y los celtas, quienes hasta el siglo I a.C. invadieron periódicamente las otras islas británicas. Los celtas eran un grupo de pueblos que dominaba la mayor parte del oeste y centro de Europa durante el I milenio a.C. y que transmitió su idioma, costumbre y religión a los otros pueblos de la zona. Julio César invadió Britania en el 55 a.C. y regresó al año siguiente para dominar a los habitantes nativos denominados britanos. Éstos conservaron su libertad política y pagaron tributo a Roma durante casi un siglo, antes de que el emperador romano Claudio I iniciara la conquista sistemática de Britania en el 43 d.C. En el año 115, los nativos se sublevaron contra sus conquistadores y aniquilaron a las guarniciones romanas de Eboracum (York). Como resultado, el emperador romano Adriano visitó Britania en el 122 y comenzó la construcción de una muralla de 117 km conocida como muralla de Adriano y esta marcó la frontera romana durante los siguientes doscientos años, un periodo de paz relativa. Las tribus británicas se familiarizaron con muchos de los elementos característicos de la civilización romana, incluidos sus sistemas legales y políticos, su arquitectura e ingeniería. A finales del siglo III, el Ejército romano comenzó a retirarse de Britania para defender otras partes del Imperio. En el 410, cuando los visigodos invadieron Roma, la última de las legiones romanas abandonó la isla. La cultura celta volvió a ser la predominante y la civilización romana en Britania se desintegró rápidamente. La influencia romana desapareció prácticamente durante las invasiones germánicas de los siglos V y VI. Después, la cultura de los anglosajones se extendió a través de la isla. LA INVASIÓN SAJONA Desde el siglo el siglo III, la Inglaterra romana venía sufriendo serias incursiones de los sajones que desvastaban las poblaciones costeras del Oeste antes de ser rechazadas. A finales del siglo IV, la mayor parte de las legiones habían partido hacia el Continente para reforzar la defensa de un imperio que daba sus últimas boqueadas en su parte occidental. Incluso cuando Estilicón pidió refuerzos para defender Roma de los ataques de Vándalos y Borgoñeses las legiones que acudieron estaban formadas en gran proporción por soldados celtas. Ante la progresiva falta de protección en que se iba encontrando la isla, a principios del siglo V, Britania fue invadida por los Pictios y Escotos del norte. Los Bretones, pidieron auxilio a los sajones del Continente, que una vez repelieron la agresión, y ante la debilidad que observaron en la defensa interna, convirtieron el auxilio inicial en una invasión en toda regla. Los Anglos y los Jutos también se sumaron a esta aventura e invadieron Britania. Los Sajones, procedentes de la región que se extiende entre el Elba y el Rin, se establecieron en la parte meridional del Támesis, en lo que serían más tarde los reinos de Wessex (Oeste), Essex (Este) y Sussex (Sur). Los Anglos procedían del territorio comprendido entre el Elba y la península de Jutlandia y se asentaron al norte de Essex (reino de East Anglia) en la región entre los ríos Humber y Firth of Forth (reino de Northumbria) y también en la zona central al este de Gales (reino de Mercia). Los Jutos, menos numerosos y procedentes de Jutlandia, se instalaron en Kent y en la isla de Wight (reino de Kent). Todos estos pueblos eran politeístas, hablaban la misma lengua y usaban las mismas armas. En el siglo VII, los siete reinos mencionados se habían consolidado gracias a las frecuentes alianzas entre miembros de las distintas familias que habitaban cada región Los tres pueblos principales de las invasiones germánicas son agrupados como: Sajones, Anglos y Jutos. Los colonos anglosajones, adoraban a los dioses germanos, en particular a: Woden, Thunor (Thor) y Tiw, cuyos nombres conmemoran el miércoles, jueves y martes. Tras la retirada de las legiones romanas a la Galia (actualmente Francia) en torno al año 400 antes de Cristo, las Islas Británicas cayeron en un periodo de oscuridad que duró varios siglos y del que apenas quedan crónicas escritas. La cultura británico-romana que había existido durante 400 años bajo el dominio del Imperio, desapareció a causa de las incesantes migraciones e invasiones bárbaras. Los Sajones y Anglos llegaron desde Alemania, los Frisos de la actual Holanda y los Jutos de la actual Dinamarca. Hacia el año 600, los Anglos y los Sajones controlaban la mayor parte de la actual Inglaterra. Hacia el 800, tan sólo las actuales provincias de Gales, Escocia y el oeste de Cornwall permanecían en manos de los celtas. Los nuevos habitantes fueron llamados anglosajones2 . Los anglos dieron su nombre a la nueva cultura, y la lengua germánica que trajeron consigo reemplazó al idioma celta nativo y al latín importado con la conquista romana. A pesar de posteriores invasiones, y de incluso una conquista militar en fechas más tardías, la parte este y sur de la mayor isla británica se ha llamado desde entonces Inglaterra3 y su pueblo e idioma "inglés". En el año 865, se rompió la relativa paz inglesa con una nueva invasión, los vikingos daneses que habían estado haciendo incursiones en Francia y Alemania formaron un gran ejército y dirigieron su atención hacia Inglaterra. En un plazo de diez años, la mayoría de los reinos anglosajones cayeron o se rindieron. Sólo los sajones del oeste (actualmente Wessex) resistieron al mando de Alfredo, único rey inglés que sería llamado "el Grande". Durante casi 200 años, Inglaterra quedó dividida entre los vikingos, los sajones occidentales y un puñado de reinos ingleses. La mitad vikinga fue llamada Danelaw4 . Los vikingos recaudaban un elevado impuesto, conocido como el Danegeld ("el oro de los daneses"), a cambio de la paz. Se convirtieron al cristianismo y fueron asentándose gradualmente. Con el tiempo los ingleses se volvieron contra los daneses y, en el 954, fue asesinado el último rey vikingo de York. Por primera vez, Inglaterra se unió bajo un rey inglés de Wessex. La fe cristiana de los britanos conquistados no tuvo repercusiones importantes, pero la misión de san Agustín de Canterbury llevada a cabo en el 597 desde Roma hasta Kent comenzó con éxito el proceso de conversión, encabezado por misioneros francos, de la Iglesia irlandesa y de Roma, que se completó antes de finales del siglo VII. Los dirigentes anglosajones se identificaron como reyes de los anglos (los ingleses), durante el siglo VIII y a principios del IX, el rey de Mercia, Offa, que puede ser considerado el primer rey de Inglaterra, dominó la región. En el año 1066, el Witan ("consejero del rey") ofreció la corona a Harold, hijo del conde de Wessex. Había otros dos pretendientes al trono: Harald Hardrada (que significa "el duro gobernante"), rey de Noruega, y el duque Guillermo de Normandía. El noruego desembarcó primero, cerca de York, pero Harold lo venció en la batalla de Stamford Bridge. Rápidamente y tras su victoria, Harold forzó la marcha 2 palabra que proviene de la fusión de dos pueblos: los anglos y los sajones 3 Inglaterra significa "tierra de los anglos" 4 Que significa "bajo la ley danesa" de su ejército en dirección sur para encontrarse con Guillermo en Hastings. La batalla osciló a favor de uno y otro bando durante todo el día hasta que, al atardecer, una flecha hirió de muerte a Harold en los ojos. Durante los dos años que siguieron, Guillermo, llamado "el Conquistador", consolidó la conquista de Inglaterra. Durante el resto de la Edad Media, los sucesores de Guillermo se agotaron a sí mismos y al propio país con una serie de enfrentamientos y guerras encaminadas a expandir o defender sus posesiones en Francia: la Guerra de los Cien Años entre Inglaterra y Francia constituyó un conflicto interminable que se extendió desde 1337 hasta 1453. La aspiración de un rey inglés al trono de Francia, debido a enlaces matrimoniales, fue el detonante del conflicto. Otras causas de esta guerra fueron la lucha por el control del lucrativo mercado de la lana y, entre otros antecedentes, el apoyo francés a la independencia de Escocia. En sus inicios, la guerra se caracterizó por una serie de inesperadas victorias de los ingleses, normalmente debidas a la pericia de los arqueros que, con sus armas de largo alcance, barrían las hordas de vistosas armaduras de la caballería francesa. Sin embargo, los ingleses no consiguieron alcanzar una victoria definitiva y los franceses lograron rehacerse. Inspirados por Juana de Arco, una joven campesina que decía actuar bajo mandato divino, los franceses contraatacaron triunfando con la toma de Burdeos en 1453. La única posesión que les quedó a los ingleses en el continente fue la de Calais. LOS GALOS Alrededor del siglo IV a. C., los romanos comienzan a llamar Galli a los pueblos celtas que han empezado a invadir la Península Itálica: senones, bóios, cenómanos, insubros. De allí que el concepto de Galias se extendiera a todos los territorios que ocupaban los galli, desde los Pirineos hasta un poco más allá del Rhin. Un siglo antes, si se confía en los testimonios plasmados por Tito Livio , en pleno apogeo de los príncipes marneanos, había comenzado el ver sacrum (primavera sagrada) de pueblos del centro de lo que hoy es Francia hacia el norte de la Península Itálica, buscando asentarse en territorios no ocupados, o haciéndose lugar entre las poblaciones indígenas. La leyenda cuenta que el rey de los biturigios5 , Ambigat (que golpea de ambos lados), con el propósito de despoblar una región densa en almas, envía a sus dos sobrinos, Segoveso (el victorioso) y Belloveso (el guerrero), según el buen auspicio de los dioses, a conquistar otras tierras, para lo cual ambos tomaron toda la gente que necesitaban consigo, razón además que les dotó de una tropa numerosa e imposible de vencer. Segoveso habría tomado la dirección del Bosque Herciniano (el Herzgebirge, Selva Negra), para luego establecerse en la región que originaría el complejo cultural celta suizo-bohemio. Mientras que Belloveso se encamina hacia Italia, y funda la ciudad de Mediolanon (Milán). Marcel Brasseur señala que Tito Livio (59 a.C./ 19 d.C.) relata una anécdota envejecida cinco siglos, lo que a su vez demuestra la importancia que habrán tenido los hechos para que fuese transmitida durante tanto tiempo. De todos modos, debemos considerar que fueron de la partida de Belloveso gente perteneciente a diferentes tribus: arvernos, senones, éduos, ambarros, carnutos, aulercos. Al cruzar los Alpes, encuentran el pago de los insubros, pueblo celta del mismo nombre que otro galo que formaba parte de la confederación de los éduos, y viendo en esto un buen presagio, se instalan allí6. Hacia finales de la Edad del Bronce y comienzos de la del Hierro, los etruscos ya mantenían relaciones comerciales con pueblos de la Galia Transalpina. Polibio comenta que Etruria comienza a ser frecuentada por los galos; los laenos y los lebecianos se asientan en la región cercana al nacimiento del Po. Luego llegarían los insubros y, más arriba, a lo largo del río, les seguirían los cenómanos que, dicho sea de paso, fundaron la ciudad de Brixia, la actual Brescia. Al borde de los Apeninos se fijan los anaros, luego los bóios; en dirección del Adriático los lingones, y ya en el litoral los senones. Ciertamente, la mayoría de las tribus galas de Cisalpina tienen, muy bien reconocidas por la toponimia, sus homólogas en Transalpina. 5 Cuyo nombre significaría algo así como reyes o amos del mundo Nuevamente se asiste a un problema demográfico, y deciden desplazarse aún más, hacia la parte septentrional de Etruria, más precisamente en la región de Clasium, a comienzos del siglo IV a. C. Los romanos, en buenas migas con los etruscos, son llamados a defender estas tierras, y les salen al cruce. Primer y memorable encuentro armado entre las dos civilizaciones, la batalla del Allia, tiene lugar en el 390 antes de Cristo. Las fuerzas romanas son aplastadas por los celtas, quienes se instalan en la región antes de avanzar sobre Roma, expulsando a los estruscos de las llanuras del Po. Los galos no parecen haber tenido jamás la intención de conquistar ciudades y pueblos de la Península Itálica, sino más bien de ganar nuevas tierras donde practicar la ganadería y la agricultura, que comenzaban a escasear en la Galia de la cual provenían, ya superpoblada. La invasión gala a Roma es un episodio poco claro en los anales antiguos, donde el hecho histórico se entremezcla con la leyenda y con la valorización del ser romano. A Tito Livio se debe la anécdota de la invasión nocturna de Roma, abortada gracias al graznido de las ocas que alertara a los romanos. Podría decirse que estos celtas que entran en la ciudad, lo hacen más que nada como una razzia de las tantas que acostumbraban a hacer entre los pueblos hermanos, con el agregado aquí de un deseo de venganza. Según algunos historiadores, que los galos hayan matado a gente de la nobleza romana se debió a que la gente esperó a los galos con las puertas de sus casas abiertas de par en par, y que al llegar los celtas, nadie contestó a sus preguntas, lo que fue tomado por un fuerte agravio, comenzando a rodar cabezas por doquier. Lo cierto, en suma, es que galos al mando de Brennos, jefe de los senones, invaden la ciudad, masacran a los nobles mientras van pillando a su paso todo lo que pueden. La inacción de las fuerzas romanas, protegidas tras las murallas del Capitolio, les permite adueñarse de la ciudad por un tiempo. Ya en el Capitolio, Brennos arroja su espada sobre la balanza usada para pesar el oro del tributo, pronunciando su célebre vae victus (desgracia para los vencidos). Roma le paga entonces una indemnización. Y los galos deciden volver a sus territorios del norte y centro itálico que este triunfo les ha asegurado. Mal o bien, como señalan Brunaux y Lambot, gracias a este conflicto con etruscos y romanos, los galos conocen la guerra, y entran en contacto directo con civilizaciones que hasta el momento sólo conocían a través de débiles intercambios comerciales. La celtización del sur de las Galias, y la ubicación geográfica de la Cisalpina, estrechan sus relaciones con la Magna Grecia, a través del corredor comercial que los fóseos han desplegado en el mediterráneo provenzal desde la fundación de Massalia (Marsella) como de la proximidad del Adriático. Y es quizás también la inusitada victoria contra Roma lo que asienta su fama de guerreros, e inicia la etapa de la entrada de los galos como mercenarios de etruscos, griegos, y otros pueblos. Entre el final del siglo IV a.C. y la mitad del siguiente, pueblos belgas se instalan en el norte de las Galias, en los valles de los ríos Aisne, Oise y Somme. Mientras que desde la zona de Tolosa (hoy Toulouse), grupos galos de la tribu de los tectosagios emigran en una especie de ver sacrum en dirección del Bosque Herciniano. A comienzos del siglo III a. C., los senones cisalpinos coalicionan con los samnitas, los umbrios y los etruscos contra Roma, pero ésta obliga a las tropas de Umbría y de Etruria a volver a sus países para defenderlos de sus ataques. Samnitas y senones fueron atacados en Sentinon en 295 a. C., quizás la primera gran derrota celta ante Roma, y quizás también el puntapié inicial de las Guerras de las Galias, pues, en realidad, Julio César comenta en su "De Bello Gallico" solamente la última. Los senones deciden asediar Arretium, y luego de una batalla en que los romanos son derrotados, logran hacerse con la ciudad. Pero la suerte les da un vuelco cuando coalicionados nuevamente con los etruscos son derrotados en el lago Vadinon (hoy de Bassano). Roma aprovecha esta ocasión para invadir el país senón, y fundar la colonia de Sena Gallica. En -282, Roma es dueña de toda Italia central La Economía de los Galos El mineral de hierro es abundante en las Galias, muy especialmente en lo que hoy es Francia. Si bien en toda Europa están muy extendidos los minerales de hierro6 , aquí abundan los yacimientos de superficie, de fácil extracción. El mineral era reducido por los galos en un horno especial siguiendo diversas etapas. La calidad de los útiles que los galos obtenían de esta manera era excelente, y sus características no variaron hasta el siglo XIX, mientras que el proceso de manufacturación del metal no ha cambiado hasta nuestros días. La necesidad de considerables cantidades de madera para alimentar todo este proceso de obtención del lingote de hierro, fue quizás la razón que llevó a las primeras expansiones celtas a diseminarse por las Galias, que eran muy boscosas en la antigüedad. Los principales objetos fabricados eran armas (espadas, puñales, extremos y puntas de lanzas, escudos, cascos, jabalinas), herramientas agrícolas (rejas de arados, azadas, piezas de enganche, esquiladoras, hoces, guadañas), útiles domésticos ( cuchillos, cucharas, soportes de cacharros, ansas y manijas de baldes, vigas para toneles, ganchos para colgar, cadenas y anillos, llaves, cerraduras, fíbulas de uso corriente, brazaletes, eslavas), herramientas artesanales (martillos, limas, hachas, punzones, tijeras, clavos, cuñas, anzuelos, broches para madera). El bronce es el producto de una aleación entre cobre y estaño, a los que se suma algún otro elemento como el fósforo, el plomo o el cinc. Más sólido que el cobre, puede ser fundido a temperaturas más bajas, siendo más fácil de trabajar. Los galos lo utilizaban generalmente para hacer pequeños objetos artísticos como alhajas, piezas de engarce, fíbulas, faleras para caballerías o cajas de carros, entre otros. El metal era fundido en pequeños crisoles ovoides hechos de arcilla mezclada con paja, en fogones alimentados por carbón y atizados con fuelles hasta alcanzar la temperatura de fundición para poder ser colado y vertido en moldes, reutilizables, de arcilla o piedra en los que la forma del objeto deseado está moldeada en hueco, según la técnica de la cera perdida. Es decir que primero el artista hace en cera un modelo del objeto que desea fabricar, el que luego es recubierto de arcilla, dejando libre algunos huecos por los que la cera se escapará cuando todo sea llevado al fuego. Dentro de la arcilla habrá quedado el molde de la pieza, que es rellenado con bronce fundido por los mismos huecos. Cuando todo se enfría, el bronce ya solidificado tendrá la forma del objeto, y bastará con abrir el molde para recuperarlo. Luego, el objeto es pulido y a veces ornado con plata, esmaltes, piedras preciosas. El cobre no se encuentra en suelo galo, y el estaño sólo en la región francesa de Bretagne, poco poblada y conocida antes de la conquista romana, por lo que ambos metales debían ser importados. El bronce resultaba entonces raro, y caro. Uno de los medios de abaratarlo sería la extracción y el transporte del estaño por los mismos Galos en las tierras de la isla de Britania, la Gran Bretaña actual. Son colonos entonces pueblos de la Galia Bélgica; los Parisios y los Atrebatos, quienes vivían sobre las márgenes del río Sena, y que, viendo barcos de otros pueblos galos vecinos surcar las aguas de este río para proveer del valioso metal a la factoría fócea de Massalia, hoy Marsella, cruzarán el Canal de la Mancha decidiendo instalarse allí, y así obtener doble ganancia: por el trabajo a realizar en la isla, y por los impuestos a cobrar cuando los barcos cargados de estaño y otras mercancías atravesasen sus territorios en el continente. CULTURA IBÉRICA La Cultura Ibérica se desarrolló en la franja costera mediterránea y regiones limítrofes del interior a partir del siglo VI antes de Cristo. No es un mundo de cultura homogénea en toda su extensión territorial, ni estático durante su periodo de vigencia. Lo que llamamos Cultura Ibérica es en realidad un mosaico de pueblos que las investigaciones recientes están consiguiendo diferenciar cada vez con más detalle. El 6 Rocas en las cuales un óxido de hierro está asociado a otras sustancias minerales territorio que hoy comprende básicamente la provincia de Alicante estuvo poblado por la tribu de los Contestanos, nombre que nos ha sido transmitido por las fuentes escritas romanas. El mundo ibérico se gesta por la influencia de los pueblos colonizadores mediterráneos en la población indígena protohistórica. En primera instancia son los fenicios los que entre los siglos VIII y VII a.C. aportan a las gentes indígenas técnicas avanzadas - torno de alfarero, desarrollo de la metalurgia del hierro y la plata, arquitectura de planta cuadrada, etc.- que van a generar la creación de una nueva estructura económica - extensión de la agricultura, apertura comercial a otros centros mediterráneos- y pondrán las bases de un nuevo orden social. A partir del siglo VI a. C. muy avanzado, y cuando el monopolio comercial fenicio ha decaído definitivamente, es cuando los pueblos peninsulares entran en contacto con el mundo griego, siempre dentro de los cauces del comercio. El factor griego no influye, pues, en la génesis de la Cultura Ibérica, sino que matiza algunos de sus rasgos culturales una vez que dicha cultura ha construido su propia personalidad. El Reinado Ibérico, lo conformaron diversas tribus que habitaban la antigua península ibérica como por ejemplo: pueblos germánicos (suevos, vándalos y alanos) así como los pueblos visigodos. Tradicionalmente se ha considerado a los íberos como los habitantes de las regiones costeras desde el cabo de Palos hasta el estrecho de Gibraltar. Los pueblos más destacados son: los Sordones, Indigetes, Layetanos, Cosetanos, Ceretanos, Bergistanos, Aandosinos, Ilergetes, Lacetanos, Sedetanos, Airenosos, ilercavones, Edetanos, Mastienos, Bastetanos y Turdetanos. Su economía se basaba en el desarrollo agrícola, de un nivel técnico muy alto, parecido al romano. Los íberos contestanos vivían en poblados de distintas categorías, la mayoría situados sobre cerros destacados y de buena visibilidad y, en el entorno de buenos terrenos de aprovechamiento agrícola; algunos de estos poblados reunían los requisitos arquitectónicos y sociales como para ser clasificados como ciudades. Todos los poblados estaban amurallados, presentan un trazado urbano organizado y elementos de infraestructura de uso comunal, como desagües y canalizaciones, plazas y espacios públicos. En la arquitectura doméstica siempre se utilizan materiales como el barro, la piedra y la madera y en el interior de las viviendas los ajuares son bastante homogéneos, por lo que resulta imposible distinguir las edificaciones destinadas a albergar la jefatura política. Sin embargo, sabemos que no fue una sociedad igualitaria sino jerarquizada, de estructura aristocrática y guerrera que se puede entrever a partir de las necrópolis como se desprende de la distinta calidad y cantidad de objetos depositados en las sepulturas (armas, vasos cerámicos, a veces joyas). Según se desprende de las áreas funerarias mejor conocidas como las de Serreta (Alcoy), Albufera (Alicante), los cadáveres siempre son incinerados y los restos depositados en una urna o en un hoyo en la tierra o roca. En otras necrópolis siguiendo este ritual las tumbas principales estaban señaladas con monumentos funerarios en piedra (sobre todo en el siglo V a.C.) adornados o rematados con esculturas humanas o zoomorfas, representaciones de deidades o ciclos mitológicos difíciles de desentrañar. Ejemplo de esta muestra artística son las colecciones escultóricas de la necrópolis de Cabezo Lucero (Guardamar del Segura) o La Alcudia de Elche. El íbero fija su lengua en una escritura que no podemos traducir aunque sí leer los valores fonéticos. A pesar de esta dificultad la mayoría de los textos, en planchas de plomo o grafitos cerámicos deben corresponder a listados contables o documentos de tipo comercial. La explotación e intercambio de productos agrícolas, y pesqueros en los asentamientos de la costa, son los pilares básicos de la economía ibérica. Los alimentos y otros bienes son almacenados, cocinados y transportados en una amplia variedad de envases cerámicos. Destacan, los recipientes decorados con motivos geométricos y vegetales ya que son los considerados como los más representativos de la cultura ibérica. Junto a ellos, existe otra variedad cerámica con escenas humanas que escenifican la vida de las élites sociales y, su destino no fuera utilitario sino como bien de prestigio. Esta clase de manifestación se centra sobre todo, en nuestras tierras, alrededor del gran poblado de Serreta en Alcoy. El desenlace de la Segunda Guerra Púnica, en la que los cartagineses, después de haber dominado durante un tercio de siglo el tercio meridional de la Península, son derrotados, Roma, la vencedora acaba con la independencia del mundo ibérico. CAPÍTULO IV: VINCULACIÓN CON LA CONTABILIDAD Y LOS REINADOS GALOS, ANGLOSAJÓN E IBÉRICOS. En Mesopotamia, Egipto, Grecia y Roma aparecen los primeros documentos que recogen información económica. Posteriormente, con el desmoronamiento de la civilización romana se produce un gran retroceso, más bien una ruptura, originándose un gran vacío en Occidente que, al llegar al término de la Edad Media, hay que partir nuevamente de cero en lo que se refiere a información contable. El desarrollo del crédito, la creación de sociedades mercantiles y el uso del contrato de mandato, en la Alta Edad Media, favorecen enormemente el crecimiento comercial. Las operaciones se hacen cada vez más complejas y, ante esta nueva perspectiva económica surge el método de la partida doble que pretende satisfacer las crecientes exigencias informativas de la sociedad y, en especial de los comerciantes, para así conseguir una mejor organización y una administración más racional del negocio. Durante la Edad Media, se inició el feudalismo, en el cual no cesó totalmente el comercio, por lo que las prácticas contables debieron de ser usuales, aun cuando esta actividad se volviese casi exclusiva del señor feudal y de los monasterios europeos. Sin embargo, los acontecimientos ocurridos durante la Edad Media y su relación con el proceso de desarrollo de la contabilidad, son considerados de poca importancia en virtud de que durante esta etapa, no se observó ninguna variación notable en los métodos y sistemas hasta entonces observados para realizar los registros contables. Además, se considera que en este período hubo una escasa conservación de dichos registros. Se ha establecido que el acontecimiento de mayor importancia que se produjo en esta época, fue la utilización en Inglaterra del registro de madera y además, hay que hacer notar que aunque las figuras en estacas fueron utilizadas como medio de registros varios milenos antes de Cristo, esta técnica de registro fue utilizada en Inglaterra hasta después de la era Cristiana. Por ejemplo, en el Reinado Anglosajón, se obtuvo un gran avance y aporte para la Ciencia Contable, ya que en esta región ya se llevaban algunos libros en donde se registraban los costos para el tratamiento de los productos, estos libros recopilaban las memorias de las producción y se podrían considerar como los actuales manuales de costos. Asimismo, trataron de implementar diversos Sistemas de Costos, basados únicamente en función de las erogaciones hechas por las personas. Por otro lado, en Inglaterra, el Rey Guillermo, EL Conquistador, elaboró el DEMOSDAY BOOK, donde entre otras cosas, contenía los ingresos y egresos de la corona. En el siglo IX, se registraban los ingresos, los pagos y los gastos de administración de la Corona, en un pergamino. Los aterrorizados súbditos ingleses llamaban al Demosday Book como una especie de censo-catastro, que registraba por primera vez por escrito a todos los propietarios y propiedades de Inglaterra, Domesday Book, es decir, el Libro del Día del Juicio, puesto que las estimaciones y afirmaciones que contenía eran irrevocables e incuestionables, al igual que el día del Juicio Final. Ordenado por Guillermo, el libro catalogaba todas las posesiones del país de forma sistemática, determinando las rentas, además de las tasas y las ganancias destinadas al rey. El censo de los bienes y de las propiedades fue realizado por funcionarios enviados oficialmente por él. En cada pueblo registraban todo tipo de bienes según preguntas preestablecidas (la llamada Inquisitio Eliensis). Con las respuestas obtenidas fue compilado el Domesday Book. Los volúmenes originales de este libro son dos: el primero (de mayor tamaño) contiene datos sobre todo el reino, excepto de los tres condados orientales de Essex, Suffolk y Norfolk, de diversos condados del norte y de la ciudad de Londres. El segundo recoge las informaciones sobre los tres condados orientales. Esta obra fue usada durante muchos años en la Edad Media por los jueces en los tribunales, y actualmente aún es consultada por los historiadores y topógrafos, además de los estudiosos de toponomástica, puesto que proporciona numerosos nombres de lugares tal como eran escritos y pronunciados en el siglo XI. Un esfuerzo tan destacable fue ejecutado con el objetivo de impresionar a los súbditos. De hecho, poseía un valor más psicológico que práctico, pues era una forma de demostrar el control al que estaban sometidos los ingleses. El cronista Montero (2004), explica: "Después el rey, tras muchas deliberaciones con sus consejeros, ha tomado decisiones importantes para este país con respecto a su población y a la clase de habitantes que posee. Entonces ha mandado por toda Inglaterra a sus enviados, a cada condado, para apuntar cuántos centenares de hides de terreno hay en cada condado y cuánta tierra y animales son propiedad del rey, y cuáles son los tributos anuales que cada condado le debe por ley. También ha ordenado escribir cuánta tierra poseen sus arzobispos, cuánta los obispos diocesanos, los abades y los condes. Además, se ha registrado lo que posee de tierra y de animales cada propietario inglés, y cuanto vale en dinero. Tan a fondo ha sido realizada esta encuesta, que no hay un solo hide ni una sola pértica de tierra, ni (da vergüenza decirlo, pero él no se ha avergonzado de hacerlo) un buey, ni una vaca, ni tampoco un cerdo que haya escapado al censo." Se percibe bastante indignación en estas palabras, pero resulta cierto que nunca se había visto tal capacidad de organización por parte de los reyes precedentes en Inglaterra, país todavía bastante débil políticamente y a menudo dividido. En cambio, en el Reinado Galo, la contabilidad estuvo totalmente estancada, hasta se podría decir que tuvo un retroceso, debido a que ellos pensaban y actuaban primeramente por la guerra y para la guerra; ya que era una forma de conseguir prestigio, riqueza y reconocimiento social. Sin embargo, debido a su amor por las guerras, lograron desarrollar ampliamente el trueque, y adoptaron las técnicas y conocimientos de las culturas cercanas (las helenísticas y las romanas) pudiendo evolucionar muy tardíamente. Sin embargo, no tuvieron un aporte significativo en la evolución contable social. Y en el Reinado Ibérico, antes de la unión de los Reinos de Castilla y el Reino de Aragón, cada uno de estos, llegaron a desarrollar un importante imperio comercial en el Mediterráneo, ya que la ciudad de Barcelona fue centro de un activo comercio orientado hacia el Mediterráneo desde el siglo XI. Durante el siglo XII, la actividad gravitó en torno al oro y los esclavos, permitiendo desarrollar la contabilidad por partida simple y según algunos investigadores, se encuentran pruebas de la implementación de la partida doble en esta época histórica. A partir de fines del XII, con el alejamiento de la frontera musulmana, el comercio se configuró como un comercio basado en la exportación de textiles y en la importación de cereales. Difícilmente se puede comprender la economía española de los siglos XVI y XVII si se prescinde de la religiosidad que se halla impregnada en la conciencia social de la población. “Salvar el alma y vivir para ello, vivir conforme a las normas de la Iglesia”, era una gran y constante preocupación para la mayor parte de la población. La preocupación por los problemas de la Hacienda fue constante a lo largo del reinado. La agobiante carencia de recursos obligó al rey a presionar excesivamente sobre todo tipo de actividad económica, desde la agrícola hasta la industrial, lo que acabaría produciendo su decaimiento, ante el peso de los excesivos controles e impuestos. Sin embargo, en los reinos de Castilla, estas prácticas contables originaron, ya avanzada la Edad Media, el llamado SISTEMA DE CARGO Y DATA, que se ha mantenido en la Administración de una forma u otra hasta el siglo XX. Este sistema se aplicó para aminorar la salida fraudulenta de metales preciosos. POSTURA PERSONAL Las anotaciones contables se diferenciaron desde el principio en adaptarse a dos finalidades fundamentales: primera: la de satisfacer la obligación de agentes y factores de rendir cuentas a sus principales acerca de la gestión de los bienes y haciendas confiados a su cuidado y, segunda: la de seguir de cerca la marcha global de los propios negocios o actividades. Aunque con numerosos puntos de contacto y solapamiento, ambas finalidades dieron lugar a dos distintos sistemas de registro contable, con características propias y específicas. Cfr. HERNÁNDEZ, (2005). Común a las dos clases de registros fue en un principio, el carácter bilateral de las anotaciones, que consideraba la relación entre dos personas, el dueño de los libros y un tercero. Pero mientras el primer sistema se mantuvo en este planteamiento bilateral, el segundo fue evolucionando en busca de un grado cada vez mayor de integración, de multilateralidad, hasta que las anotaciones abarcaron todas las operaciones del dueño de los libros, ofreciendo una visión completa e interrelacionada de sus negocios. De lo dicho en las páginas anteriores ha de retenerse la idea de que la historia de la contabilidad es una parte fundamental de la historia económica y, más aun, de la historia en general. Su campo de investigación no se limita, en modo alguno, al estudio de la evolución de las técnicas contables, sino que penetra en la misma entraña de los planteamientos de organización y dirección de las instituciones, de la significación, uso y alcance de los instrumentos mercantiles, del funcionamiento de los mercados, etc., proporcionando una visión desde dentro, desnuda y objetiva. Por ello, difícilmente es posible una comprensión profunda y completa de los fenómenos económicos y sociales si no se estudian desde una óptica que incluya el enfoque histórico-contable. Solamente la dificultad de los conocimientos técnicos requeridos para la práctica de la historia de la contabilidad ha impedido hasta ahora que la misma se generalizase y se reconociera su utilidad e importancia. Las últimas dos décadas del siglo XX se han visto sacudidas por una conmoción en el seno de la disciplina que nos ocupa que ha dividido en dos a los historiadores de la contabilidad y ha tenido efectos estimulantes sobre el interés despertado por el estudio de la disciplina. Nos referimos a la aparición de llamada “la nueva historia de la contabilidad", que surge con fuerza y como un movimiento confrontativo con la historia de la contabilidad tradicional, abriendo un agrio debate epistemológico y metodológico sin precedentes. La "nueva historia de la contabilidad" constituye un fruto más, tardío, de los movimientos postmodernos de relativismo y contestación a los cánones y planteamientos culturales heredados, movimientos que durante las últimas décadas han invadido todos los ámbitos intelectuales y artísticos. Dentro de su medio específico, la "nueva historia de la contabilidad" ha nacido del ayuntamiento y maridaje de las nuevas ideas epistemológicas y metodológicas sobre la historia en general con el nuevo paradigma crítico radical de investigación de la contabilidad, de clara orientación marxista. El creciente interés que está despertando esta disciplina en todo el mundo indica que se está empezando a tomar conciencia de sus posibilidades. Ello permite presagiar que estamos asistiendo al nacimiento y consolidación de una nueva disciplina dentro de la historia económica, la historia de la contabilidad, una disciplina difícil y compleja, sin duda, pero que irá cobrando cada vez mayor importancia, de forma que
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