ESTADO MODERNO, DEMOCRACIA Y PARTICIPACIÓN CIUDADANA
Enviado por Bere_Canales • 21 de Noviembre de 2015 • Ensayo • 1.791 Palabras (8 Páginas) • 179 Visitas
ESTADO MODERNO, DEMOCRACIA Y PARTICIPACIÓN CIUDADANA
Introducción
La historia de la democracia tiene su inicio en la Atenas de la época clásica; y tuvo su renacimiento en el tiempo de la Ilustración, en el siglo XVIII. En la actualidad es llamada “democracia representativa”[1] que significa la democracia (régimen político) en la que el pueblo ejerce su soberanía a través de los órganos representativos que se eligen por votación, y que para nosotros los mexicanos no tenemos muy claro, ya que a lo largo del tiempo nuestras instituciones no la han hecho valer. Y aunque esta historia tiene comienzo, es una historia que, hasta la fecha, carece de un final deseado por todos los mexicanos para poder construir una verdadera democracia. La democracia moderna no se ha perecido con respecto a la idea que se tenía en la edad antigua, aunque tanto la libertad como la democracia dependen de los actos de los hombres en cada época, no en todos los tiempos, ni en todos los casos, han demostrado poseer éstos un apego y una estima suficiente por ella. Pero también ha habido hombres que, en lugares y en épocas determinadas, demostraron poseer una decidida voluntad de afirmar que el mejor régimen de gobierno era aquel que garantizase la convivencia, con respeto para la libertad y para los derechos individuales de las personas, bajo el gobierno de la mayoría.
El origen de la Democracia
La Democracia surge muy temprano en la antigua Grecia y concretamente en Atenas, entre los siglos V y IV A.C, como un sistema ideal definido por dos valores fundamentales: la libertad y la igualdad, sobre los cuales crearon su propia teorización.
Pero sin duda el centro de poder político de Atenas, así como su institución más conocida y más identificada con la democracia, era la Asamblea, formada por todos los ciudadanos de pleno derecho de las diez tribus, y que se reunía regularmente 10 veces al año (y habitualmente más, contando con “sesiones extraordinarias”) . La asamblea debatía muchos asuntos: acuerdos de guerra y paz, expediciones militares y aprovisionamiento en campaña; valoración de las magistraturas y cargos administrativos; elección de estrategos (las magistraturas relacionadas con la guerra, así como las relacionadas con las finanzas, no se decidían por sorteo sino por votación), casos de ostracismo[2] y condenas; legislación sobre asuntos de gobierno interno, etc. Los ciudadanos en la asamblea gozaban de Isegoría un derecho igualitario a hablar en la asamblea. En el siglo V a.C., el número de ciudadanos llegaría a ser de entre sesenta mil y cuarenta mil, aunque esta cifra disminuyo después de la Guerra del Peloponeso.[3]
Los demócratas de todos los tiempos han vivido esta dialéctica de realidad y utopía que ha signado su lucha por una sociedad mejor. La idea democrática y la idea de progreso están íntimamente relacionadas y ambas se asumen desde un optimismo histórico fundamental: la perfectibilidad de la humanidad; perfectibilidad materializada a su vez por el uso creciente de la libertad y la conquista progresiva de la igualdad.
Principios de la democracia
Como he dicho, la democracia es aquella forma política en la cual se le reconoce al pueblo el derecho de participar en el gobierno, como un medio para asegurar que éste realice los fines propios del Estado, participación que se traduce en el derecho de elegir las instituciones jurídicas que integran la forma del Estado, de designar a los titulares responsables del gobierno, e incluso de intervenir en ciertos aspectos de la función legislativa. Los principios racionales en que funda esta concepción de la democracia, pueden reducirse a los siguientes: I. El fín específico del Estado es la realización del bien común, que comprende la creación y el mantenimiento de un orden jurídico positivo, que garantice las prerrogativas esenciales de todos y cada uno de los miembros de la comunidad. II. El poder político es necesario al Estado, como el Estado es necesario al desarrollo integral del hombre. III. El pueblo es el sujeto natural del poder político. El primer principio significa que el Estado no es un fin en sí mismo, sino más bien una institución, que con todo y ser necesaria, está ordenada al servicio del hombre; por lo cual no puede exigir jamás el sacrificio de la prerrogativas esenciales de la persona humana. No fue creado el hombre por razón del Estado o para servir al Estado, sino que más bien ha sido instituido el Estado para ser posible y facilitar el perfeccionamiento del hombre.
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