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EL RADICALISMO EN COLOMBIA


Enviado por   •  27 de Julio de 2014  •  3.318 Palabras (14 Páginas)  •  597 Visitas

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PRODUCCIÓN DE ESMERALDAS EN MUZO BOYACÁ DURANTE EL RADICALISMO EN COLOMBIA. SIGLO XIX

ANDRES FELIPE GUTIERREZ PEÑA

CASA DE ESTUDIOS LAMADRID

INTRODUCCIÓN

Desde las primeras décadas del siglo XIX, nuestro país se sostiene como el mayor productor de Esmeraldas, gracias a su vasta producción y excelente calidad, a través del tiempo distintos gobiernos han tenido la intención de regular la producción esmeraldera sin éxito alguno, con la imposición de fórmulas y políticas estatales fallidas, y es que las esmeraldas desde siglos pasados siempre ha estado asociada con la mafia y violencia en Colombia.

La explotación de esmeraldas en muzo, ha tenido un impacto grandísimo para la economía nacional, teniendo en cuenta que empezó a constituirse en un contexto de confrontaciones existentes entre los gremios de la época, quienes poseían intereses particulares de tipo económico y también políticos, motivados con el fin de monopolizar la producción y comercialización de estas gemas para la detención del poder de la región y por supuesto del país.

A través de la realización de este análisis primero expondré la manera en que se desarrollaban las llamadas “Guerras de las esmeraldas” y la forma en cómo se encuentran relacionadas con el conflicto interno nacional, extraído del texto “Órdenes subsidiarios. Coca, esmeraldas: la guerra y la paz”

GUERRA – PAZ VERDE

En la primera mitad de la década de 1960, el occidente de Boyacá disfrutó de relativa paz interna. La principal organización de esmeralderos era "La Pesada", un grupo criminal en el que participaban varios líderes esmeralderos. La banda lidiaba con "amenazas internas" (ladrones, guaqueros independientes, etc.). La estabilidad de la zona esmeraldera de Boyacá puede explicarse por el hecho de que el único proveedor extra estatal de seguridad poderosa era la articulación de "La Pesada" con un "bandolero político" (Sánchez y Meertens 1984), Efraín González. Gran parte del poder que detentaban los patrones de "La Pesada" se debía a que contaban con el respaldo de González. Éste no sólo ofrecía seguridad a los jefes esmeralderos sino que se convirtió en el principal mediador de los diversos conflictos entre los guaqueros y esmeralderos de la región (Téllez 1993).

Pero el poder de "La Pesada" no se limitaba al ámbito regional ni al control del mercado local. A pesar de que legalmente el Banco de la República tenía el control exclusivo de las minas de esmeraldas del occidente de Boyacá, en las décadas de 1950 y 1960 la mayoría de las gemas colombianas llegaba al mercado mundial por otra vía. Según el mismo Banco de la República, para 1966, el 95% del mercado mundial de esmeraldas dependía del "mercado negro" colombiano. Algo más de la mitad de la exportación de esmeraldas burlaba el control gubernamental y pasaba a manos de un reducido grupo de traficantes ilegales. El 40 o 50% de las esmeraldas recolectadas en las minas llegaba al Banco de la República; el resto se distribuía entre los esmeralderos allí mismo. El mercado negro se movía nacionalmente entre Coscuez y Bogotá, y desde ahí, las esmeraldas iban a parar al extranjero.

Esa situación se veía favorecida por varios factores relacionados con el ineficiente manejo de la economía esmeraldera por parte del Banco, ante todo, la política del Banco de depositar la mayoría de sus reservas de esmeraldas y no comercializarla, para evitar inundar el mercado mundial, con el propósito de evitar una caída en los precios internacionales. Guerrero (1984) señala que, en 1968, Alemania Occidental, Estados Unidos y Francia registraban un total de 2.795.556 de dólares en esmeraldas importadas desde Colombia, mientras que el Banco de la República apenas registraba 574.919 dólares de ingresos por esmeraldas exportadas a esos países (Guerrero 1985: 228-229).

En segundo lugar, para frenar el contrabando de esmeraldas, el gobierno delegó la vigilancia de las minas al ejército, pero su labor no fue efectiva porque contaba con un escaso pie de fuerza y no disponía de medios de transporte adecuados para recorrer la montañosa zona esmeraldera, y porque aparte de las limitaciones netamente logísticas, los militares adscritos a la zona eran proclives a aceptar sobornos. En tercer lugar, estaban las difíciles condiciones laborales de los empleados de las minas, no sólo ocasionadas por las dificultades que entraña el trabajo en las minas sino por las dificultades de seguridad propias de la zona y las precarias contraprestaciones que ofrecía el Banco de la República a sus trabajadores. Los traficantes ilegales de esmeraldas contaban con la complicidad de los administradores de las minas nombrados por el Banco de la República. Estos administradores se hallaban ante un dilema difícil de resolver con decoro: enriquecerse o arriesgarse a un atentado.

Frente a esta situación, el gobierno expidió la Ley 145, en 1959. En su primer artículo disponía que "la explotación y la exploración de las minas de esmeraldas pertenecientes a la nación se efectuará mediante permisos concedidos por el gobierno nacional, de conformidad con lo dispuesto en la presente ley. Parágrafo: las minas de esmeraldas de Muzo y Coscuez seguirán siendo explotadas de acuerdo con el régimen vigente. Terminado éste, su explotación se hará directamente por la nación o en la forma que el gobierno estimase más conveniente". El principal efecto de la Ley 145 fue impulsar la consolidación de la minería informal ligada a estructuras mafiosas como la única opción viable para acceder a la riqueza minera del occidente de Boyacá.

La muerte de Efraín González, en junio de 1965, produjo un considerable deterioro del orden público del departamento de Boyacá. Se dispararon los asaltos y la actividad de la guaquería se salió de control. Los miembros de "La Pesada" tenían claro que se requería de alguien que ejerciera autoridad en la zona y restaurara el orden perdido. Llegaron a la conclusión de que la figura ideal para hacerlo era Humberto Ariza, alias "El Ganso", primo de Efraín González. Pero Ariza no logró consolidar su autoridad en la región y terminó yéndose en contra de sus jefes (Téllez 1993; Torres y Ordóñez 1995).

El conflicto entre Ariza y los patrones giraba en torno a la estrategia para articularse con el

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