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Efemérides De Los Mes Abril


Enviado por   •  13 de Diciembre de 2012  •  4.192 Palabras (17 Páginas)  •  587 Visitas

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17 de Abril de 1818: Intentan asesinar al Libertador

El 17 de abril de 1818 intentan asesinar al Libertador en el sitio conocido con el nombre de Rincón de los Toros, donde había llegado antes para acampar.

En la oscuridad de la noche del día 17, entraron al campamento el Capitán Tomás Renovales y ocho soldados, quienes al verse descubiertos dispararon hacia la hamaca de Bolívar.

El propio Libertador narra así el episodio: «… Ibarra (su primer edecán) regresó en aquel momento; yo estaba sentado en mi hamaca, poniéndome las botas; Santander seguía hablando conmigo; Ibarra se acostaba, cuando una fuerte descarga nos sorprende…

El general Santander gritó en el mismo instante: «¡el enemigo! ». Los pocos que éramos nos pusimos a correr hacia el campo, abandonando nuestros caballos y cuanto había en la mata. Mi hamaca, según supe después, recibió dos o tres balazos; yo, como he dicho, estaba sentado en ella, pero no recibí herida alguna, ni tampoco Santander, Ibarra ni el general Briceño, que estaban conmigo; la oscuridad nos salvó. La partida que nos saludó con sus fuegos era española … »

Casi enseguida vino el ataque al campamento, donde 900 patriotas fueron derrotados por unos 500 realistas, gracias al factor sorpresa. [Índice]

18 de Abril de 1818: El Motín de Chuquisaca

El 18 de abril de 1828 el Mariscal de Ayacucho resulta herido en el complot de Chuquisaca, dirigido a derrocar el Gobierno boliviano y a asesinar a Sucre, Presidente. El autor intelectual fue Casimiro Olañeta, pero el verdadero promotor era el general peruano Gamarra, quien, además de ordenar el asesinato de Sucre intentaba invadir a Bolivia con 4.000 hombres que situó en Puno.

Después del atentado, Sucre renuncia a la Presidencia de Bolivia. Al presentarse ante el Congreso dice: « … Y aunque por resultado de instigaciones extrañas llevo roto este brazo que en Ayacucho terminó la guerra de la Independencia americana y que destruyó las cadenas del Perú y dio ser a Bolivia, me conformo cuando en medio de difíciles circunstancias, tengo mi conciencia libre de todo crimen». La herida que recibió Sucre en Chuquisaca sirvió para reconocer sus restos mortales perdidos.

Terminada la guerra con la expulsión de los españoles de la tierra de los Incas, establecida la república en el Alto y Bajo-Perú; ocupados los poderes públicos respectivos en afianzar la libertad y hacer perdurable la independencia de las regiones del Pacífico, comenzaron a agitarse las ambiciones antipatrióticas y los intereses mezquinos de localidad. Se puso en juego la seducción para corromper la disciplina y la moral del ejército auxiliar libertador, lo que no tardó en conseguirse conduciéndolo hasta el terreno fatal de la sublevación y el motín de cuarteles.

A la perspicacia de Sucre no se escaparon aquellas tramas, ni el peligro. Se ocupó, para evitar los males, del envío a Colombia de las tropas auxiliares que estaban a su mando en Bolivia; pero se anticiparon aquellos. La fuerza de la intriga, redoblada en los momentos, puso en abierta rebelión al Batallón Voltígeros y otros cuerpos acuartelados en La Paz de Ayacucho, que depusieron a sus Jefes y victorearon al Perú y al General Santa-Cruz.

Veamos lo que, dijo un historiador americano:

«Mas desgraciadamente, el General don José Lamar, Presidente entonces del Perú, llevado de miras siniestras, principió por reunir y citar muchos cuerpos de tropas en las fronteras de Bolivia, y, como muy pronto se verá, intervino después a las claras y sin rebozo en sus asuntos, promoviendo la relajación de la disciplina en las tropas que servían en aquella República, violando su territorio y conculcando su fueros.»

«Activamente se ocupaba Sucre en preparar transporte y dinero para devolver a Colombia las tropas auxiliares, pensamiento que mucho tiempo antes le había sugerido el deseo de dar al Perú y a Buenos Aires inequívoca muestra de las miras pacíficas de su gobierno, y a los pueblos de la República un testimonio de la confianza que tenía en su amor, y de la seguridad que le inspiraban sus propios procederes; cuando un motín en Chuquisaca concertado por las intrigas de Lamar y dirigido por el General Agustín Gamarra, que mandaba las tropas peruanas situadas en la frontera de Bolivia, vino a amargar su corazón y a dar principio á los trastornos que, después, multiplicadamente y sin respiro, turbaron el sosiego de la incipiente y desgraciada República».

Tales sucesos trastornaron en el momento el plan de transportar a Colombia las tropas auxiliares. Sucre, disgustado, se propuso resignar su autoridad suprema que ejercía legalmente, en la Representación nacional boliviana, que convocó por decreto de 31 de diciembre para el inmediato mayo, y alejándose de la capital de la República dejó el Poder Ejecutivo a cargo de sus Ministros, con lo que quiso que quedaran en completa libertad las inmediatas elecciones.

En La Paz de Ayacucho sonó primero, ya se sabe, el clarín de la sedición y del motín; pero conviene hacer constar que no fue aquella sociedad cómplice en el suceso.

«El pueblo de la Paz, dice un historiador, no se ingirió en esta odiosa traición: por el contrario, animándose sus vecinos notables, luego que se vieron libres de la fuerza, recogieron y custodiaron algunos dispersos y rezagados, y contribuyeron así gradualmente a mantener el orden en la población»…..

«Sabidos por Gamarra estos sucesos, dice otro historiador, sin previa declaración de guerra, violando todos los actos, y aprovechando las circunstancias de haberse embarcado ya para su país los auxiliares colombianos y estar malamente herido Sucre; hizo irrupción en Bolivia con 5.000 peruanos. Estrechado y amilanado el Presidente accidental Urdininea, admitió en Piquiza las bases de una especie de tratado, por el cual habían de salir de Bolivia todos los militares colombianos, debía reunirse el Congreso, admitir la renuncia del Gran Mariscal, y convocarse una Asamblea que reviese y modificase la Constitución del Estado. Convenio vergonzoso en que Bolivia recibió cual ley la despótica voluntad de los violadores de su territorio, sin la disculpa siquiera de haberles resistido».

«Todo lo veía Sucre, y nada tenía que esperar de aquella gente. Como el Congreso tardaba demasiado, en reunirse, puso en manos de algunos de sus miembros, ya presentes en Chuquisaca, tres pliegos que contenían la renuncia de la Suprema Magistratura, la organización del Gobierno provisional, y las propuestas que le tocaba hacer, según la Constitución, para la Vicepresidencia de la República. Inmediatamente después se encaminó a su patria, tocando de paso en el Callao, para ofrecer al Gobierno de Lima su mediación particular en el arreglo de las diferencias que daban origen a la guerra

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