EL TREN DEL INFIERNO
Enviado por Xitlalli13 • 7 de Abril de 2014 • 1.010 Palabras (5 Páginas) • 223 Visitas
Dice que se llama Teresa, que tiene 26 años, que es de Honduras, que se dirige a la frontera con Estados Unidos, que venía andando por la vía del tren junto a otros emigrantes cuando dos tipos le salieron al paso, uno de 37 o 38 años y el otro de 25 o 26, que les dijeron que agacharan la cabeza y pusieran sus manos en la nuca, que se adentraran en el monte, que si cooperaban no les iba a pasar nada. Dice Teresa que a los hombres los registraron y les quitaron el dinero, pero que a ella y a su amiga, las únicas mujeres del grupo, las apartaron y les ordenaron que se bajaran los pantalones, que ellas se los bajaron mientras el revólver del más viejo las iba apuntando a las dos, de una a otra, como si dudara con cuál quedarse. El viejo, dice Teresa, era de bigote abundante, ojos grandes y nariz aguileña, el cutis áspero como si hubiera tenido acné o una cicatriz. Del joven sólo recuerda que era flaquito y tenía el pelo liso.
"He vuelto a México para matar a los asesinos de mi novia", cuenta Mario, un viajero
La travesía, en línea recta, sería de 5.000 kilómetros. Pero resulta infinita por el zigzagueo
Entre septiembre de 2008 y febrero de 2009 casi 10.000 emigrantes centroamericanos que iban hacia EE UU fueron secuestrados
Algunos no son emigrantes. Lo fueron, pero los captaron los carteles y pasaron de víctimas a trabajar para los verdugos
-El joven fue el que me violó a mí.
El siguiente se llama Mario. Dice que tiene 28 años, que es de Guatemala, que él y su novia, Elsa Marlen, de 19 años, embarazada de gemelos, apenas habían iniciado su viaje hacia Estados Unidos cuando en el municipio de Huixtla, en el Estado de Chiapas, Elsa Marlen desapareció. Dice que él la buscó durante semanas y que, buscándola, desanduvo sus pasos y regresó a Guatemala. Que fue allí donde meses después, y a través de fotografías que le mandó la cancillería de su país, reconoció el cadáver de su novia. Tenía las manos cortadas. La habían enterrado en una fosa común.
-He vuelto a México para matar a los asesinos de Elsa Marlen.
Hay más historias, muchas más, y todas esperan en fila para que Arelí las apunte en su libreta. La historia de un chaval de 13 años que confiesa haber matado a un hombre y ahora huye de vagón en vagón. La de un joven que fue violado y que nada más escapar de sus verdugos buscó por las vías del tren el amor de una mujer para intentar olvidar. La de un hombre llamado Donar, que se quedó dormido cuando viajaba junto a otros emigrantes en el techo de uno de esos trenes que van hacia el Norte. Y se cayó. El tren lo reclamó para sí, su tributo de sangre, y le cortó las piernas. Y Donar, que es hondureño y tiene un carácter dulce que es una lección de vida, se quedó aquí, en el albergue de Ixtepec, junto a Arelí, que llena libretas y libretas con el dolor que no cesa, y junto a David, un tipo fornido y bueno que se
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